9- Novio

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Isla

—Pensé que te habías olvidado definitivamente de mí —inquirió el hombre en cuanto llegué al bar. 

—Por supuesto que no, sabes que eres difícil de olvidar —dejé un beso en su mejilla y me senté a su lado—. He estado ocupada en la compañía, últimamente he tenido más trabajo de lo habitual. 

—¿Te ascendieron? 

—¿Cómo lo sabes? 

—Los chismes vuelan, querida. Un pajarito me contó que tu padre y su socio se habían retirado, por lo que no es difícil deducir que eres tú la nueva presidenta de la compañía. 

—¿De casualidad ese pajarito no te dijo que me tocó dirigir la compañía con el inepto hijo mayor de los Goldberg? 

Abrió los ojos de par en par, luciendo realmente sorprendido ante mi declaración. 

—¿Me estás hablando del mismo que lastimó tu negro corazón? ¿Hunter regresó? 

—Regresó y no tienes ni la menor idea de las ganas que tengo de matarlo y enterrarlo tres metros bajo tierra para no tener que verlo nunca más en mi santa vida. No lo soporto.

—Uy, ¿qué sucedió con el amor que le tenías? 

—Murió hace mucho y tú lo sabes bien, Louis —resoplé—. Pero no hablemos de ese demonio, que no quiero saber más nada de él por hoy.

—De acuerdo, pero no te vas a escapar del interrogatorio que te voy a hacer. Tienes que contarme con pelos y señales todo lo que ha sucedido desde que tu amor platónico regresó, así que ve preparando esa lengua viperina, querida.

—No ha pasado nada interesante y no va a suceder nada entre nosotros, así que deja de incordiar y de hacerte películas porno en la cabeza —llamé a la camarera y ordené una botella de vodka—. En esta mesa está vetado el nombre de ese demonio inútil, ¿de acuerdo?

—Entendido —respondió, en medio de una risita—, pero no puedes negar que todavía sientes cositas y muchas ganas por él.

Me encogí de hombros antes de servirme una copita y tomarla sin darme un solo respiro. Los sentimientos que existían por Hunter hace mucho que desaparecieron, pero es que verlo y tenerlo cerca me genera un caos interno que no puedo entender. Por eso lo mejor que puedo hacer es estar lejos de él, porque siento temor a que ese sentir vuelva a renacer.

Hace nueve años sufrí mucho cuando se marchó. Incluso estuve largos meses esperando que viniera o me dijera que tuviéramos una oportunidad así fuese a la distancia, pero eso nunca sucedió. Él se dedicó a realizar sus sueños y se olvidó que yo existía. Así que yo hice exactamente lo mismo, pensé en mí y en sacar todos mis sueños a flote y dejé todos mis sentimientos en el fondo del mar.

En el afán de no llenarme de recuerdos y pensarlo un segundo más, bebí sin control alguno, hablando de cualquier otra cosa con Louis.

Louis es mi mejor amigo y con él puedo hablar de todo lo que me atormenta y me sobrepasa sin temor a ser juzgada, pero sencillamente no puedo contarle cómo me siento con respecto al regreso de Hunter.

—Ya vuelvo —le informé, poniéndome de pie—. Siento que me voy a hacer encima.

—¿Te acompaño?

—No hace falta. Aunque estoy algo mareada, puedo caminar por mi cuenta.

—De acuerdo.

Iba caminando por el pasillo cuando choqué con otro cuerpo. Me disculpé sin levantar la mirada, pero me arrepentí al instante cuando lo hice.

—¿Te tengo que encontrar hasta en las cagadas o qué?

—Eso debería decirlo yo. ¿Acaso me estás siguiendo? 

—¡Ay, por favor! Mi noche estaba siendo tan maravillosa hasta que apareciste tú. ¿Por qué no desapareces de mi vista y de mi vida para siempre, pedazo de inútil? —puse la mano sobre su pecho y lo golpeé varias veces con suavidad—. Todo estaba perfecto antes de que regresaras.

Envolvió mi mano entre las suyas y las llevó a su boca, esbozando una pequeña sonrisa que alteró los latidos de mi corazón.

—Así soples la velita y pidas el deseo, no me iré nunca más de aquí, conejita borracha —susurró y mi piel se estremeció al sentir el roce de sus labios en mis manos—. Así que vete acostumbrando a mi presencia, porque hasta el día en que tú te mueras me verás la cara.

—Pídeme lo que quieras, pero no me des ese castigo tan bárbaro, hombre.

—¿Estás consciente de lo que estás diciendo?

—Muy consciente.

—De acuerdo —sonrió—. Dame un solo beso y puedo estar cumpliendo todos tus deseos.

—No te daré un beso. No estoy tan borracha para cometer tremenda estupidez.

—¿Qué prefieres, darme un beso o tener el infortunio de verme hasta el último día de tu vida?

Me mantuve en silencio, porque ambas propuestas suenan tan atractivas y descabelladas a la vez. Solo de pensar en que pueda tener sus labios una vez más sobre los míos, el calor en mi cuerpo incrementa.

No me había dado cuenta de que estábamos tan cerca hasta que lo miré directamente a los ojos y ese color tan atractivo me envolvió en su red. Lo soñé tantas veces a mi lado, que hoy ya no tengo más nada que imaginar. Anhelaba un mundo a su lado, pero no hubo interés alguno de su parte y yo ya no supe dónde buscarlo.

Un beso y unas palabras que se las llevó el viento es lo único que guardo con recelo en mi corazón, pero no son tan fuertes para volver a sentirme como hace nueve años.

—Prefiero verte hasta el último día de mi vida, antes que darte un solo beso —le aseguré y asintió—. Ahora, largo de mi vida y de mi vista, estoy disfrutando de una noche maravillosa con mi novio.

Seducción[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora