Carlos Sainz

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Me dijeron no juegues con fuego que te vas a quemar.

Me hacia gracia esa frase, desde muy joven he escuchado ese tipo de frases a mis hermanos mayores con sus parejas. 

Mario y Andres son los dos hombres mas mujeriegos y cabrones que he conocido en mi vida, aun así los quiero mucho, es lo que me queda.

Yo sin embargo, siempre he sido la niña tranquilita, la pequeña, la mimada, la que no replica, la buena... Un día le grite a mi hermano Mario y me miro la fiebre haber si estaba mala o no.

Todo hasta que conocí a mi novio actual. Nos conocimos en una discoteca en Madrid, mis hermanos decidieron irse de fiesta y a mis padres no se les ocurrió otra forma de castigarme que obligarme a llevarme con ello, sin yo hacer nada.

- Alba cielo, ¿Por qué no vas con tus hermanos a dar una vuelta?

-Estoy bien aquí mamá, además no creo que quieran ir conmigo.

-No es por nada hermanita.

-Te queremos mucho.

-Pero eres un coñazo.-Dicen ambos mellizos a la vez.

-¿Ves mamá? Es mejor así.-Digo yo.-Ellos de fiesta, yo en casa, me quedo durmiendo en el sofá hasta que lleguen y luego me voy a su camita a descansar.

-Pues no.-Dice mi padre entrando al salón.-Mario, Andres os vais a llevar a vuestra hermana y tú, Alba vas a salir por lo menos hasta las dos de la mañana. Cuando sean las dos os venís todos a casa que mañana vosotros.-Dice señalando a mis hermanos.-Tenéis que madrugar.

-Pero eso no es justo.-Decimos los tres a la vez sintiéndonos ofendidos los tres. Al no haber un cambio de opinión por mis padres, llega un instante en que me levanto y voy hasta mi cuarto para cambiarme de ropa y salir.

Nos despedimos de nuestros padres y me siento en el sitio de atrás, seria y con la chaqueta puesta por el frío de la noche de otoño.

-No esta tan malo.-Dice Mario.-Es divertido, la gente borracha causa risa.

-Lo siento si te hemos hecho creer que no queremos que salgas con nosotros solo...

-No pasa nada, no me gusta salir, soy una pequeña hormiguita, siempre trabajando, siempre sola y siempre... en casa.-Digo deprimiéndome un poco más. Siento como mis hermanos se callan y eso solo hace confirmar mi nefasta explicación de mi vida. Paran el coche y se sienta detrás conmigo Andres, me apoyo en el y siento un pequeño beso en mi frente.

-Tengo una idea.-Dice Mario sonriente.-¿Por qué no la llevamos a Olvido?

-Ostia esa es buena.-Dice Andres sonriéndome ante mi cara asustada.-Tranquila, es privada.

-La pagamos nosotros, nos quedamos hasta las dos y luego volvemos a casa.

-Vale.-Les digo.-Vamos a la discoteca.-Accedo rendida a su petición. Mario aparca y salimos a la calle, es un gran edificio con un hermoso balcón en la segunda planta y una gran fila para entrar a ella de casi 100 personas.

-¿Cómo vamos a entrar?-Les pregunto y les sigo cuando avanzan y hablan con el segurata. Se giran los tres para mirarme y me dice Mario que me acerque a ellos.

-El DNI.-Me dice el segurata y con un ruedo de ojos, le paso mi DNI. Porque sí, siempre que voy a algún lugar ilegal para menores de edad, me piden el DNI. Me lo vuelve a entregar y se los pide a mi hermano para compararlos.

-Mire.-Le enseño la foto que tengo en la funda.-El bebe soy yo, ellos son los niños que me sujetan.-Parece creerme y nos deja pasar a los tres dentro. Aunque tenga 19 años, mis hermanos tienen 22, voy "con buenas manos".

-No sabía que seguías teniendo esa foto.

-Os echaba de menos, mientras os fuisteis ambos a París para estudiar.-Les digo.

Me abrazan ambos y me dan un beso en la cabeza. Pedimos algo para tomar y quedamos en volver a vernos en la entrada dentro de dos horas y todo por un grupo de chicas que hay en los sofás del fondo. Me siento en un banco cerca de la puerta del balcón, solo llevo una hora aquí dentro y ya me siento sofocada. Siento como alguien se sienta a mi lado y giro mi cabeza para mirar a mi acompañante.

-¿Cómo así tan sola?.-Me dice el chico, es guapo, muy guapo. Moreno, alto, de ojos color chocolate. Se me hace conocido, muy conocido. Sin embargo, me siento cómoda a su lado, no estoy nerviosa como cuando se acercan a mi otros chicos.

-Mis hermanos están.-Me paro y hago un pequeño vistazo por la sala de la discoteca buscándolos.-No se donde están, pero con una chicas o al menos así los deje hace una hora. No me sorprendería nada.

-Entiendo.

-¿Y tú?-Le pregunto.-¿Has venido solo?

-Necesitaba algo de paz.

-Pues este no es...

-El mejor sitio, lo sé. Pero créeme que estoy mucho más en paz aquí que en mi casa.

-Por dios, pues ya debe ser tu casa un completo zoológico.

-Lo es, no están muy contentos por la decisión que tomé hace unos meses y ahora que he vuelto del trabajo.

-Te han echado todo en cara.-Termino la frase por él, sintiéndome inidentificada cuando acabe por decidir que carrera quería estudiar.-¿Puedo preguntar por qué?

-Deje a mi novia, ya, ya no nos queríamos, ambos lo sabíamos pero a los dos meses de dejarlo fue a hablar con mis padres para echarme la culpa de nuestra ruptura.

-Vaya...Lo siento mucho. 

Nos quedamos un rato más en silencio y lo que pasa de noche, la pasamos juntos, hablando, jugando y conociéndonos en una hora antes de irme a casa junto con los borrachos de mis hermanos. Cuando los meto en el coche me quedo fuera para despedirme de él.

-Gracias por la noche tan maravillosa.

-Gracias a ti.-Me dice y me pasa un papel con un número apuntado.-Ese es mi número llámame por favor.

-Lo haré.-Le digo sonriendo y cuando esta yéndose le grito para que se pare de golpe.-¿Cómo te llamas?

-Carlos.
-Yo soy Alba.
-Encantado de conocerte Alba, nos vemos otros día.-Dice y termina yéndose. A las dos y cinco aparco el coche en frente de la puerta. Ayudo a mis hermanos salir del coche y los meto a ambos en su cama a cada uno.

Agotada me tiro en mi cama cansada y me quedo dormida, pensando en aquel chico, morenazo que he conocido en la discoteca.

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One Shot ~ F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora