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La soledad era la única compañera que tenía en estos momentos, sentía que la presión en mi pecho no se iba desde que el se marchó, no sé cuánto tiempo ha pasado, ¿una semana? ¿un mes? o ¿un año?

La verdad ni me interesa, muchos me intentaron animar, me decían que el volvería y muchas cosas más a las cuales ni les quise prestar atención.

Solo quería sumergirme en este dolor que no se marchaba, sin dudas quería morir.

Pero no se podia, Carlisle suele venir a ver cómo estoy, a traerme de comer o hablarme para que no siga deprimido, no quería salir de su habitación, en ella aún permanecía su olor, el cual con el paso de los días, desaparecía.

Sae está siempre cuidando de mi, el fue el único que se quedó en la casa, asegurando que solo lo hizo por qué le era un dolor de cabeza volver a su país.

Claro que el no sabía que leía su mente y en realidad solo se quedaba por su hermano, prometiendo cuidarme.

Suspire cuando Sae dejo un plato de panqueques con miel y frutillas delante de mi, en silencio me comí el desayuno mientras observaba como el otro acomodaba los utensilios en su lugar.

— Rin llamo.

Al escuchar esto, sentí un calor en mi pecho y mis ojos lagrimear, era la primera vez que llamaba luego de meses, si, meses.

Rin se había marchado hace 10 meses, lo poco que sabía era que si gano el partido y de ahí se tuvo que ir a jugar contra Italia, de ahí no se más.

Sae no dice mucho, solo pequeñas cosas, pero cuando intento leer su mente, solo maldice a no se quién y ya.

— Mmm... ya, que más? — pregunté desinteresado, intentado no mostrar un poco mi malestar.

Note que dudo un poco pero luego hablo;

— Rin consiguió un contrato, el no volverá dentro de 5 años. — aunque intento decirme con delicadeza la información dicha, algo en mi se destrozó.

Lo mire unos segundos y asentí, termine el último bocado de mi panqueque, me levanté de mi asiento mientras llevaba a lavar el plato donde comí.

— Bien por el...

Fue lo único que pude decir, cuando lo volví a mirar, Sae se mantenía serio, como si esto no fuera nada, pero en sus pensamientos solo habían palabras de lastimas que me quería decir, pero no deje.

— Estoy bien, no hace falta que digas algo más.

Fue lo último que dije y volví en aquella habitación que me hacía recordarlo.

Las pequeñas sonrisas que me dedicaba, que aunque eran leves y pocas, pero que atesoro, también cuando se enojaba tenía ese algo que me atraía, lo protector que era con aquellos que quiere y sus besos, esos besos que nunca olvidaré.

Me encanta todo de el, no puedo negar que caí como un tonto enamorado, pero ahora, lo perdí.

No sé si vuelva a verlo o si quiera verme, me encantó conocerlo, muchas de sus facetas, pero por favor Rin, no conozcas a alguien más, por favor vuelve...






...vuelve amor...







[...]

— ¡Ah! que cansancio, no he podido al menos descansar como se debe, ¡cuando podre hacerlo! — se quejaba entre pequeños berrinches un bicolor, el cual estaba acostado en el suelo cuando un pelinaranja lo miro fastidiado.

— Bachira, madura, a veces pareces un niño. — le dijo mientras se alejaba de el, otro más apareció y nego mirando al mencionado.

Tu Eres Mi Partido [ Edward Cullen ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora