In this world, it's just us

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A la mañana siguiente, su desepertador sonó temprano, se levantó y después de darse una ducha se miró al espejo.

Tenía aún más moratones en sus brazos, cada vez le resultaba más complicado esconderlos con la llegada de la primavera a la vuelta de la esquina. Bajó al salón y preparó el desayuno. Preparó el café de Derek mientras ella prefería tomar un té frío.

Escuchó el sonido de las piernas del joven bajando las escaleras y su cuerpo se tensó. Decidió no moverse hasta que sintió un brazo en su cintura, su marido besó su mejilla antes de sentarse en la silla de la cocina.

-Buenos días.-dijo como si nada de lo del día anterior hubiera pasado.

-Hola.-dijo ella mientras tomaba un sorbo de su té.

El joven agarró su tostada y le dió un par de bocados. El ambiente podía cortarse con un cuchillo, era tan tenso que resultaba muy incómodo.

-Estás muy callada.-dijo el joven dándole un sorbo a su café.

Babi lo observó y tras unos segundos cogió una bocanada de aire. Había tomado una decisión.

-Quiero hablar contigo.-dijo de manera decidida.

Eso pareció haberlo tomado por sorpresa. El joven dejó la taza sobre la mesa haciendo un ligero ruido en forma de amenaza, pero Babi no parecía temblar en ese momento.

A finales de esa misma semana, Ghost caminaba por los pasillos de la base. Su máscara de calavera seguían en su lugar, completamente impecable como siempre. Miraba hacia el frente con la cabeza pero hacia el suelo con los ojos. Sus pupilas vieron unos zapatos algo pequeños sobre el suelo, seguido de unas piernas con medias de color negro y una falda del mismo color.

Una base militar no era exactamente un buen lugar para llevar una falda.
Y no era seguro llevar una al lado de Ghost.

Era su prenda favorita de ropa. Cualquier tipo de falda, con cualquier estampado y cualquier longitud. Pero si podía elegir, sus favoritas eran las de corte en A de color negro o blanco completo sin ningún dibujo o adorno.

Siguió sus piernas hasta acabar en su cabeza, su pelo rubio ceniza había crecido algo más, llegaba casi por sus homoplatos. La joven se giró, normalmente la gente se asustaba al mirarlo, sobre todo por supuesto los civiles. Pero sus ojos no mostraron miedo en ningún momento, por el contrario, le dedicaron una cálida sonrisa.

-Teniente Ghost.-le saludó la joven girando sus talones hasta él.

-Barbara Miller.-respondió el adulto en forma de saludo, de nuevo en su tono frío y distante.-¿Se encuentra bien?-preguntó algo más cercano, pero en su tono no parecía demostrar que realmente le importase.

Aunque lo cierto, es que sí que le importaba. Sobre todo después de haber encontrado a su marido drogado y con una stripper en su regazo.

-Sí. Venía a ver a mi padre.-dijo señalando la oficina del sargento Miller.

Por un momento se le había olvidado que su padre era el sargento Miller. Apenas había interactuado con él, no habían ido a misiones juntos, pues su padre no pertenecía a las fuerzas especiales.

-Claro.-respondió de manera cortante.

Sin ni siquiera despedirse, Ghost se preparó para darse la vuelta y volver al gimnasio de la base. Pero la chica no parecía dar la conversación por satisfecha.

-Ahora seremos compañeros de trabajo, teniente.-dijo sonriendo.

Ghost paró antes de darse la vuelta completa y giró de nuevo su cuerpo hasta la joven. Parecía muy sorprendido de sus palabras. Era más que evidente que Bárbara no era una soldado. No era fuerte, no tenía un entrenamiento necesario, ni era capaz de disparar un arma. Lo cierto es que era todo lo contrario, se la veía una chica delicada, sus uñas estaban hechas en una manicura perfecta con varios anillos decorando sus dedos, entre ellos, su anillo de diamante que su marido le regaló. También tenía unos pendientes a juego, los cuales también parecían de diamante.

Luz de mi vida. (Ghost) Call of dutyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora