CAPITULO 10.

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La noche siguiente cae más rápido de lo que esperaba

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La noche siguiente cae más rápido de lo que esperaba. Al pirata se le pasó el efecto quedando en un simple malestar estomacal y una gran resaca, y ya estaba en mi habitación filtrándose en los sistemas.

Espero en la camioneta blindada a que den la señal. Yo no estoy con esas ridiculeces de entrar discretos, yo iba a entrar por la puerta principal y también iba a salir por esa misma. El presidente no estaba en la casa, había salido hace unas tres horas con su familia a celebrar el carnaval, la mayoría de los guardias habían ido con él dejando a la casa presidencial con mínimo cincuenta militares.

Me coloco mi antifaz de diamantes, cubriendo mis ojos y dejando al descubierto la otra parte de mi rostro. El cabello rubio lo llevaba atado en una cola alta. Abro la puerta y el tacón de mi bota toca el pavimento.

Las cámaras están apagadas, tienes cinco minutos para entrar antes de que el guardia se de cuenta y toque el botón rojo.

Cierro la puerta detrás de mi, y me cuelgo el bolso del hombro. Camino contorneando mi cintura pasando los cinco minutos que me dijo el pirata.

— Señora ¿Necesita algo? —un militar me detiene cuando paso la pared de hierro.

— Si, todo su dinero.

Alzo la pistola disparándole a tres mientras que mis hombres le disparan a los demás.

Tienes más tiempo, Kyan ya mato al guardia de seguridad. —hablan por el micrófono que está en mi oreja.

Pateó la puerta principal y la alarma no suena porqué ya está desconectada. Varios militares se vienen con la pistola en alto pero nosotros somos más rápido y les disparamos a la mayoría.

Mis hombres se preocupan en escoltarme hasta el ascensor, y luego de ahí tiran a matar ya que esa fue mi orden. Bajo en el ascensor presionando el botón que no tiene número.

Mi señora. —hablan por mi micrófono pero no contesto solo espero a que continúe. — Tienes compañía en las bóvedas.

Frunzo el ceño, todavía faltan dos pisos para llegar, veo a la pequeña pantalla que descansa en mi muñeca en modo de reloj. Veo las cámaras escondidas que había puesto el otro día, en efecto hay hombres pero no son del ejército.

Es la Cosa Nostra.

Aprieto la mandíbula. Alzo la mirada hacia la rendija del techo para salir del ascensor, me impulso desde un posa manos que hay y cuando logro sacar todos los tornillos con la punta de mi daga, me sostengo de mis brazos y subo escondiéndome en la parte exterior de la máquina. El aire impacta contra mi cuerpo obligandome a aferrarme para no salir volando.

Apenas las puertas se abren rinden tiros al ascensor vacío, miro todo desde arriba. Uno de los hombres entra inspeccionando en lugar y se gira para ver a quien sea que esté afuera y niega con la cabeza.

El ascensor se cierra en tres... Dos...

Uno.

Las puertas comienzan a cerrarse y antes de que el hombre toque el botón caigo encima de sus hombros y le cortó el cuello sin inmutarme. Los tiros comienzan así que uso al hombre de escudo humano, y salgo llevándome a los demás hombres por el medio cuando detienen el fuego.

Sueltan las armas y vienen por mi directamente. Peleó con dos, y al tercero le doy con la empuñadura del arma en la cabeza. Otro viene por mi y me hace retroceder pero la patada que le doy en el estomago es tan fuerte que el tacón de aguja en mi bota le perfora el abdomen, termino de rematarlo con un tiro y continúo.

Veo el hombre de traje negro al que evitan que llegue, pero soy una máquina asesina, fui criada para matar a sangre fría y para ser una hija de puta.

Claramente voy a llegar a él.

Le disparó a dos en la cabeza, pero uno me agarra de un brazo haciéndome retroceder. Tan solo quedan dos, me agacho y saco un dirk de mi bota y le cortó el cuello antes de lanzar el arma con todas mis fuerzas y clavarsela al hombre del traje en el pectoral. Justo donde se que tiene un tatuaje de un león.

Detiene a sus hombres y no se inmuta ante la herida, se saca el arma tirandomela a los pies y se abre la camisa dejandome observar un chaleco antibalas. Por lo lejos que estaba mi arma no iba a atravesarle a profundidad y tampoco pretendía matarlo, todavía no.

— Cobarde. —murmuro antes de pasar por encima de los cuerpos.

— Dhalia Ivanova.

— Dolor de ovarios.

Me sostiene la mirada y yo de igual manera. Sabía que iba a venir, la advertencia de ayer estaba más que obvia. Pero se va de aquí con menos de la mitad de los hombres con los que vino.

— Ahora toda una ladrona.

— Yo no robo lo que me pertenece.

Paso por su lado tropezando su hombro con el mío, hasta detenerme frente a una de las bóvedas.

— Me pregunto que ocultas bajo esa casa impenetrable. —murmura y yo me tenso. — Deberíamos robar esto juntos, como en los viejos tiempos.

Escucho el ascensor y mis hombres bajan de la máquina apuntando de inmediato. Pero él tan solo tiene a dos hombres vivos y es tan estúpido como prender fuego esto.

— Yo no recuerdo ningún viejos tiempos contigo. —murmuro entretenida en lo que hago con las claves.

Siento su cuerpo al apegarse al mío por detrás, me doy la vuelta alzando una daga que saque de mi muslo pero él la detiene con su mano y la otra la lleva a mi cuello. Mis hombres no avanzan pero están preparados para disparar.

Los hombres de arriba no eran militares. —habla el pirata.

Lo sé.

Pega mi mano con fuerza de la pared haciendo que suelte la daga. Esa misma mano va a mi muslo acariciándolo.

— Eres mala mentirosa, no puedes borrar los recuerdos de cuando te tocaba. —susurra acercando su rostro italiano al mío.

— Oh cariño, claro que puedo. Una vez que tú enemigo me agarraba contra aquella cama rusa... —me muerdo un poco el labio inferior y suelto un gemido fingido. — No tienes ni idea como sonaba esa cama.

Me despega de la pared y me azota contra está misma, aprieto la mandíbula con el dolor pero ni me inmutó ante él. Llegué a un estado de mi vida en el que nada parece doler y no pienso salir de el.

— Tan mentirosa como de costumbre. —los ojos le irradian de ira y yo le sonrió abiertamente.

— No tengo porqué mentirte. Deja de mentirte a ti y a tu orgullo.

Le dejo un pequeño beso en los labios antes de darle la patada que lo impulsa hacia atrás. Veo con satisfacción su pequeño ego herido y como se da la vuelta retirándose con sus hombres.

Le hago una seña a Leonardo y él habla por el aparato indicando que el león va saliendo.

La Reina Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora