La hija de Clark

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[CAPITULO 4]

El olor a lavanda de aquella oficina había logrado tranquilizar mis nervios, el sonido de la pecera era el único que se escuchaba entre las cuatro paredes. Había llegado justo a tiempo para mi reunión con el director, quien ahora se había atrasado por el tráfico que había donde él acostumbraba a transitar, lo cual me dio tiempo para poder relajarme y prepararme mejor.

Cerré mis ojos un momento mientras desparramaba mi cuerpo en la acolchonada silla, no pensaba dormir, pues mi sueño se había ido siendo suplantado por un pequeño estrés que no me había dejado pegar bien el ojo durante la noche.

El tener que volver a ver alguien a quien no deseaba ver nunca más se estaba volviendo una tarea complicada, los vagos recuerdos que tenía sobre ella se incrustaban con necedad en mi mente atormentándome aún más. Revivir aquellas emociones del pasado no era algo que anhelaba, mucho menos volver al lugar que me trato como si fuera una escoria.

Como alguna vez dije, deseaba mil veces estar peleando con un grupo terrorista a tener que volver a lidiar con mi pasado.

Disculpe el atraso señorita —entro un hombre apresurado a la oficina, vestía de un galante traje azul marino que parecía había sido perfectamente hecho para su medida—. El tráfico allá afuera es horrendo —dejo su portafolio en su escritorio y pronto se aproximó hacia mí. Me puse de pie mientras saludaba cordialmente al jovial hombre—. Le pido una enorme disculpa, créame que odio llegar tarde a cualquier parte pero parece que hoy el mundo conspiro en mi contra. Damián Dankworth —estrecho suavemente mi mano.

Aly Blackwell.

Ambos tomamos asientos en nuestros respectivos lugares, él saco una carpeta beige de su maletín mientras miraba con detenimiento la información que esta contenía. Creí por un momento que el dueño de aquella empresa sería un hombre de edad avanzada, cuando en realidad era un hombre que parecía estar en sus treinta años, bien parecido, buen físico, y con un semblante que denotaba caballerosidad e inteligencia.

Esto me recordaba al otro empresario de quien alguna vez me enamore.

Veo que tienes un muy buen expediente académico, buenas notas, excelentes recomendaciones de los lugares donde has hecho tu servicio social, representante de tu área...wau realmente estoy muy impresionado señorita, alguien como usted en esta empresa sería de mucha ayuda —sonrió con satisfacción y cerro el folder que llevaba en sus manos para luego dirigir sus marrones ojos hacia mí—. Dígame señorita Blackwell, ¿por qué le ha interesado tener una pasantía en nuestra empresa?

Mierda, Henri no había mencionado que debía prepara alguna clase de presentación para mi reunión con el joven director, pensé que ese imbécil se encargaría de poner toda la información necesaria en la carpeta y yo solo me limitaría a asentir las órdenes del jefe del lugar.

No podía titubear en mi respuesta, tampoco mi mente estaba en su momento como para idear una respuesta que no suene tan tonta. ¿Qué se supone que iba a decir? Que el idiota de mi jefe me mando a cuidar a una de sus empleadas mientras una organización rusa atrapaba a uno de sus fugitivos. No sería la correcta pero al menos es la verdadera.

Bueno, he hecho servicio social en lugares extraordinarios, pero esta vez busco poner en práctica todos mis conocimientos en una empresa de renombre, en este caso la suya. Me gustaría que me otorgara la oportunidad de poder desenvolverme mejor en el ámbito laboral, aprender lo que en las universidades no tienden a enseñarte, llevarme no solo la experiencia laboral si no también la personal.

Ya veo que eres una jovencita muy entusiasta que le gusta crecer —tomo una hoja que llevaba consigo un sinfín de letras que no alcance a leer—. Aceptare tu pasantía por tiempo indefinido y después de ello veremos si puedes tener la planta en la empresa.

Mi Próxima Misión |2° TEMPORADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora