Capítulo 3- Esperando su momento. 🩸

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El viento frío roza mis labios, todo mi cuerpo se estremece al sentir esa brisa helada que corre por el lugar, haciendo que mi corazón bombee sangre de forma rápida y desmedida, que muchas de mis células trabajan para intentar mantenerme caliente,...

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El viento frío roza mis labios, todo mi cuerpo se estremece al sentir esa brisa helada que corre por el lugar, haciendo que mi corazón bombee sangre de forma rápida y desmedida, que muchas de mis células trabajan para intentar mantenerme caliente, puedo sentir como cada movimiento se vuelve más pesado y como unas cuantas gotas de sudor caen por mi frente.

Mi cuerpo comienza a doler por culpa de la presión, mis piernas arden con cada zancada, pero no puedo parar, intento aumentar el ritmo sin importar que tan doloroso sea.

Escucho pasos, cada vez más rápido, escucho pequeñas ramas romperse por culpa de esos pasos fuertes y decididos, no miro atrás porque se quien me persigue solo intento aumentar mi velocidad y alejarme de él.

El sol aún no hace acto presencia, muy probablemente la luna sigue escondida entre alguno de esos grandes árboles, el ambiente es frío y tétrico, la brisa fría hace que tiemble un poco, el lugar perfecto para una película de terror mala donde la bonita y la puta siempre es la primera en morir.

Mierda.

Mierda.

Mierda.

Yo soy las dos.


Caigo sobre mis rodillas y detrás mi se escucha una fuerte carcajada.

Volteo a ver al dueño de esa risa ahogada, Sam me mira con una sonrisa de oreja a oreja mientras ayuda a levantarme, no sin antes disfrutar de mi caída, volteó a ver como este lleva un suéter azul claro el cual ya cambio de color por culpa del sudor, ahora un par de parches de color azul oscuro aparecen por ciertas zonas de su camisa.

—Joder mujer, me quieres ayudar a bajar la panza o matarme de un infarto, dilo ya — suelta en un sollozo mientras pone las manos sobre sus rodillas e intenta recuperar el aliento, su rostro está completamente rojo, veo como se pone por unos instantes en cuclillas mientras intenta recuperar el aliento.

Cuando por fin lo logra después de un par de minutos seguimos caminando hasta llegar a una zona más transitada, aunque a causa del horario mañanero son pocas las personas que están en la zona, para mi suerte o tal vez desgracia, mi estómago y Sam comienzan a exigir alimentos y debemos de buscar algún lugar abierto donde podamos comprar.

Como el universo trabaja de forma extrañar el único lugar abierto es esa pequeña tienda, paramos afuera del lugar donde mi dignidad quedo en uno de sus pasillos.

Intento no pensar en lo ocurrido y simplemente actuó con demencia, creyendo fielmente que eso nunca ocurrió que todo fue parte de mi imaginación y que el recuerdo de la chica aterrizando sobre el suelo de su tienda se eliminara de la memoria del hombre, me adentro al lugar, rápidamente tomo lo necesario para el desayuno sin pensarlo mucho, tal vez por la presión de mi amigo sudoroso o por el miedo de volver a encontrarme con el chico, al final me dirijo a pagar.

La caja está sola y muy en mis adentros me regaño por entrar a este lugar, escucho unos pasos acercándose y en ese instante envío mi mirada al piso de la tienda.

—Tu amigo está a nada de morir por deshidratación— suelta una voz detrás mío la cual reconozco, el joven se acerca a la caja y cobra mis productos, cuando subo mi mirada me doy cuenta de quien es, el mismo joven que vio como aterrice manera perfecta sobre su piso recién encerado.

Pero mis ojos están asombrados y agradecidos por contemplar semejante vista tan placentera que al parecer ese día a causa de la vergüenza no logré aparecías, su piel es blanca acompañada de algunas manchitas en la zona de sus mejillas, su cabello es rubio y un poco largo, sus rasgos son masculinos, pero sin dejar de ser delicados, su cuerpo está trabajado, pero al parecer a alguien le gusta saltarse el día de piernas y tiene una sonrisa perfecta para comerciales de pasta dental.

Y no podemos olvidar sus tatuajes, dios mío que tatuajes, su brazo izquierdo cubierto por los mismos.

Off que calor hace aquí amiga – dice mi subconsciente que siempre habla en el momento exacto.

Al verlo mis hormonas iniciaron una revolución, pero la única manera de acabar con la misma era saltarle encima al tipo.

—Digamos que el ejercicio no es su fuerte —Reacciono y le doy una sonrisa incómoda mientras recojo mis babas y con ellas mi dignidad.

— Estudias en la universidad bernett — el muchacho dice de golpe y su suposición acertada me hace que lo mire extrañada, pero al parecer mi cara me delata y vuelve a hablar — lo dice en tu camiseta.

Siento como mi rostro se pone rojo y maldigo en mi interior al ver la cara del chico, eso sumado a mi bochornosa caída hacen que me sienta demasiado tonta, entre mi nerviosismo suelto una sonrisa tonta y volteo a mirar a mi amigo, lo veo disfrutando en primera fila verme padecer.

—¿Tú trabajas aquí? — cuando la pregunta se escapa de mis labios me doy cuenta de la estupidez que acabo de decir.

—Eso dice mi padre, pero la verdad es que no — me responde con una sonrisa y lo último lo dice como si fuera su secreto.

Le doy una sonrisa nerviosa porque ya quiero cortar esa conversación y si dios me lo permite meter mi cabeza entre mis piernas para poder esconderme, no respondo nada, espero que termine de despachar mi pedido y salgo de allí como peo de bruja, pero cuando estoy a punto de llegar a la salida el habla.

—Se te olvida algo — me grita y yo volteo a verlo, él tiene en sus manos una bolsita con almendras, de las mismas que me regalo ese día, solo que esta vez si las pague yo, me devuelvo rápidamente y las tomo — chao, chica de las almendras  — al decir eso Sam suelta una carcajada la cual es audible en todo el lugar.

Cuando salgo de la tienda me encuentro con Sam, el cual como un buen amante de cualquier chico que logre pasar sus estándares de ''lo comestible'' comienza a preguntar por el cajero, mi amigo tiene varios tipos, pero principalmente le gustan si estos tienen un aire de calle, de esos que bien te podrían dejar sin cartera.

Quien soy yo para criticar su gusto en hombres.

Me bombardea con mil preguntas sobre el trabajador de la tienda, antes de bautizarlo como '' un postrecito frutal'' mientras me regaña por no pedirle su número o saltarle encima.

Algo que claramente el sí pudiera hacer.

—Sabes que yo amo perdidamente a Tiago, pero si este postrecito me da la oportunidad yo le ayudo a revisar la fruta, como me gustan las frutas.

Él no tiene ninguna relación con Tiago, aunque es su mente están a nada de casarse, su relación no es nada más que una amistad, es más se conocen desde hace años y si, desde hace años Sam siempre ha estado enamorado de él, pero siempre lo ha mantenido en secreto, aunque no del todo, no debes de ser un genio para notar esa presión.

Él sabe que no es correspondido, pero le gusta, le gusta desde hace mucho y siempre está al pendiente de una oportunidad para cercarse a él o del momento en el que Tiago le preste un poco de atención, básicamente es su eterno enamorado, ese que siempre va a estar allí para nosotros, esperando su momento.

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Capítulo editado (creo)

Secretos que asfixianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora