17. Farfalla

16 1 0
                                    

El regalo de graduación de preparatoria de Sofía era una hermosa cámara fotográfica de última generación. Tras la desgarradora despedida de su amor de juventud en la estación de trenes de Florencia, Sofía había perdido la vitalidad que la caracterizaba. Preocupados de que una tardía metamorfosis quimérica surtiera efecto en su hija, sus padres decidieron hacerle ese regalo que ella había pedido con tanta insistencia para aligerar así su días de vacaciones.

La chica tomó el aparato en sus manos y no pudo evitar pensar en el ojo de un cíclope, capaz de capturar la realidad desde una perspectiva diferente. Con la cámara colgando de su cuello, Farfalla se iba a la piazza de la Signoria en Florencia, capturaba las siluetas de los héroes griegos y creaba retratos de las historias mitológicas que bien podrían ser reales. La chica pasaba las tardes tumbada en el césped de los parques. Imaginaba a Leonardo a su lado y hasta creía escuchar el latido de su indómito corazón. Veía pasar las nubes y capturaba las formas fantásticas con su "ojo de Gorgona", que petrifica todos los gestos en un momento para siempre.

Después de ver esa colección de retratos, similar al cuaderno de dibujos de Leonardo, Farfalla decidió estudiar fotografía. Buscó información de una escuela lejos de Florencia, con el sueño de practicar su francés y encontrarse a Leonardo por casualidad. Le gustaba recrear esa escena en su mente: Farfalla paseaba sola por una de las calles de Suiza después de comprar comida para gato. Se imaginaba caminando pensativa, callada, cuando de pronto, a lo lejos, observaba una figura familiar de cabellos ondulados y barbas como las de un chivo. Unos ojos verdes la miraban anhelante y ella reconocía la figura de Leonardo. Los dos corrían, se abrazaban. Leo la tomaba entre sus brazos y la levantaba del suelo con toda su fuerza protegiéndola de ahora en adelante como su príncipe.

Se le hizo costumbre imaginar esa hermosa escena de final de cuento de hadas. El escenario y el color de cabello de Farfalla era lo único que cambiaban. En ocasiones imaginaba un pequeño café de Zúrich; en otras caminaba bajo la lluvia con paraguas en mano y Leo, empapado, corría hacia ella. En cada escena los dos se decían interminablemente: "te amo", una y otra vez.

Con estas pasiones insatisfactorias y deseos infantiles, Farfalla les dio un beso en la mejilla a sus padres y se fue a Zúrich a estudiar fotografía, con la esperanza de encontrarse a sí misma y a Leonardo.

Así llegó Farfalla a un mundo nuevo, con una maleta en cada mano y "ojo de Gorgona" colgando de su cuello. En el primer día, Farfalla llegó tarde a su primera clase. El maestro le arrojó una mirada reprobadora mientras se sentaba en el primer lugar disponible. A su lado estaba una chica suiza de cabello rojo y ojos azules, con gafas de armazón verde esmeralda, un suéter enorme que no parecía ser de ella, pantalones de mezclilla y unos zapatos brillantes como los de Dorothy en el mago de Oz. Al notar la mirada de la recién llegada, le dio una sonrisa a Farfalla y le dijo en francés: "No te pierdes de nada, el maestro es un imbécil y la clase es una mierda... es la segunda vez que la llevo". Farfalla rio por el comentario de su compañera, que le correspondió con otra sonrisa. El maestro las vio con aire castigador, aun así las chicas se presentaron en voz baja:

- Sascha Wruck

- Farfalla... Sofia Rossi...

- ¿Farfalla? ¿Eres una mariposa italiana? Con razón tu acento tan cantarín.

- ¿Se me nota? ¡Yo que quería pasar por una mariposa francesa!

- Pues desde ahora te llamaré Papillon (mariposa en francés).

Antes de que terminara la clase, las dos chicas ya eran grandes amigas. Almorzaron juntas esa tarde y al saber que Farfalla era nueva en la ciudad y que se quedaba a vivir en una pocilga, Sascha obligó a Farfalla a mudarse con ella y ser compañeras de cuarto. El lujoso apartamento estaba situado en una de las más exclusivas áreas de la ciudad, y cuando Farfalla le ofreció a pagar por lo menos el recibo de la luz, Sascha tuvo que confesarle que sus padres eran dueños de todo el edificio.

Espejo Místico y lo que dejó una devastadora Guerra MundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora