Carta No. 6

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15 de julio

Farfalla:

¿Cómo estás? ¡Fue un placer hablar contigo por teléfono esta semana! Te admiro por todo lo que has logrado al estudiar fotografía en Suiza. Sólo espero que los suizos te estén tratando bien. Debo confesarte que al levantarme, cuando camino bajo la lluvia o al fumar un cigarrillo ocasional, pienso en ti. Porque a ti y al tabaco los dejé al mismo tiempo y los dos son mi dulce placer culpable.

Cada día pienso en la chica que se pintaba el pelo de colores de acuerdo a su estado de ánimo, y me pregunto qué tonalidad brillará en sus cabellos en este momento. Puede que sean amarillos como el sol, o verdes como la naturaleza que tanto le gusta. Deseo que sea un color de felicidad. 

Cada maldito día anhelo recostarme en tu regazo y llorar mis penas, en otro tiempo tan infantiles, hoy tan desgastadas... ayer nuestros problemas eran tan imaginarios, hoy son demasiado reales. Tú eras mi escape de la realidad y contigo podía entregarme a las nubes y a las suaves quimeras que éstas formaban. Ahora las nubes se han vuelto una masa gris que derrama lluvia sin parar y han ahogado mis esperanzas de que este mundo pueda ser mejor.

Siento que la tierra estuvo condenada desde el momento en que el hombre existió en ella. Quizá nuestro fin ha llegado y el agua termine por ahogarnos. En ese caso, si hubiera sabido que la vida iba a ser tan corta, en la Tierra hubiera preferido quedarme en Florencia contigo y ver nuestros días pasar como las nubes que se convierten en dragones y sirenas. Pero el tiempo ha transcurrido su marcha cruel y el pasado no es opción. Lo que menos deseo es seguir lastimándote: sé que las personas como tú están destinadas a ser felices ¡Desearía no haberle creído a la estúpida gitana!

Hablando de seres imaginarios, mi ex novia la sirena se ha encontrado con un dragón y están completamente enamorados. No me lo han dicho pero intuyo que se casarán muy pronto. Me siento feliz por ellos y los perdono, los considero mis amigos y espero tú también me consideres tu amigo y me hayas perdonado por no permitir que mi sol derritiera tus alas y me acompañaras en mi viaje aunque sólo fuera por un corto tiempo.

¡Perdona mi exceso de melancolía! Deseando que tu vida  sea más brillante que el sol que pronto vendrá...

Tuyo,


Leonardo da Specchio

  

  


Espejo Místico y lo que dejó una devastadora Guerra MundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora