Carta No. 4

4 1 0
                                    


10 de junio

Leo:

Han pasado más de dos meses desde que nos despedimos y hasta hoy me doy el lujo de escribirte. ¡Soy un hermano terrible! Todo este tiempo he meditado mucho lo que quiero hacer con mi vida. Cuando tenía 15 años soñaba con convertirme en sacerdote, ser un modelo a mi pueblo y ayudar a los necesitados. Cuando te dejé y abordé el avión rumbo a México, decidí hacer de ese sueño una realidad. Lo he hablado con mis amigos y conocidos y me apoyan de todo corazón. ¡Hasta me corté el cabello! ¿Lo puedes creer?

 Esta maldita lluvia interminable ha empeorado la situación en América Latina y los países en desarrollo. Hay muy pocas manos que ayuden a remediar el caos: ciudades inundadas, cosechas arruinadas, el hambre y la falta de vivienda. Es por eso que había tomado esta decisión que podría parecerte drástica.

Y digo que "había tomado" la decisión, porque esta mañana escribiéndote esta carta me he replanteado resolución. Frente a mí tengo un cuadro de Cristo, pero no el típico Jesús andrógino y sufrido. Este Cristo, furibundo y templado,  me inspira a vivir lo más humanamente posible sirviéndolo. Y es que con frecuencia me pregunto si en verdad estaré dispuesto a sacrificar mi sexualidad y mi placer para servir al prójimo. Pensé que era egoísta de mi parte albergar este sentimiento banal, pero hoy me miro en Jesús como en un espejo que me permite conocerme tal cual soy: un chico lleno de pasiones que no soporta ver como el mundo se va a la mierda.

Me había resuelto a sacrificarlo todo por Dios, pero él me ha transmitido hoy con el ejemplo de Jesús que necesito ser humano para entender lo que siente éste y ayudarlo. El espejo está formado por dos realidades que vienen a ser una sola, hermano, no podemos separar lo carnal de lo espiritual.

Esta epifanía con el Salvador me ha orillado a meditar las cosas, no sólo por el bien de los demás, sino también por el mío propio. Al final de cuentas es mi vida y debo decidir cómo vivirla. Disfruto tanto del presente que no quiero estresarme especulando las vueltas de la vida y las jugarretas que me traerá el futuro. ¡No me vendría mal un consejo de mi hermano mayor! ¿Tú qué harías en mi lugar? 

   ¡Espero te esté yendo bien en Francia y te quedes a vivir allí por un largo tiempo para así poder visitarte y me presentes a esa amiguita francesa tuya que vi en tus cuadernos! ¡Vaya, hombre, que es broma! ¿Cómo podría robarle las chicas a mi hermano?

Planeo visitarte antes de que comience el invierno. Espero tus sinceras observaciones. Hablemos pronto por teléfono. Para entonces ya tendré una decisión tomada de todo corazón.  

Te quiere tu hermano


Gibrán da Specchio


                  

Espejo Místico y lo que dejó una devastadora Guerra MundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora