CAPITULO 36.

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Algún lugar recóndito en el mundo

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Algún lugar recóndito en el mundo.
País desconocido.
Horario desconocido.
Personajes desconocidos.

Pirámide negra/CIOS.

La madera fría armaba una cabaña no tan grande y poco habitable, el olor de la madera, el mojo y el pino hacían un contraste en el ambiente. Una mesa de cristal compuesta por tres sillas aguardaba en medio de aquella extensa sala, fría y sola como de costumbre, una luz tenue y amarillenta perteneciente a las velas que rodeaban la habitación, iluminaban un poco el aterrador lugar.

La brisa fría de invierno congelaba al rozar con la piel, erizando al instante. En algún lugar recóndito, quizás estaba en Alaska o en Canadá, incluso podías pensar en Mongolia para imaginar el lugar; detrás de una frondosa montaña, tres personas iban entrando por diferentes lugares.

Solo tres personas iban a saber de ese lugar y le pertenecía solo a una.

El primero, el depredador, llegó por la puerta trasera con la pistola en la cinturilla de su pantalón. El segundo, el guardián, entro desde los túneles subterráneos que daban directo al sótano de la cabaña. De último, pero no menos importante, Apis mellifera, como de costumbre entro por la puerta principal, la daga descansaba en su correspondiente lugar, y las pistolas iban a cada lado de su cuerpo.

Las pistolas se alzan cuando entran a la misma habitación, todos se apuntan con los ojos entrecerrados, el silencio se extiende hasta que se acercioran que nadie los a seguido; cada uno toma asiento en una silla sin saber con exactitud cuál es la cabeza de la mesa.

Tres esclavas entran con la cabeza agachada, sirviendo dos tipos de licores: whisky escosés y licor de Chambord. Esos olores se unen con los antes nombrados, formando tensión.

Tenemos que terminar ésto cuánto antes. —comienza el guardián. — Una boda es nuestras última elección.

No voy a casarme. —gruñe Apis antes de beber de su vaso. — No pienso hacerlo.

Es lo que toca. —ruge el depredador. — No tenemos muchas opciones.

¡Recuerden que ustedes no pueden estar juntos a nivel sentimental! —puntualiza el guardián. — Me da igual lo que pase después, pero durante ese tiempo, no.

Apis observa al depredador en total silencio, definitivamente era al amor de su vida. Tenía muy en claro que no podían estar juntos, los dos poseían demasiada potencia y las claves para destruir el mundo estaban en sus manos. Pero ¿Qué importaba un poco de caos en el mundo? Después de todo, CIOS ya lo estaba causando y no serían tan señalados si la mafia también participaba... ¿O sí?

Solo cinco... ¿No? —susurra muy bajo.

Si, tan solo cinco. —afirma el depredador, su instinto sale a flote y quiere agarrar su mano pero se detiene porque sabe que no será bien recibido.

La Reina Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora