Narra Argentina:
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Era siempre lo mismo, todos los días, cada minuto en cada segundo. No sé realmente cuando fue que todo se jodió, en casa, con mamá, con papá...conmigo.
Recuerdo aún ese día, tendria ¿3 años? Estaba segun recuerdo en mi habitación jugando como en esa edad todos hacemos, estaba jugando con mis espadas de palos, con mis juguetes que caballeros en la soledad de mi cuarto. Esos juguetes finos eran la única chispa en tal frío lugar.
Usualmente nadie irrumpia en mi habitación, las sirvientas pasaban a limpiarlo mientras yo estaba fuera por lo que recuerdo que se me hizo extraño ver a mi padre allí.
El era un hombre grande, robusto, impecable. Lo admiraba y demaciado... Y esa vez, esa vez solo veía una pisca de miedo en sus ojos: Venía a despedirse. Tendría que ir al campo de batalla.
Era demasiado pequeño como para entender el grosor del asunto... En ese entonces a mi poca edad mira a aquello como un lugar épico de hazañas increíbles contra dragones y el rollo ese... A mí edad actual se lo que significa: ir al matadero. A una cacería donde puedes o no regresar.
Y eso último ocurrió con él, nunca regreso.
Obviamente, obviamente yo quería mantener las esperanzas, lo hize un buen tiempo pero aunque dijese de boca para afuera que él regresaría, mi corazón y mi razón decían que no, no lo haría. Se había ido, y no iba a regresar
Con su partida y eventual desaparición todo se jodió en casa. Los muñequitos y las espadas de juguete un día simplemente desaparecieron, mama ya no quería saber nada de algo que se relacionase con el campo de batalla y menos con la guerra. Estaba bien... Excepto por el hecho de que yo estaba aficionado con el tema, con ser un caballero igual que mi padre, que yo... Quería ir allá, por mi gente por honor...Mama no lo entendía, no se cuántas trabas me puso. No sé cuántas veces yo estaba por su causa a tirar la toalla...
En ese entonces ya conocía a Chile y a Mapuche, ellos estuvieron allí apoyándome, dándome dónde lugares donde entrenar, dandome espadas y demás...
Chile nunca me negó un consejo, menos una sonrisa de fuerzas. Mapuche nunca se quejo, nunca me rechazó a mí ni a los gastos de entrenamiento.
Les doy créditos a ellos, pero no me quito los míos y menos los menosprecio. Yo he soportado también demaciado para llegar a quien soy.
Recuerdo un momento en especial, recuerdo que había logrado o bueno me habían admitido en el ejército como cabo, no era un cargo relevante, pero no me podía quejar. Pero tampoco me conformaba... Nah, yo apuntaba a las grandes ligas.
Por esa razón entrenada doble o hasta triple jornada, en las noches... En las madrugadas.... Y está vez ya no estaba solo Chile y Mapuche allí, estaba él, mi hermoso príncipe.
Estaba haciendo planchas, estaba muy cansado, tenía frío, recuerdo que mientras subía y bajaba sentí un peso extra en mi espalda seguido de una risa hermosa...
"Perú: ¿que pasa soldado? ¿Cansado? Dame un espacio, te acompañaré "
Eran las 12:00 p.m. y allí, en el frío tu te pusiste en posición de plancha al lado mío y me sonreiste... No sabes cuanto me gustabas desde hace un timpo antes...
Chile y mapuche habían Sido compañero leales, les debo mucho
Pero...
Perú compartía mis ambiciones, era mi complemento perfecto...