Capítulo 35 - ups, otro brazo roto 🩸

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Thomas

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Thomas

— Gracias hermano por traerme, sé lo mucho que odias estar en un hospital —me dice Tiago en su susurro mientras vemos como Malena se acerca con un café en cada mano.

— Tiago, ¿cómo está que te dijeron los doctores? — dice Malena entregándole un café a cada uno, cuando lo bebo me doy cuenta de que no es lo que pedí, este tiene leche y yo odio la leche, no la consumo nunca, pero decido fingir que todo está bien, normalmente o bueno, siempre intento reclamar si algo no es de mi agrado o si simplemente no me parece que esté bien realizado, creo que me gusta hacerlo, me gusta ver cómo la persona se indigna por un par de segundos, antes de recordar que estamos en niveles muy diferentes y que por eso debe de acatar mis órdenes.

Me gusta ver como las personas tienen una batalla con su ego, se que internamente sienten muchas ganas de golpear y dejarme en el hospital, pero ellos saben que no pueden hacerlo, que si lo hacen una nube de cosas malas caerá sobre su vida, ese es otro beneficio de tener poder.

Siempre reclamo, pero hoy no es el momento ni el lugar para hacerlo, principalmente porque Malena no es mi empleada y ella solo está siendo linda con nosotros.

— El doctor dijo que tuvo un ataque de pánico, la va a dejar en revisión — salgo de mi trance, cuando escucho a Tiago responder.

Habla de Erica, después de que el diablo vestido como Indira salió del lugar los gritos de esta loca invadieron el lugar, grito tanto que hasta la madre del muerto nos ofreció darle algo para calmar sus nervios, pero claramente no funciono, tiro el vaso sobre Malena la cual intentaba hacerla beber un poco de ese líquido, que supongo era algún agua con plantas raras.

Después de eso y como si no hubiera sido suficiente espectáculo se tiró al piso a llorar como si de una niña se tratara, no solo lloraba, también pataleaba como estupida, la cara de los invitados y la incomodidad en el ambiente me hizo que la tomara como un saco de papas para subirla al auto.

Básicamente hicimos el ridículo, pero cuando estamos con Erica siempre lo hacemos.

Después de subirla al auto con demasiado esfuerzo porque la muy tonta pataleaba y se quejaba por todo logre convencer a Tiago de llevarla al hospital.

El camino al hospital fue igual, bueno casi peor, intento golpear a su hermano el cual la acompañaba en el asiento trasero mientras lloraba y pedía perdón, también recito lo que parecía ser un poema a un equipo de fútbol nacional.

Esa fue la gota que derramo el vaso y decidimos traerla al hospital, donde intento golpear a más enfermeras las cuales actuaron como estúpidas al defenderse de sus ataques, ojalá alguna la hubiera golpeado, seguro con eso se calmaba.

—¿Crees que volverán a internarla? — pregunto.

— Es lo más probable hermano, pero lo mejor es que me quede aquí para esperar más noticias — dice Tiago con una cara de resignación.

Secretos que asfixianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora