Narrador omnisciente.
"La masacre de Siria" Jaulas Humanas Clandestinas de Pelea.
Siria.La rubia se mantiene en el espacio para los jugadores, el traje de práctica negro levanta sus atributos de una manera exorbitante, las botas pisan la arena que llena la estancia y sus lentes la ocultan del mundo. El alboroto en aquellas peleas era sorprendente, todos se amenazaban por las apuestas, el dinero y las drogas era lo que más sobraba en ese mundo.
Las jaulas Clandestinas eran consideradas un mundo aparte, casi una fosa, justo donde ella se había criado. Era mejor caer en las manos de las peleas, a caer en manos de su organización , pero aún así no era lo más sano que existía.
El moreno entra con el malhumor hasta las nubes, trae consigo a una mujer de cabello largo y tez bronceada. Los ojos bailables, la piel sudorosa, deja a la vista lo drogada que está. La tiran en el cuarto con el bolso a su lado, la rubia la mira satisfecha y sale con el moreno siguiéndola.
— Ya llegó. Muevete. —le ordenó a la mujer de unos cuarenta años, tenía figura pronunciada con grande masa muscular y senos voluptuosos que hacían todo lo posible por mantenerse en el mini sostén. La horrible cicatriz del cuello con queloide la hacia desagradable.
Todos vuelven a entrar mientras la hija del presidente se carcajea con fuerza.
— ¿Es está la zorra? –pregunta con su voz chillona masticando un chicle.
— Está tiene nombre, zorra. –habla la mujer drogada sin pensarlo dos veces.
La preparadora le da una mirada despectiva, antes de girarse a los que están detrás de ella. La rubia se mantiene entre las sombras.
— Alístala, sale al ring en veinte minutos. –ordena Menete.
Todos empiezan con sus preparativos mientras ellos se van de la habitación. La rubia ve a su amiga disfrazada pasar a su lado antes de chocar manos y que se desaparezca dentro del cuarto.
El plan estaba trazado y ella tenía que sufrir tanto como lo hizo su hermano.
Siria era considerado uno de los países más peligrosos del mundo. Su poco tránsito policial y sus corrupciones electorales hacían fácil el mercado negro y la trata de blancas era su principal centro de ventas. Las jaulas humanas aquí eran ideales porque nadie detendría la masacre.
— Dhal. —habla el árabe. — Lleva tres o cuatro inyecciones.
— Cuando termines de pasearla por las jaulas la llevas con Villanueva, el muy asqueroso quiere verla, el la llevará con el biólogo. —le asiente a la mujer sin desobedecerla. — Aquí tienes.
Le da el maletín correspondido con dinero de sobra. El moreno asiente y la alarma suena indicando que se acabó el tiempo de preparación. La Reina va caminando con sus botas costosas hasta sentarse en la parte VIP esperando el espectáculo; su amiga no tarda en sentarse a su lado observando también.
— ¿Ya le informaste dónde está?
— Si... Pero creo que la dosis en la sangre se le está acabando, va a entrar en abstinencia en cualquier momento.
— Perfecto.
Del lado izquierdo sale Julio Menete con su presa entre los brazos, los ojos drogados de Gina Zimmermann miran a su alrededor con angustia y eso solo sube la satisfacción de la Reina. Se cree que está por encima del mundo y no es así.
La lanzan al cuadro grande lleno de arena. A la Reina la atienden como lo que es y Julio se sienta a su lado limitándose a mirar. En las jaulas nadie la va a ayudar, tan solo ella y su instinto asesino.
Gina se pone pie cuando ve a un hombre de más de dos metros detenerse delante de ella, por órdenes de la Reina le dan un simple puñal porqué sabe de lo que es capaz y al hombre le tiran un hacha.
La desesperación llena cada poro de su cuerpo drogado. Mira a sus alrededores y fija la mirada en la mujer al lado del moreno pero sin reconocerla.
Todos miran con el ceño fruncido cuando ella comienza a arreglarse el cabello sin muchas preocupaciones, el reloj comienza su cuenta regresiva desde el cinco.
3.
2.
1.La alarma suena por los altavoces y el hombre se le va a encima sin pensarlo dos veces. La pelea se basa en sangre y obstinación cuando las personas que apostaron van perdiendo, Julio va llenandose de plata y los gritos aturden a la Reina.
Por un momento su mirada se pierde entre el público, la Reina entrecierra los ojos en su dirección cuando ve unas lágrimas escaparse y rodar por sus mejillas.
— Esto es patético. —susurra en su idioma natal. — Me largo. Emilia te quedas con ella, que no te vea el verdadero rostro y apenas puedas la dejas sola.
La mujer asiente sin desafiarla, y la Reina se levanta largandose de la suciedad de esas jaulas.
No sé hacía cargo de lo que sucediera fuera de sus órdenes, a ella solo le importaba hacerla pasar el infierno que pasó su hermano. Desde ese día estaba molesta con todo el mundo. Gina Zimmermann le debía a la mafia Búlgara, y lo estaba pagando con su propia vida.
Estaba faltando el respeto a las reglas de la organización, pero a ella le habían faltado el respeto primero. Después de todo Gina no era esposa directa de Matteo, tan solo era su novia y eso no le da peso en la pirámide; sin hablar de que tenían una cuenta pendiente desde antes.
Cuando sale, su guardia de confianza le informa los movimientos del líder y ella le resta importancia abordando la camioneta. No le tenía miedo ni siquiera al mismo diablo porque lo veía todos los días al mirarse en el espejo. Y esa pareja "de casualidad" había sido creada bajo su mandato, no por otra cosa.
ESTÁS LEYENDO
La Reina Negra.
Teen FictionEn una historia hay muchas vertientes. El malo intenta tapar la verdad, el inocente no sabe lo que sucede y el verdugo ve todo en silencio esperando su momento para atacar. Las historias comúnmente están mal contadas, cada quien tiene una versión d...