13- Confabulados

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Isla

Me miré en el pequeño espejo de mano que siempre llevo conmigo en el bolso y maldije entre dientes a Hunter. ¿Cómo se atreve a marcarme la piel de esa manera tan horrible? Lo peor del caso no es eso, ¿cómo es posible que yo se lo permitiera? ¿Por qué no lo detuve a tiempo?

Es un desgraciado que lo hizo adrede para que no olvide tan pronto lo que sucedió entre los dos, aunque sin necesidad de dejarme chupones voy a recordar lo de anoche por el resto de mi vida.

Es imposible que olvide la forma en que sus besos me desnudaron y sus caricias me encendieron en llamas. Soñé muchas veces con Hunter tocándome y haciéndome el amor, pero la realidad superó cada uno de esos húmedos sueños que tuve con él.

Mi cabeza quiere explotar, no solo por la resaca que pretende acabar conmigo sino también con el recuerdo de ese hombre que acaparó desde mi piel hasta mi alma en un solo beso. Me siento confundida, porque entre sus brazos toqué el cielo y no pude bajar de allá arriba después de que la bruma del placer acabara.

Lo odio y odio tener sentimientos por él, pero a la vez quisiera volver a sentir la suavidad y humedad de sus labios, la ternura y fogosidad de sus manos y esa fiereza a la hora de someterme a su pasión.

—Ya basta —resoplé, acomodando mi cabello de manera ansiosa.

—¿Qué decía, Srta. Cooper? —inquirió Nahia.

—No, nada —carraspeé—. ¿A qué hora es la reunión con mi padre, Henry y el inútil?

—A las nueve, Srta. Cooper.

—Diles que no puedo asistir.

—¿Por qué? Es decir, el Sr. Goldberg organizó la reunión, asegurando que era algo muy importante.

—Me imagino cuán importante debe ser —suspiré, subiendo al ascensor de la compañía junto a ella—. Mientras estoy en la reunión con ellos, ve preparando todo para el almuerzo con el Sr. James.

—Sí, señora.

Tan pronto subimos, salí del ascensor rumbo a la oficina que pertenecía a Henry, pero de camino me estrellé con Dakota y su sonrisa maliciosa.

—¿Qué sucedió contigo? En los cinco años que llevas trabajando aquí nunca habías llegado tarde.

—Me surgió un contratiempo.

—Ah, ¿sí? —enarcó una ceja—. ¿Cuál?

—Uno de los neumáticos estaba pinchado.

—Oh, ahora le llamamos así cuando en realidad has tenido un buen sexo salvaje. Y no te atrevas a decirme lo contrario, porque este chupón de aquí lo confirma todo.

Aparté la mano de Dakota, cubriendo el chupón con mi cabello. ¿Por qué la vida es así conmigo? Justo tenía que encontrarme con mi mejor amiga.

—Quiero detalles, cómo y con quién fue. No sabía que los martes también eran días para hacer cardio.

—No hay detalles que contar, porque ya sabes lo que sucede con dos personas que tienen sexo, ¿no? —respondí y viró los ojos—. Y no te diré quién fue el santo, así que ahórrate tus preguntas. Ahora bien, si me disculpas, voy tarde para la reunión que tengo con tu padre, el inútil de tu hermano y mi padre.

—Uy, pero qué genio el tuyo. ¿No deberías estar sonriente?

—Eres igual de pesada que tu hermano.

—¿Qué esperabas? Somos familia, eso viene de sangre —me arrebató el bolso y lo abrió, buscando algo en específico en el—. Necesitas otro poco de maquillaje, aún se nota mucho ese chupón.

Dejé que cubriera esa horrible marca en mi piel con otro poco de maquillaje, mientras la veía sonreír y guardar sus comentarios. La veía con toda la intención de decirme que sabía de quienyse trataba el autor del chupón, pero sé que está esperando que baje todas mis murallas y acepte que su hermano sacude la tierra bajo mis pies.

—Como no me quieres contar nada,  dime que te cuidaste. Todavía soy muy joven para ser tía.

Palidecí en cuestión de segundos, deseando devolver el tiempo para usar la razón y no dejarme llevar por la calentura. Ni Hunter ni yo nos detuvimos a pensar en protección, porque esos deseos que sentíamos nos nublaron por completo la razón.

—Te cuidaste, ¿verdad? —murmuró, tornándose seria y dándome una mirada inquisitiva e inquietante—. ¿Te tomaste la pastilla del día después, Isla Cooper?

Negué con la cabeza, cerrando los ojos con fuerza. Me sentía avergonzada y mal, pues deseaba que no fuera posible lo que estaba sucediendo. ¿Cómo pude olvidar la protección? ¿Cómo es posible que ese inútil no se haya acordado de algo tan importante como lo es usar un preservativo?

—Se supone que eres la más responsable y sensata entre las dos. ¿Cómo es posible que te hayas saltado barreras tan importantes?

—Todo es culpa de ese inútil bueno para nada. Yo estaba feliz en mi casa, comiendo y lista para acostarme a dormir, pero tenía que llegar con su prepotencia y egocentrismo a cambiar mis planes y seducirme...

—¿De qué inútil me estás hablando?

—¿Qué tanto cotorrean el par de loritas? —llegó Hunter y mi corazón dio un vuelco, así como mi mente viajó a sus múltiples caricias y mi piel se encendió en cuestión de segundos al recordar sus dulces y apasionados besos—. Llegas tarde a la reunión. ¿Acaso no dormiste lo suficiente?

¡Es un maldito hijo del infierno! ¿Cómo se le ocurre atacarme de esa manera frente a Dakota? Todo lo que dice y hace nada más es para provocarme. ¿No le quedó claro que quiero distancia de él?

—Cuando salga de la reunión te busco en tu oficina —ignoré a juro su presencia y Dakota asintió, esbozando una pequeña sonrisa.

Con el corazón latiendo fuerte y un temblor desconocido en las manos,   dejé a los hermanos Goldberg en el medio del pasillo. Entré a la sala de juntas y me recosté de la puerta, soltando un largo suspiro.

—¿Estás bien, mi amor?

—Sí, solo me siento algo indispuesta. Quizás agarré un resfriado.

—¿Ya tomaste algo para eso? —inquirió Henry, tan preocupado como siempre.

—No, pero tomaré una pastilla más tarde.

Hunter abrió la puerta, empujándome hacia adelante y lo  miré mal, deseando erradicar todo lo que su presencia despierta en mí.

—Resfriado, ¿eh? —desvió la mirada a mi cuello y me cubrí, mientras él sonreía con suficiencia—. Digan rápido para qué nos citaron, no me gustaría contagiarme de peste por culpa de Isla.

—Idiota...

—Bueno, en ese caso, seremos breves. Los citamos para decirles que, como ambos son los presidentes de la compañía, deben viajar a España mañana mismo, porque es de suma importancia que los gerentes de la sucursal de dicho país conozcan a los nuevos dirigentes.

—No voy a viajar con él...

—Tampoco voy a viajar.

—Vamos, chicos, no tiene ciencia trabajar en compañía. Henry y yo trabajamos por más de cuarenta años así y todo nos salió muy bien. Antes de pensar en la amistad, fuimos hombres sensatos y pensamos en el crecimiento de nuestros sueños.

—Así empezamos mal —dijo Henry, dándonos una mirada llena de reproche—. Quieran o no, van a ir. No tienen más opción que llevar la fiesta en paz e ir a cumplir con sus responsabilidades. Juntos deberán trabajar de la mano del otro y en completa sincronía, es decir, deben ser uno solo. Confiamos en ustedes y tenemos la plena seguridad de que la compañía llegará muy lejos estando en sus manos. No me decepcionen, es lo único que les puedo decir.

Miré a Hunter y mi corazón se saltó un latido. Suficiente tengo con verlo todos los días en la oficina, como para que ahora deba viajar con él. Pareciera que mi padre y Henry estuvieran confabulados y quisieran vernos juntos a toda costa. ¿Acaso no miden el peligro que ese viaje puede acarrear?

Seducción[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora