Feliz navidad, Ghost

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La joven entró en la enfermería como de costumbre, había mucho trabajo esos días, por lo que haría el turno del medio día, no le gustaba demasiado ese turno pues salía muy tarde, con apenas tiempo para hacer nada más. Por lo que había ido a hacerse la manicura y a la peluquería antes de entrar.

-Buenos días.-dijo de manera alegre.

Observó el interior de la enfermería, algunos soldados junto a Ghost y el capitán Price se encontraban allí. Se sorprendieron al escuchar la actitud tan positiva de la chica, en la planta de arriba, donde se encontraban sus despachos, no solía respirarse ese ambiente tan agradable.

-Muy buenos días, señorita.-dijo Price sonriendo.

-Babi, termina de tomarles la tensión, tengo... Algo que hacer.-dijo antes de correr a por su teléfono.

Llevaba ya mucho trabajando con Leah, sabía que tenía que ir al baño, era increíble como la chica podía ir siempre a la misma hora, todos los días. La joven intentó no reírse, pero fue en vano. Asintió y cogió el tensiómetro. Se acercó primero al capitán, le tomó la tensión y apuntó los resultados.

-Está usted muy sano, capitán. ¿Cuándo es la misión?

-Gracias, cielo. Nos iremos en una semana. Si me disculpas, tengo que hacer unas llamadas. Cuida de mi teniente, tranquila, no muerde.-bromeó dando unos golpecitos en el hombro de la enfermera.

La chica rio y se acercó a Ghost quien rodó los ojos ante la broma de Price. Este se quitó la chaqueta para que pudiera tomarle la tensión. Aún llevaba sus guantes, pero a la joven le sorprendió los numerosos tatuajes de su brazo, recordaba la primera vez que los vio en aquella fiesta a la que fue Mielle. Entre ellos muchas calaveras y demás dibujos que intentó no quedarse mirando. Su vida había cambiado tanto desde ese día...

-¿Cuándo estaréis de vuelta?-preguntó con suavidad la joven mientras colocaba la pulsera en su brazo.

-No lo sé.-respondió de manera cortante mientras giraba la cabeza.

-¿No puedes decírmelo?-preguntó la enfermera de manera juguetona, estaban ellos dos solos en la enfermería.

Solo se escuchaba la lluvia fuera de la base, las gotas golpeaban fuertemente el cristal y casi sonaban como piedras.

-No lo sé. Cuando te vas puedes estar una semana o un mes. Supongo que un mes.-respondió el adulto de manera seca, para ninguna sorpresa de la joven.

-Entonces llegaréis justos para navidad.-dijo la joven con una sonrisa.

El teniente se encogió de hombros, parecía no tener demasiada ilusión por esas fechas, por lo contrario, Babi estaba deseando, eran las primeras navidades siendo tía. Su sobrina Chloé acababa de llegar al mundo, no podía esperar para mimarla y comprarle miles de cosas.

-Supongo.-respondió el adulto de manera cortante.

-¿No te has portado bien este año?-preguntó la joven mientras reía y apuntaba su tensión en su registro médico.-Santa Claus te va a traer carbón.

-Dudo que me traiga nada, para qué voy a portarme bien.-dijo y negó con la cabeza en un gesto un poco más amable.

Babi rio un poco y guardó el tensiómetro, aunque por lo que hablaron el día de la grúa, era posible que el teniente no bromease y que realmente no tuviera a nadie que le regalase nada por navidad.

-Nunca se sabe.-dijo la joven y sonrió un poco.

-Sí que lo sé. ¿Has terminado?-preguntó mientras se ponía la chaqueta de nuevo.

Luz de mi vida. (Ghost) Call of dutyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora