Rebelión en la granja

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Que nadie se enorgullezca de la servidumbre aunque sea voluntaria. (Rebelión en la granja)

Una cadena puede ser tan fuerte como su eslabón más débil. (Rebelión en la granja)


Solo habían pasado un par de días en aquella casa. Un gran rancho en mitad de la nada. Rodeado por vallas, las cuales no parecían demasiado altas, como si no fuera un problema saltar las con facilidad. Babi se encontraba en el jardín preparando una taza de té siguiendo las instrucciones de Puppy para que quedara perfecto.

El rancho estaba lleno de animales los cuales abastecían la granja sin problemas. Había caballos, muchos caballos, cerdos, vacas, gallinas, ovejas, conejos... Todo lo que se podría imaginar dentro de aquel gran rancho.

La joven tenía la tetera entre sus manos, miró hacia un lado al oír como algo se movía. Era uno de los conejos saltando hacia la valla. El pequeño animal miraba la valla con inocencia, sus orejas caían hacia atrás. Se preparó para saltar la valla para alcanzar su libertad.

Pero en el salto, su pequeño cuerpo rozó la valla, la cual estaba electrificada, entendía entonces porqué la valla eran tan pequeña. El olor a chamusquina y el cuerpo carbonizado del animal hicieron que cerrara los ojos con fuerza.

-Eso le pasa a los que desafían las reglas.

La joven cogió aire y abrió los ojos para mirar hacia un lado, Puppy la miró con pena, como si estuviera recordando a alguien. Babi suspiró y colocó la miel y el azúcar en una bandeja. Las tazas eran de porcelana azul, tenían detalles en dorado los cuales parecían hechos con panes de oro. La tetera iba a juego. Había dos tazas y una tetera, también las cucharillas y unas flores para decorar.

-Había otra Bunny, antes.-explicó.

-¿Qué le pasó?-preguntó Babi curiosa.

-Se convirtió en un animal de la granja. Obedecer al jefe es lo que nos distingue a todos de los animales. Si no lo hacemos, nos convertimos en uno más.-dijo mirando el chamuscado cuerpo del conejo cerca de la valla.

Babi había descubierto al mayor psicópata de todo el universo. Era un personaje muy curioso, no se sabía con certeza cuando hablaba metafóricamente y cuando decía algo de verdad. Boss era un hombre muy extraño. El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Recordaba la frase del libro favorito de Simon.

Quizás estaba tan borracho de poder que nunca podía encontrarse sobrio. Viviendo en una granja donde lo único que hacía era vivir como un rey. Literalmente como un rey. Tenían que hacerle una reverencia cuando pasaban por su lado. Tenía una especie de harén con todas las mujeres que compraba. Lamby le explicó que Boss aún no quería tener hijos, pero que algún día llenaría todo el rancho de niños.

Las chicas parecían completamente adaptadas a él. Pobres criaturas, cuantos años llevarían allí.

La joven agarró la bandeja y caminó hacia el gran salón donde Boss pasaba casi todo su tiempo. Un día en Zimbabue era como una semana en casa. Pero una sola hora en la granja se sentía como un día entero en la base. Como extrañaba la base, la simple y aburrida base, la cual en su memoria era entonces un aunténtico paraíso.

La joven llamó a la puerta donde escuchó la cantarina voz de Boss.

-Pasa, querida.

La joven entró con cuidado de no derramar el té. Aquel hombre no parecía realmente peligroso. Sí muy curioso, pero no peligroso. Sin embargo, todos sus secuaces sí eran muy peligrosos. Debían de estar ganando mucho dinero gracias a él, por lo que no les temblaba el pulso a la hora de castigar a alguien, ya fuese otro guardia o una de las chicas. Pues no había vuelto a ver a la joven que se llevaron.

Luz de mi vida. (Ghost) Call of dutyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora