29- Feliz cumpleaños

3.1K 275 13
                                    

Isla

El tiempo empezó a correr de manera acelerada. Cuando menos lo pensé, ya habían pasado cuatro meses desde que todo empezó, desde que el amor le ganó la guerra al orgullo y a la terquedad. Cuatro meses viviendo en una burbuja, donde solo existe Hunter y todo el amor que tenemos para darnos. 

En estos últimos meses hemos trabajado en conjunto para sacar adelante su proyecto. Todo ha ido en buen camino y en poco tiempo se ha visto la rentabilidad en el nuevo campo que decidimos aventurarnos. No puedo estar más feliz por Hunter, si está viviendo cada uno de sus sueños con el mayor de los éxitos. 

Henry y mi padre han intervenido un par de veces en la compañía, aunque lo hacen para no aburrirse en casa con sus esposas. Ha sido difícil para ellos retirarse de su empresa, y no es para menos, si dedicaron toda su vida a forjarla y hacer de ella lo que es hoy en día: una de las importantes compañías de tecnologías y ahora de petróleo de todo el mundo.

La salud de Henry ha mejorado bastante, pese a seguir en controles cada cierto tiempo para verificar que todo marche en orden y no vuelva a salir el tumor. Ciertamente ha hecho que valoremos a la familia, los amigos, el tiempo que tenemos en este mundo y cada momento y experiencia que se vive. Nos ha unido más de lo que de por sí ya somos, convirtiéndonos en una gran familia. 

Hemos salido todos juntos como en el pasado, recordando viejos tiempos y creando nuevos recuerdos ahora que somos adultos y hemos atravesado por tantas tempestades. Salir a la casa de campo me ha hecho delirar de amor y pasión. Hunter no pierde tiempo para seducirme hasta hacerme sucumbir en sus deseos. 

—El Sr. Goldberg no firmó el contrato —me informó mi asistente, entrando a mi oficina—. Dice que encontró un error. 

La miré sin poder creerlo, acercándome a ella para mirar el contrato. 

—¿Un error? —fruncí el ceño, leyendo con atención cada línea escrita—. ¿Qué error?

—No me dijo cuál era, Srta. Cooper. Lo único que me dijo era que la esperaba en su oficina para corregirlo —vaciló, sin saber cómo decirme—. No vaya a discutir con él, por favor.

—No te preocupes, no pienso discutir con él —sonreí y ella soltó un suspiro lleno de alivio—. Solo que él de verdad me saca de quicio y hace todo esto adrede para cucarme. Con él no se puede nunca. 

—Pero...

—No voy a discutir, en lo absoluto. Solo le dejaré en claro que sus bromitas me tienen harta —salí a toda prisa de mi oficina, haciendo resonar los tacones en el suelo. 

La mirada de todos los empleados se posó en mí ante cada paso con fuerza que daba hacia la oficina de Hunter. Quizás no llevaba buena cara porque todos hicieron un silencio mortal, y luego de darme una mirada fugaz, volvían a sus deberes como si nada estuviese pasando.

Tomé una gran bocanada de aire antes de entrar a la oficina, pero todo reclamo se esfumó cuando un cartel de feliz cumpleaños se desplegó en el interior. Hunter apareció con su hermosa y endemoniada sonrisa y un bellísimo ramo de rosas en sus manos, caminando con esa elegancia e impotencia hacia mí. 

Pensé que había olvidado mi cumpleaños, ya que no me dijo nada en la mañana cuando nos vimos ni fue capaz de enviarme un mensaje.

—¿Sabes cuál es el error? —inquirió y reí, sacudiendo la cabeza—. El error es que seas tan susceptible en cuanto a trabajo se trata. 

—Es que tú sí sabes cómo enloquecerme —fue lo que le respondí, mientras se detenía frente a mí—. Es tu culpa que sea tan susceptible. 

—En ese caso, Srta. Cooper, déjeme compensarlo con este ramo de rosas —dio un paso más, cortando el espacio entre nosotros—. Feliz cumpleaños, mi amor. ¿Crees que olvidaría un día tan importante y especial como hoy? 

—Quizás...

Me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo, haciéndome tirar al suelo la carpeta que traía en las manos. Lo miré fijamente y mi corazón latió con mucha fuerza en mi pecho.

Dios, amaba a ese hombre con locura. Era imposible que pudiera enojarme con él. 

 —Jamás lo olvidaría —observó mis labios y sonrió—. Hoy no solo llegó al mundo la mujer más hermosa a hacer feliz mis días, sino empezó toda nuestra historia. Fue el día de tu cumpleaños cuando me atreví a confesar mis sentimientos por primera vez. Y después de nueve años, sigo creyendo fielmente que eres y serás la única dueña de mi corazón.

Ya sin poder contenerme, atrapé su rostro entre mis manos y lo besé con todas las fuerzas de mi corazón. He dejado miedos en el olvido. Hoy sé que, suceda lo que suceda, amaré a Hunter como el corazón me lo dicta, porque no puede haber tanta casualidad en la vida. 

Pasaron muchos años y pudimos encontrar a otras personas, pero nuestros corazones se quedaron a la espera de volverse a reencontrar. Pudimos tener amores de paso y creíamos amar para siempre, pero jamás seríamos compatibles con otros corazones porque nuestro destino estaba escrito desde mucho antes de nacer. 

—Espera, no me distraigas que aun hay más —murmuró, separándose de mis labios. 

—Ah, ¿sí? —enarqué una ceja—. ¿Y qué es?

Me entregó el ramo y dio un paso atrás. No sabía lo que haría, estaba a la expectativa de su siguiente movimiento.

Sacó de uno de sus bolsillos algún objeto que no vi y se hincó ante mí, paralizando mi corazón y causando gran revuelo en los empleados. Podía escuchar los murmullos a lo lejos, pues por breves instantes el mundo dejó de existir a mi alrededor. Con una sonrisa nerviosa en los labios, tomó mi mano y dejó un suave beso en mis nudillos, clavando sus ojos claros en los míos. 

—Muchos a nuestro alrededor dirán que es muy precipitado, quizás sí lo sea, pero para mí no, porque solo tú y yo sabemos los años que nos hemos amado y todo lo que hemos tenido que esperar para estar juntos. Solo tú y yo sabemos la ansiedad de un beso y un abrazo en medio de la distancia. Nadie más que tú y yo sabe de todo lo que hemos esperado para tener una oportunidad de amarnos. Entonces para mí no es precipitado, porque por años he anhelado este momento —suspiró, dejando a la vista un hermoso anillo de oro con un pequeño diamante de color azul en todo su centro—. Quiero que seas mi esposa, amarte hasta el fin de nuestros días es lo que más deseo. ¿Me concederías ese privilegio? No sabes cuanto he soñado con despertar a tu lado, ver todas tus facetas y formar un todo contigo. ¿Me darías la dicha de ser mía y yo ser tuyo hasta que la muerte nos separe? Isla Cooper, ¿quieres casarte conmigo?

—Sí, sí quiero que seas mío para siempre —lo tomé de la corbata y volví a unir nuestros labios, presa de la emoción del momento y de sus lindas palabras. 

Se puso de pie, por lo que nuestro beso se rompió, pero rápidamente volvimos a fundir nuestros labios, escuchando de fondo los vitores de los empleados. No me había dado cuenta de que las lágrimas estaban al borde de mis ojos hasta que las sentí deslizarse por mis mejillas. 

—Te haré tan feliz, mi amor —murmuró, deslizando el anillo por mi dedo. 

—Ya lo soy —le dejé muy en claro, mirandolo directamnte a los ojos—. Tú eres mi felicidad entera.  

Seducción[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora