Carta No. 3

9 1 0
                                    

21 de mayo

Querida Jossie:

Te agradezco por tu carta y estoy sumamente feliz por la nueva etapa que estás empezando. Te confieso que me ha dolido nuestra separación y la primera vez que leí tu carta me invadieron los celos y el dolor de tu pérdida. Durante mi estancia en Londres por un mes (discúlpame por no haberte buscado, necesitaba tiempo para mí mismo), reflexioné en lo importante que has sido para mí: todas las personas con las que nos encontramos a lo largo de nuestras vidas llegan a formar parte de una inmensa familia a la que les debemos un crecimiento compartido.

Lo sé, he sido muy inmaduro al alejarme y no querer saber nada de ti, te pido disculpas. He pasado por muchas cosas en estas semanas y he conocido a personas maravillosas como mi hermano de América y una pareja extraordinaria que me recibió en su casa como parte de su familia. Además, he tenido noticias de mi padre y nunca más tendré que trabajar gracias a que el muy bastardo nada en dinero, vio mi situación y se dignó a darme una ayuda económica para que no sufra escasez.

Planeo volver a París el primero de junio y me gustaría verte para que platiquemos de nuestras vidas y conocer al hombre que te conquistó (¡que espero sea mejor que yo para que tener la seguridad de dejarte en buenas manos!). Esperemos que para entonces esta lluvia haya cesado y los ánimos de todo el mundo se vengan arriba. Me entristecen las noticias de otras partes del mundo, donde la lluvia ha arrasado con cosechas e inundado ciudades.

Creo que podemos aprender algo de este caos mundial. Nosotros en nuestra comodidad disfrutamos ahogarnos en un vaso de agua cuando otros la están pasando mucho peor, privados de lo más elemental para vivir. Aquí me tienes todos estos días sufriendo por “amor”, mientras en América del Sur muchos niños no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca o un techo para resguardarse de la lluvia. La epidemia depresiva también me resulta alarmante y nos engañamos con el consuelo de que al menos los inocentes están pasando por una muerte sin dolor, cuando en realidad se desgastan en una cama sin moverse hasta que su corazón deja de latir y su cerebro de funcionar. La muerte de mi madre (tan similar a la causada por la epidemia depresiva que ahora estoy seguro también fue víctima de esta enfermedad) fue una experiencia tortuosa para mí y entiendo perfectamente por lo que están pasando los familiares de las víctimas.

Es por eso que vuelvo a ti, Josette, porque no quiero que acabe el mundo sin haber hecho las paces contigo y demostrarte mis buenos deseos.

Te amo, Jossie, y espero verte pronto.

Besos,

Leonardo da Specchio

Espejo Místico y lo que dejó una devastadora Guerra MundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora