Zimbabue

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Enero

La joven caminaba buscando algunos instrumentos para los chequeos. Se movía con pesadez hacia los integrantes del grupo. Eran varios soldados, algunos los conocía de vista, otros era completamente nuevos.
Estaba seria, algo que no era muy común en ella.

Terminó los exámenes médicos y suspiró sentándose en la camilla. Leah se acercó a ella, llevaba una bolsa de hielo en la mano.

-¿Me puedes explicar otra vez dónde te has caído?-preguntó colocando la bolsa de hielo sobre su ojo.

Todo el alrededor del ojo de la joven estaba coloreado de morado. Tenía suerte de no tener los párpados demasiado hinchados.

-Me he dado con un extintor.-mintió.

Miró hacia su propio reflejo en una bandeja con utensilios. Apenas se reconocía. Y eso era lo que más le dolía. Ya no tenía las mejillas sonrojadas ni sus labios dibujaban una sonrisa. Su pelo había perdido brillo y sus ojos solo mostraban cansancio. Estaban tan apagados que cualquiera diría que habían perdido cualquier ilusión.

-Siempre te estás cayendo.-dijo Leah.

Su compañera siempre intentaba sacar el tema de manera disimulada, Babi sabía que solo trataba de ayudarla. Pero no se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado o que no cree que tiene un problema.

-Soy muy torpe.-se quejó y miró hacia otro lado.

Leah la miró subiendo una ceja y dio un ligero suspiro. Apretó algo más el hielo en su piel la cual estaba comenzando a ponerse roja debido al frío.

-Sabes... Es curioso. Te he visto coser heridas con el pulso de un relojero, te he visto bajar de la escalera con las manos cargadas de cosas con la gracilidad de una bailarina de ballet, pero chica, cada vez que llegas a casa te vuelves una persona muy torpe.-dijo mirándola y tensando sus labios en un hilo.

Los ojos grises de Babi la miraron durante algunos segundos, tragó saliva y finalmente sus pupilas cambiaron de dirección.

-Es que cuando llego estoy cansada.-se excusó.

Leah suspiró, asintió con la cabeza dejando el tema a un lado. No valía la pena insistir. Solo la alejaría aún más.
La última tanda de soldados, el sargento Gaz y el teniente Ghost llegaron a la enfermería. Leah se encargó de Gaz mientras que Babi agarraba el estetoscopio para colocarlo en el pecho del teniente.
Midió su tensión, su peso y altura. Y por ultimo, sus reflejos.  Al final cogió una pequeña linterna y fue cuando miró directamente sus ojos, había estado evitándole todo el chequeo médico, pero no tenía opción en ese momento. Los oscuros ojos de Ghost la observaron y sus pupilas fueron directamente al hematoma al lado de su ojo.

-¿Quién te ha hecho eso?-preguntó mirándola directamente.

-Me he caído.-mintió mientras apuntaba los resultados.

El teniente se rio con sarcasmo mientras cruzaba los brazos sobre su pecho. La joven se sorprendió y lo observó mientras parpadeaba.

-Mhm.

La mandíbula de Babi se tensó y sus manos comenzaron a temblar. Se las guardó rápidamente en el bolsillo. El sargento Gaz terminó y se dirigió con Leah hasta el despacho para actualizar algo de información de sus papeles.

La joven dejó los instrumentos a un lado y suspiró.

-Hemos terminado.

-Estás muy callada.

-Mira quien fue a hablar.-dijo la joven.

Aunque se arrepintió instantáneamente. Odiaba como siempre estaba a la defensiva con todo el mundo, odiaba tener siempre miedo, odiaba la persona en la que se estaba convirtiendo. Ghost se sorprendió de la respuesta. Se puso en pie y la observó. La joven se abrazó a sí misma y miró hacia otro lado, algo no iba bien. No parecía la misma de siempre. Por el contrario, se parecía más a la que había conocido en la guardería, una que solo se defendía como un cachorrillo asustado.

Luz de mi vida. (Ghost) Call of dutyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora