2- ¿Por qué no te vas tú?

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Mi padre me miró por encima de sus espejuelos en cuanto entré a su oficina y me senté frente a él. En su mirada pude darme cuenta de que sabía a qué había ido. Para nadie es un secreto que no me agradó la idea de que ese idiota haga parte de todos los sueños que nuestros padres construyeron hace muchos años, sencillamente porque cuando debía estar aquí siendo parte de ellos, decidió irse a otro país.

—Te escucho, antes de que explotes con eso que tienes atorado en la garganta —dijo mi padre, dejando caer sobre el escritorio los papeles que tenía en la mano—. ¿Por qué tu inconformidad?

—Estoy inconforme con la decisión de Henry, aunque la respeto y no tengo más opción que aceptarla.

—¿Por qué, mi amor? Hunter es su hijo y, así como yo te elegí a ti, era de esperar que lo eligiera a él. Hay cientos de candidatos que son muy buenos y debo confesar que me vi tentado por Ethan, pero sabemos que la compañía no va a estar en mejores manos que en las de ustedes, nuestros hijos.

—Está Dakota, ella ha hecho parte de este equipo por varios años. Alexia está a punto de culminar la universidad y es una chica bastante inteligente, que cuenta con liderazgo y sabe desenvolverse con las personas. Ese... Idiota, por no alabarlo tanto, ¿qué ha hecho? Se fue del país, por ende, no sabe nada de la compañía. Él ha vivido ajeno a todo lo que ha sucedido aquí por cinco años, papá. Puede ser todo un as en su campo, pero ¿qué sabe él de los procesos que se llevan a cabo en el área de producción? No debe tener ni la menor idea de cómo hacer una minuta para los transportadores o de los implementos de seguridad que deben utilizar los operadores de carga —suspiré exasperada—. Ese inútil no sabe ni siquiera dónde está plantado. No quiero formar un equipo con él, tú más que nadie sabes que no saldrá bien.

—No voy a entrar en discusión contigo, hija. Henry y yo concertamos que sean ustedes los que nos sustituyan, no solo porque sean nuestros hijos y deseemos que el legado familiar no desaparezca, sino porque ambos poseen gran inteligencia y habilidad para los negocios. Estoy de acuerdo con Henry, entre tú y Hunter se crearía un equipo invencible. Lleva la fiesta en paz con él. ¿Qué pasó con el cariño y aprecio que le tenías? Recuerdo que cuando eran niños eran uña y mugre, querían estar todo el día jugando juntos. Incluso tú parecías un chicle pegado a él. En lugar de discutir y amargar los días que vienen ahora en adelante, haz que la amistad que había entre ustedes vuelva a florecer.

En mi vida sería capaz de tener una amistad con ese idiota. De niña era tonta y no tenía con quién más jugar, pero ahora que soy adulta, ese tipo de hombre entre más lejos esté de mi vida mucho mejor.

—Lo acepto porque no tengo más opción, pero no se hagan ideas en la cabeza de que seremos los mejores amigos, papá.

***

Todo estaba de maravilla en mi vida, me sentía tan bien y era tan feliz, pero siempre debe existir la mierda en medio del camino.

Hunter Goldberg, el tipo de hombre que toda mujer sueña en medio de sus piernas y bajo sus sábanas cada noche. Alto, musculoso, de sonrisa perfecta y mirada atrayente. Es ese tipo de hombre arrogante y mujeriego que muchas desean doblegar a sus pies, pero que no tienen ni la menor idea la clase de calaña que es.

Ese idiota no me cae ni un poco bien. Desde hace nueve años, cuando tuvimos esa última discusión antes de que se marchara a estudiar a otro país, no sé nada de él. Lo he visto en algunas fotos que Henry me ha mostrado, pero siendo sincera, no me importa saber cómo está ni cómo es su vida, por lo que no tengo ni la menor idea a lo que se ha dedicado todo este tiempo que ha estado fuera del país.

Suspiré fastidiada, sacando de mi mente a ese idiota. Lo que me faltaba, que ahora se haga dueño de mis pensamientos. Sacudí la cabeza con fuerza y salí del ascensor, caminando por el pasillo hasta llegar al final y doblar en dirección a la recepción.

—¿Cómo es? El Sr. Goldberg siempre ha hablado de su hijo, pero nadie lo ha visto nunca.

Con disimulo, presté total atención a la conversación de las recepcionistas.

—Llegó desde muy temprano y es... —la chica por poco se tuerce al doblarse mientras se mordía los labios—. Es la perfección hecha de carne y hueso. En mi vida había visto algo tan hermoso como él. Su porte, su altura, sus músculos, sus ojos. ¡Son iguales a los de su padre! Y tiene una sonrisa que te deja en mate ipso facto. Es una cosita bien hecha. Me enamoré, que me perdone mi Dios y mi marido, pero es que ese es el hombre que toda mujer sueña —soltó un suspiro de ensueño mientras la otra chica soltaba una risita.

—Ese tipo de hombre jamás se fijaría en alguien como nosotras.

—Lo sé, pero soñar no cuesta nada...

—Buenos días, señoritas —quedaron rectas y borraron la sonrisa en cuanto me escucharon—. No quiero ser una entrometida, pero ustedes se encuentran en horas laborales por si se les está olvidando. Cuando salgan de la empresa o estén en su respectivo descanso, pueden hablar de la cosa horrorosa que sus ojos han visto como lo más hermoso de este mundo, mientras tanto, sigan trabajando. El teléfono está sonando desde hace unos minutos y ninguna de las dos se ha despabilado.

—Srta. Cooper...

—El teléfono —le indiqué a la chica y se apresuró a levantar la bocina—. ¿Vienen a trabajar o a echar chisme?

—A trabajar, Srta. Cooper.

—¿Y qué están esperando para cumplir con sus deberes?

—Los conejos se transformaron en brujas, qué cosas, ¿no? —esa voz, esa ironía y esa burla son inconfundibles—. ¿Siempre eres así con las pobres chicas? Te recuerdo que tienen el derecho de hablar. ¿O acaso en esta empresa hay prohibiciones? Hasta donde tengo entendido, ni mi padre ni Bastián son chapados a la antigua. No me digas que tú sí.

Todo mi interior ardió por dentro. Hace años no escuchaba a ese idiota hablar y he de confesar que sigo sintiendo esa misma molestia en el estómago. No soporto ni siquiera el olor de su perfume.

Di media vuelta y lo encaré, encontrándome con un hombre más maduro y atractivo. Esa mirada juguetona y penetrante, más esa sonrisa tan descarada y sensual revolvió todas mis tripas. Ellas tienen razón, es un hombre que acapara la atención a dónde quiera que vaya porque simplemente es perfecto, pero si en realidad lo conocieran, entenderían que su apariencia física es mera fachada.

—Ellas pueden hacer lo que les venga en gana, pero en horas laborales tienen el deber de cumplir con sus responsabilidades —lo miré de arriba abajo y su sonrisa se hizo más maliciosa—. Hablar de lo que no eres y no tienes, dejando de lado su trabajo, no hace parte de sus labores.

—Noto algo de envidia y celos en tu comentario.

Solté una carcajada que resonó en todo el recibidor.

—¿De ti? Por favor —enarqué una ceja, dando un paso hacia él—. Si a esto viniste a la compañía, será mejor que te devuelvas por donde mismo viniste, porque no voy a tolerar que fomentes el desorden y pases por encima de las reglas como si no existieran. Acaban de cometer una falta al no estar en su lugar de trabajo y no responder la llamada entrante.

—Ya entiendo por dónde va el agua al molino —se acercó hasta quedar a centímetros de mi rostro—. Quieres que me vaya para quedarte con la presidencia, ¿no es así? Déjame informarte que aquí me quedaré, así que no tienes más opción que morderte esa lengua viperina que tienes, guardar las dagas llenas de veneno en lo más profundo de ti y aceptar que necesitas de mí para poder cumplir las expectativas de nuestros padres. Así cantes misa, no me iré de la compañía solo porque no puedes con mi presencia. Si no te aguantas y no estás de acuerdo con la decisión de mi padre, ¿por qué no te vas tú?

Seducción[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora