CAPITULO 55.

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Dhalia Ivanova

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Dhalia Ivanova.

Apenas puedo reencontrarme con mi hija nos encaminamos hacia las camionetas para irnos directo hacia el hotel cercano donde me voy a quedar hasta que pase la reunión que se tiene dentro de unos tres días. Alana está presentada frente al mundo entero de la mafia y está reconocida como Búlgara de apellido Ivanova, con desarrollo en Bratva; el respeto que le tienen a Andrei lo voy a usar a mi favor y por lo visto no va hacer nada para impedirlo, eso también implica una doble protección para la niña, la cual tenía desde que se fue por su intoxicación.

Mientras nosotros estábamos aquí jugando a la hipocresía, tenía a una de mis asesinas adentrándose a la farmacia de Luciano y espero que tenga buenas noticias o voy a tener que ir yo misma.

Antes de que pueda abordar la camioneta, Gina Zimmermann grita mi nombre haciendo que mis guardias se giren con el dedo en el gatillo.

— Haz que bajen las armas. —gruñe. — Soy la mujer del líder, no puedes apuntarme.

— Eres la madre de los hijos del líder, sin corona no eres nadie.

Cierro la puerta del coche y avanzo hasta ella sin dar orden de nada. La advertencia y amenaza que me dieron con mi hija me tiene desconfiando incluso de mis guardias.

— Necesito reunirme contigo. —enarco una ceja observandola. — Es urgente.

— Conmigo las cosas con urgencia no sirven, agenda tu cita y te recibiré cuando tenga tiempo.

Me doy la vuelta pero su mano agarra mi brazo haciendo que suelte un movimiento agresivo que la hace retroceder y es lo que obliga a mis hombres a soltar un tiro al aire.

— No toque a la Reina Negra. Retroceda. —la apuntan sin tartamudeos.

— Bajen el arma. —suelta uno de los guardias de Matteo que apuntan a los míos.

La miro fijamente, se para en el usual porte que usa cuando cree que es superior pero tres más de mis hombres se ponen a mi lado para escudarme por si algo sucede. Matteo sale entre la multitud y nos mira fijamente.

— Matteo, ¿Quieres agarrar a tu sumisa de momento? Me está haciendo perder el tiempo. —vuelvo a mirar a Gina. — Si quieres verme, agenda una cita y espera como todos los demás... Buenas noches.

Vuelvo a girarme y abordo el auto, mis hombres se mueven cuando la camioneta lo hace y no tardan en seguirnos el paso lejos de la organización francesa. Alana se sienta sobre mi para recostarse y la acepto gustosa, llena de orgullo porque se que apesar de que he sido una madre un poco distante, poco convencional, y no la he criado como se debe, a aprendido muchas cosas con solo ver o escuchar.

— Te amo mami. —los ojos se me llenan de lágrimas cuando comienza con el temblor habitual de la abstinencia, y la alarma de mi teléfono suena indicándo que le toca el medicamento del que quizás tenga que tomar para toda su vida.

— Yo también, linda guerrera. —dejo un pequeño beso en su coronilla.

Alana es muy inteligente para lo pequeña que es, en la realidad, se que a veces la subestimó y ella me enseña que estoy equivocada. Pero el temor de que me la dañen, como me dañaron a Nikolay me atemoriza completamente. Lamentablemente, mi hija tiene muchas cosas de mi mellizo y esa linda inocencia es una de ellas.

A mí me enseñaron a odiar, a ser agresiva incluso si eso se salía del ser femenina, ser paranoica no importaba si eso implicaba que estaba pendiente de todo lo que sucedía a mi alrededor. A Nikolay lo crío mi padre, él era un excelente estratega «fue el que me convenció de crear túneles para escapar con más facilidad» Leer mapas era su punto fuerte, pelea cuerpo a cuerpo, su puntería era más perfecta que la mía. Y lo más importante, nos acoplabamos a la perfección.

Lastima que esté en un hueco.

Matteo Adams.

Veo como Dhalia desaparece en los autos que no tardan en agarrar movimiento y voy inmediatamente por mi mujer que parece absorta en sus pensamientos. La tomo del brazo con suavidad pero se aparta y cuando me mira fijamente veo la rabia pura que tanto la caracteriza.

— Eres un idiota. —gruñe en Alemán. — ¿Sumisa? ¿Eso es lo que soy para ti?

— Gina, aquí no. —corto el tema enseguida.

— ¿Aquí no? —enarca una ceja. — Claro, como tú puta ya se fue ahora te la quieres dar de muy hombre.

— Gina, Dhalia no es ninguna puta y si montas un espectáculo te van a caer como depredadores.

No quiero decir lo mucho que a todos le disgusta que este presente en esas ceremonias sin ser parte de la mafia completamente, y no solo por eso, si no que el ser parte de CIOS es algo que te marca de por vida y a jodido a varios de aquí. Cómo a Andrei que la mira desde lejos mientras se sostiene de un bastón, Nadia la mira sobre el hombro pero se nota las ganas de enterrarle el puñal, Luciano que la mira con los ojos entrecerrados.

Prácticamente aquí es su suicidio seguro.

— Agarra a tu hijo y vámonos. —demando mientras que las otras dos niñeras dejan a las bebés en su asiento dentro del auto. Lucas se fue en una de las camionetas de Dhalia.

— No voy a agarrar a ningún mocoso.

Aborda el auto cerrando de un portazo, prefiero suspirar que tentar a qué las ganas de cortarle la garganta recorran mi cuerpo. La amo, lo he hecho desde que me ocultaba de ella en la maldita fosa, pero eso no evita que sea la puta que se acostó con mis amigos y que este peligrando al tratar así a mi descendencia.

La niñera deja de Nicolás en los asientos traseros dónde Victoria se recuesta de él, apenas tienen unos meses y ya puedo deducir quienes van a ser más apegados. Al parecer, al único niño que medio quiere es al varón y eso es un peligro para las otras dos.

La Reina Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora