CAPITULO 41.

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Luciano Di Marco

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Luciano Di Marco.

La actitud sumisa de Dhalia no deja más en evidencia que tiene vergüenza por lo que le dije. Tengo demasiado, en serio, demasiado tiempo conociéndola como para saber lo que está pensando en este momento. Observo desde la entrada de mi casa como se acerca al auto con Alana en brazos y la mete en los asientos traseros, el vestido blanco es corto y expuesto como se que le gustan.

— Señor. —la voz de mi guardia me saca del trance. — Al lince lo estan siguiendo tal y como ordenó, hasta ahora solo se queda en una casa pueblerina no tan lejos de su casa principal. No hay movimientos más alertosos que ese, pero el boyeviki infiltrado nos informó que va hacer un movimiento hacia Bulgaria, a uno de los pueblos poco habitados.

Bulgaria es el mejor lugar para esconderse, pero Dhalia tiene casas en cada provincia de su país natal y no le será fácil hacerlo. Dhalia Ivanova es conocida por ser la Reina de Bulgaria, todos la reconocen, la veneran y la respetan, está de la mano con el presidente y prácticamente es intocable en ese lugar.

La rubia me espera sentada en el asiento del copiloto pero la veo más entretenida hablando con Alana que mirando hacia aquí. Abordo el auto luego de unos minutos, escucho vagamente de lo que hablan las mujeres del vehículo pero no lo suficiente como para saber algo interesante. Hablan en español y cantan algunas canciones.

Dhalia se coloca los lentes de sol cuando esté se filtra en el auto, Alana también lo hace luciendo sus lentes en forma de corazón.

— Princesa, ¿Qué es eso? —habla Dhalia con diversión.

— Mis lentes de Gucci. —mueve la cabeza de un lado a otro mientras cierra los ojos.

La rubia voltea a mirarme, me encojo de hombros para restarle importancia. Me detengo en un restaurante de comida rápida para niños, bajamos del auto y nos adentramos al lugar.

— Mi señor. —la encargada se acerca hasta donde estoy dandole una mirada de pies a cabeza a mi mujer. — Su mesa está lista. La mejor mesa del restaurante y el parque está solo como usted lo pidió.

— Bien, Alana pide lo que quieras. —la niña sonríe complacida y se va con la mujer que no tarda mucho en ponerle una corona.

Observo a mi mujer, mira el lugar con los ojos entrecerrados y luego veo como se va relajando visiblemente. Se planta frente a mi con el ceño fruncido, alza sus manos llevándolas hasta mis pectorales fingiendo retirar una peluza inexistente.  No es estúpida, tenemos demasiado tiempo juntos para reconocer cuando una mujer está interesada en mí, sin embargo, estoy interesado en sus ataques de celos repentinos. Uno de sus dedos se introduce por el espacio de los botones tocando mi piel expuesta. Me mira entre sus pestañas antes de parpadear un par de veces.

— ¿Quién es esa? —enarca una ceja mientras la miro desde mi altura.

— La encargada del restaurante.

— Es absurdo, yo puedo ser la encargada del restaurante. —se queja con un bufido.

— No. Tu eres la dueña.

El brillo que le toma los ojos es muy parecido al de Alana cuando le compro algo que quiere.

— La dueña puede ser la encargada.

— Cómo quieras. —no doy más palabras a la tonta discusión de encargados y dueños.

— ¿Le compraste Mcdonald's a la niña? —me da una mirada de ojos entrecerrados y sonrió lentamente. — ¡Estás demente!

— Es una niña, esto es algo mínimo.

Me encojo de hombros y a ella no le da tiempo de replicar porque Alana se la lleva para que se monten en el parque. Tomo un lugar en la mesa mientras observo a las dos mujeres que se parecen demasiado para mí gusto, Dhalia carcajea con las cosas que le dice Alana y está me saluda cuando llega a la cima del parque en forma de castillo.

Uno de mis hombres llega a mis espaldas y no dice nada, solo me enseña el iPad de Dhalia que me deja ver cómo Andrei acaba de pisar Bulgaria. Aprieto la mandíbula y devuelvo el aparato.

Acaba de llegar y no puede irse tan pronto. Pero nada la va a detener cuando lo sepa, porque ya entendí que incluso Alana la respeta como su líder y como su mamá.

Dhalia Ivanova.

El lince piso tierras Búlgaras.

Mientras juego con Alana en el parque, el aparato en mi oído se enciende y me dan las gratas noticias. No me preocupo que esté en mi terreno, es un pobre animal herido que tiene su manada reducida y está en tierras enemigas. La amenaza está clara y planteada: Todo aquel que pise mis tierras sin avisar lo mató.

Está refugiado en el noroeste de Bulgaria, en el corazón de Dobrich.

La voz del pirata se hace presente retumbando en mi oído. Llegó unas horas después que llegue a tierra italiana, y ha rendido completamente devoción a mi organización. En los piratas no se puede confiar, pero ya que he convivido con él desde que éramos niños no me queda de otra que aceptarlo.

Por otro lado, Dobrich es una zona donde Andrei se puede ocultar con facilidad, tiene una población media, es discreta y puede esconderse en el centro de la provincia sin llamar la atención. Pero soy la puta ama, claramente se lo que sucede en cada provincia de mi país.

Veo a Luciano en su puesto del restaurante, acabo de volver y ya tengo que irme. Suspiro sintiendo el relajo de haber descansado como se debe, me ocupo en seguir jugando con Alana y después llevarla a comer.

Luego me ocuparé de aquel corazón herido.

La Reina Negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora