CRUDA REALIDAD

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La verdad es que ni siquiera intenté dormir

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La verdad es que ni siquiera intenté dormir. Me dejé llevar por mi absurda imaginación y permití que me hiciera creer que todo había sido producto del alcohol, que hace rato se había evaporado por la rabia, indignación e incredulidad de lo sucedido.

Lloré una vez más sin entender. Si me hubiera permitido explicarle... Si tan sólo me hubiese escuchado; quise llamarle, quise escribirle, pero su molestia, su crudeza fue tal que simplemente me acobardé, sin mencionar que me sentí humillada...

—¿Por qué si la pasaste bien tienes esa cara? —preguntó Sam mientras me llevaba al centro comercial.

—Solo es resaca Sam. — expliqué mirando por la ventana.

—Ajá... Olvidé que jamás te he visto cruda y que nací ayer. — ironizó. —Dime algo, April ¿Debo preocuparme? —inquirió deteniéndose en el estacionamiento. Habíamos llegado y ni lo había notado, estaba atontada con todo lo que sentía.

—No. Todo va bien Sam. Para ya ¿Sí? —solté cortante aunque sabía que solo estaba preocupado y tenía sus razones, pero hoy no por favor, hoy no.

Bajé del auto apresuradamente sin esperar su respuesta y me fui directo a abrir la boutique.

Sam siguió tras de mi, pero ahora en silencio. Entramos juntos y allí estaba el arreglo floral como un insolente recuerdo ¿Por qué?

Mi hermano dio una mirada enarcada y luego me miró a mí, exhaló fuerte y masculló algo ininteligible, le ignoré deliberadamente y me dispuse a trabajar.

Sam se dedicó a realizar el inventario de lo que hacia falta y comunicarse con los proveedores mientras yo organizaba por colores las nuevas prendas.

El trabajo me atrapó y simplemente no pensé, aunque el arreglo tomo vida propia y me lo recordaba a él, sus besos, sus palabras. Decidí que lo mejor era apartarlo de mi vista y lo llevé al depósito consiente de la mirada de Sam sobre mi, pero ¡al carajo! No me importaba nada. Si seguía viéndolo allí me desplomaría en cualquier momento y Sam se pondría como loco.

Resolví dejarlo en un escritorio que teníamos detrás de varios tendederos con ropa. Lo miré con ganas de estrellarlo contra el suelo y sacar toda mi frustración, pero ¡que va! Las flores eran hermosas y no tenían la culpa de nada. Se me escapó un suspiro lleno de dolencia por todo lo que estaba sintiendo y quise simplemente plantarle cara a que esto no era para mi.

Reanudé lo que hacia y Sam me avisó que iría a almorzar con su novia Mariam, luego pasaría al colegio por Nate y lo llevaría a las practicas de futbol. Se despidió dándome un beso en la frente y antes de salir me recordó que almorzara consciente de que en el desayuno no probé bocado le contesté un simple “Ujum ya voy a la feria” y se fué.

Una hora más tarde, seguía intentando abarrotarme de trabajo hasta morir, comencé a sentir hambre y decidí ir a almorzar de una bendita vez.

La feria de comida era realmente variada; tenia desde los clásicos Mc Donald's y KFC hasta restaurantes de muy buena pinta. Aunque no me apetecía nada elaborado, pero tampoco fritangas. Me decidí por sushi en un pequeño restaurant que tenía su propio espacio con mesas para los comensales y pedí unos roles sashimi y en cuanto los tuve frente a mi los devoré junto a mi infusión de té verde.

TERCER ENCUENTRO. (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora