Isla
Los días se han vuelto tortuosos en la oficina. A donde quiera que vaya, tengo la desdicha de encontrarme con ese idiota. Procuro pasar de él y cuando nos estrellamos de frente por algún pasillo o coincidimos en el ascensor hago como si no existiera. Es todo un fastidio que esté como mosco en leche, cuando lo único que deseo es que se vaya por donde mismo vino.
En cuanto terminé de redactar y revisar los contratos de un nuevo cliente, se los hice llegar a Hunter con Nahia. Aunque debí haber ido yo y hablar con él, lo cierto es que estoy huyendo de él, porque ese sentimiento que creía hecho cenizas está ardiendo en mi interior, algo que me confunde y me enoja al mismo tiempo.
—El Sr. Goldberg no está de acuerdo con algunos de los parámetros que están establecidos en el contrato —me informó mi asistente tan pronto entró a la oficina.
—¿Cómo? —miré a Nahia de inmediato, desconcertada por sus palabras.
—Eso fue lo único que me dijo, Srta. Cooper. Que no iba a firmar un contrato donde los requisitos y parámetros no estaban claros.
—¿Y este imbécil quién diablos se cree? Todo está bastante claro. Pero qué se le puede pedir a un inepto que ni siquiera es capaz de leer y comprender un simple papel —me levanté de mi lugar y salí como una tromba de mi oficina, llevando conmigo los contratos.
—No vaya a discutir con el Sr. Goldberg... —la oí detrás de mí.
—Para nada, solo le aclararé los puntos que no entiende —entré a la oficina de Hunter sin tocar y la asistente se incorporó de golpe, pues estaba casi encima de él—. Lamento tanto interrumpir sus labores, pero como estás tan ocupado y no comprendes lo que dice un contrato, vine personalmente a explicarte. Aunque bueno, si hubiera sabido que estabas ocupado, no te hubiera molestado —miré a la chica que hacía un gesto de molestia—. Sal de aquí.
—Pero...
—Tu lugar de trabajo es en el escritorio de afuera, no encima de tu jefe, ¿o sí?
—No, Srta. Cooper.
—Muy bien. Ahora déjanos solos.
Con una mueca de disgusto y esperando que Hunter me contradijera, terminó por salir de la oficina al ver que el hombre se quedó en completo silencio.
Nahia hizo un movimiento de cabeza antes de salir de la oficina, cerrando la puerta detrás de sí. En cuanto nos quedamos a solas, Hunter empezó a reírse como si le hubieran acabado de contar un chiste, lo que me irritó y colmó mi paciencia.
—¿Qué te causa tanta gracia, imbécil?
—Tus celos —se agarró el estómago, riendo cual desquiciado mientras yo moría por ahorcarlo—. Eres tan linda y graciosa cuando estás celosa.
—Mira, pedazo de inservible. En mi vida me pondría celosa por un estúpido hombre, menos si se trata de ti. Si quieres cogerte a tu asistente, hazlo, después de todo eres libre de hacer con tu pito lo que quieras. Pero aquí, en horas laborales y dentro de la compañía no voy a permitir que hagas lo que te venga en gana. Respeta está oficina y de paso a todos los que aquí trabajamos. Si no vas a tomarte en serio la presidencia, mejor lárgate y deja que la ocupe una persona que sí esté altamente capacitada y comprometida. Todavía no entiendo qué fue lo que vio Henry en ti, si no eres más que un inútil y un hombre que no tiene ni un poco de responsabilidad y respeto. O te tomas este trabajo en serio o te vas, pero no voy a tolerar tus estúpidas bromas y jueguitos ridículos. Ya no eres ningún niño pequeño para que te comportes como uno, Hunter —lancé los contratos sobre su escritorio, completamente furiosa de su comportamiento—. Firma, porque contrario a ti, sí soy una persona responsable que sabe apreciar y valorar el tiempo de los demás. Estos contratos debían firmarse hace tres días y has estado dilatando el proceso únicamente para fastidiarme. Si no te interesa la compañía que con tanto esfuerzo tu padre y el mío levantó, vete que yo puedo encargarme sola de ella.
Me miró por breves instantes, antes de tomar el bolígrafo y firmar los contratos sin siquiera leerlos.
—¿Contenta?
—No —suspiré—. Quiero más compromiso de parte tuya, Hunter. Independientemente de que no te tolere y no esté de acuerdo con que estés aquí, debemos trabajar en equipo para que la compañía no se venga abajo. No lo hagas por mí, porque yo no soy nadie, hazlo por tu padre que ha hecho grandes sacrificios para ver sus sueños hechos realidad —tomé los contratos y salí de la oficina, decepcionada y furiosa.
Me hice ideas que no eran con respecto a Hunter. Pensé que era un hombre responsable y comprometido, que así como Henry había dicho que era uno de los mejores empresarios del Reino Unido, realmente lo era. Pero que decepción darte cuenta que no es más que un cretino sin visión alguna.
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Seducción[✓]
RomanceIsla está segura de que ella tomará la presidencia de industrias GolCop ahora que su padre y su socio han decidido retirarse definitivamente, pero ella no contaba con que Hunter, el hijo mayor de los Goldberg , regresaría al país como uno de los can...