La noche fue larga y hubo un instante en que el sueño me venció, pero fiel a mis deseos me quedé junto a Hunter, dándole el apoyo y el ánimo que tanto necesitaba. No podía dejarlo solo en ese momento que se encontraba tan frágil y vulnerable, aunque me repitió en varias ocasiones que me fuera a mi apartamento.
Sally y Alexia llegaron desde muy temprano a cuidar de Henry.
—Descansen, no es necesario que vayan a la compañía. Dakota y Bastián se harán cargo por ustedes.
— Llámame cualquier cosa, mamá —dejó un beso en su frente y otra en la de su hermana.
—Lo haré, hijo.
Me despedí de ellas en un cariñoso abrazo y Hunter me guio hasta su auto. No fue eso lo que provocó que mi corazón se agitara, sino su mano presionando en mi espalda baja.
—Dejé mi auto en la empresa —fue lo que se me ocurrió decir, sintiendo un inmenso nudo de nervios en el estómago—. ¿Podrías llevarme a mi apartamento? Aunque si estás cansado, no te preocupes, puedo tomar un taxi.
—Lo menos que puedo hacer es llevarte hasta la puerta de tu apartamento.
Cruzamos mirada por breves instantes y un suspiro casi salió de mis labios, pero me mantuve serena y estoica. Quisiera soltarle muchas verdades sin filtro alguno, pero este no es el momento adecuado para hablar de sentimientos.
El recorrido del hospital a mi apartamento fue en silencio. Aun así, Hunter seguía pensativo y preocupado por su padre y no era para menos. Después de lo que dijo el doctor, es difícil tener tranquilidad. Mil cosas le pasan a uno por la cabeza y solo un deseo se pide; que todo salga bien.
Llegamos a mi apartamento y tal como me dijo en el hospital, me acompañó hasta mi puerta. De repente el ambiente entre los dos se volvió incómodo y sentí algo de vergüenza al recordar lo que sucedió entre nosotros.
No es tortura pensar en sus dulces besos y sus ardientes caricias cada noche, lo que es una verdadera tortura, es estar tan lejos de su presencia.
—Gracias por traerme...
—Gracias por tu compañía y no dejarme solo...
Hicimos silencio al mismo tiempo y sonreímos, bajando la cabeza con cierta timidez y vergüenza. Otro silencio se hizo presente entre nosotros, ninguno de los dos sabía qué decir para romper esa extraña incomodidad que había surgido de repente.
—Muero de hambre. ¿Quisieras desayunar conmigo? —le propuse, dejando de lado toda timidez.
—Me encantaría.
Entramos al apartamento y me quité el gabán y los tacones, descansando por fin mis pies. Caminé descalza por la sala hasta la cocina, siendo muy consciente de que Hunter venía detrás de mí. Le hice señas para que tomara lugar en la barra, pero negó con la cabeza, dándole vuelta al mesón.
—Déjame ayudarte.
—Bien, hace años que no cocinamos juntos. ¿Qué te provoca?
—Hum, déjame pensar un poco, porque no tengo claro lo que me provoca —se puso la mano en su barbilla, como si estuviera pensando, pero realmente me miró con una fijeza que alteró cada fibra de mi ser—. ¿Tostadas, pan y café?
—Sí, con mermelada de fresa.
Se mordió los labios, esbozando una pequeña sonrisa.
—Es lo que siempre hacíamos.
—Hay costumbres que nunca se pierden por más que los años pasen —dije, más no confesé que ese era mi desayuno favorito y solía comerlo a menudo—. Yo hago los huevos.
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Seducción[✓]
RomanceIsla está segura de que ella tomará la presidencia de industrias GolCop ahora que su padre y su socio han decidido retirarse definitivamente, pero ella no contaba con que Hunter, el hijo mayor de los Goldberg , regresaría al país como uno de los can...