CAPITULO 46.

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Información: Todo lo que vaya con este formato de letra o esté expresado en primera persona es un pensamiento

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Información: Todo lo que vaya con este formato de letra o esté expresado en primera persona es un pensamiento.

Narrador omnisciente.

El puñal que le clavaron por la espalda a la reina no solo duele, arde, quema sofoca todo a su alrededor, el instinto asesino y sobreprotector crece, el arrepentimiento de haber confiado en Luciano Di Marco es peor, ese la consume. Hubiera preferido que le inyectaran Bhake a tener que ver a su hija conectada a los aparatos, totalmente inconsciente. El monitor que marca sus latidos la calma de cierta manera porque sabe que está bien, está estable, pero el aspecto de la pequeña princesa revela otra cosa.

La española distribuye la información a todos los Ivanova que de inmediato se ponen en marcha hacia Veliko. Habían atacado a la más pequeña de la casa y todos irían de inmediato a tomar las riendas del camino otra vez. Un Ivanov no baja la cabeza, mantiene la frente en alto y da pelea con cabeza fría, pero la reina no tenía la cabeza fría, estaba hirviendo en rabia y agonizando en ganas de matar. La niña que peleaba para sobrevivir en la fosa sale a flote convirtiéndola en su peor faceta.

Adriel suspira al enderezarse después de terminar de colocarle el suero, ve a su hermana la cual está recostada de la puerta del armario con la mirada fija en su hija.

— Estará bien, haré estudios para ver qué sucedió. —se detiene delante de la rubia la cual despega la mirada de su hija para posarla en su hermano. — Llegaremos al motivo ¿Está bien?

— Ya tengo el inicio. —aprieta la mandíbula. — Y empieza con Luciano Di Marco.

— El que te amenazó fue Andrei ¿Y estás culpando a Luciano?

— Es imposible que Volkova entrara a la farmacia principal de La Cosa Nostra, solo tienen acceso la familia o el consejero junto con los guardias de seguridad principales de Luciano, y ninguno entra al laboratorio.

— Igual no puedes culparlo...

— Claro que puedo. —gruñe la rubia enderezandose. — He visto esa argolla en uno de sus fármacos y creeme que daré con el nombre.

— Dhal... Tranquilízate.

— ¡Cuando veas a tu propia hija convulsionar puedes decirme que me calme! —grita repleta de rabia. — Mientras eso no suceda mantén la boca cerrada y haz tu maldito trabajo.

El castaño la mira y agacha la cabeza saliendo de la habitación sin decir más nada. Sin importar si son familia, todos tienen que respetar al líder actual y ese respeto se lo ha ganado con sudor, sangre, ampollas, heridas y decepciones.

Una vez que está sola, permite que las lágrimas rueden por sus mejillas apartandolas al sentirse rara por llorar, toma asiento en la cama observando a su hija. Es imposible no sonreír porque parece un ángel, te da esa sensación de paz con tan solo mirarla, la nariz respingada y las pecas de esa zona la hacen naturalmente adorable, las pestañas castañas y largas entornan sus ojos que ahora están cerrados.

La Reina Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora