Capítulo 37- dalias rojas

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Thomas

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Thomas

Odio las sorpresas.

Odio las mentiras.

Y lo que más odio es la manipulación.

En el momento en el que contesté esa llamada de mi padre sentí como cada una de las células de mi cuerpo comenzaron a hervir.

Odio cuando la gente aprovecha su nivel o de un simple cargo como investigador para poder manipular a las demás personas, cuando intentan manipular a las personas inocentes, cuando les mienten y las llenan de miedo para que esa persona tenga que ceder, en muchos casos esas personas terminan diciendo cosas que no deben o que simplemente no son ciertas solo por la presión.

Como casi ocurre con Malena.

Pero al parecer el todo poderoso la cuida.

Si, el diablo es mi padre, el mismo que se fue hasta la estación de policía para poder liberar a Malena de las garras de ese horrible hombre, mi padre no me conto mucho, pero cuando ese par regresaron a casa supe lo que había pasado, la querían investigar, la estaban forzando a hablar y querían que ella confesara.

Malena no dijo mucho desde que regreso a mi casa, solo lloraba así que mi madre en su intento de ayudar le dio una pastilla mágica para que pudiera descansar, ahora Malena esta dormida o casi drogada en la habitación de invitados mientras mi madre vigila que no se despierte o que no deje de respirar.

El sonido de una puerta me saque del trance, espero que alguien se dirija a abrirla y cuando una de las mujeres que trabaja para nosotros abre la puerta mi boca literalmente se abrir de la impresión o del susto.

La persona que estaba en mi puerta es una de las últimas que esperaría ver aquí, por eso tampoco me gustan las sorpresas.

— Que gusto verte thomas vilentine — habla esa voz femenina la cual tiene un acento un poco diferente, supongo que eso pasa cuando el diablo habita en ti, aprendes a hablar en lenguas griegas.

— ¿Qué haces aquí Indira?

— Solo quería venir a visitar a un viejo amigo — dice satanás mientras se adentra a mi casa, pasando por el lado de la mujer la cual la mira con asombro, pero me doy cuenta que sus ojos están directamente en su cicatriz — ¿no me vas a invitar a tomar algo?

— Te acabo de hacer una pregunta Indira, ¿qué carajos haces en mi casa? — le digo de forma seria, mientras le ruego a Dios que Malena no se despierte.

Ella no responde, pero si camina por toda la sala hasta que se termina sentando en uno de los sofás nuevos de mi madre, Indira es diabólica básicamente, tiene un aspecto que podría llegar a ser hasta intimidante y que en lo personal no me parece atractivo.

Pero quien soy yo para criticarla.

Ahora tengo a la reencarnación del diablo en mi sala, vestida de rojo, un color que obviamente la representa.

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⏰ Última actualización: Mar 05 ⏰

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