Capítulo 16 - me duele hasta el alma 🩸

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malena

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malena

Mis ojos se abren lentamente ante la intensa presencia de una luz que me hace que quiera volver a cerrarlos al instante, me demoro unos pocos segundos en incorporarme y me doy cuenta de que me duele todo, desde de mi dedo pequeño del pie hasta el último cabello de mi cabeza.

Como diría Tiago me duele hasta el alma y eso que no tengo.

Cierro mis ojos de golpe al sentir una fuerte punzada en mi cabeza acompañada rápidamente de un dolor latente que me hace gemir del dolor, mi cuerpo se siente pesado, logro sentir que mis manos y piernas arden de manera extraña, comienzo a mover mi brazo por lo que parece ser una camilla y me pregunto dónde estoy.

Vuelvo a abrir mis ojos mientras hago mi mayor intento para que estos se acostumbren poco a poco a luz, comienzo a mirar a mi alrededor, estoy en una habitación completamente sola, compuesta por algunos elementos médicos, no debo mirar mucho para darme cuenta de que estoy en un hospital.

Siento los pasos de alguien acercándose y veo a una mujer de unos 30 años entrando a la pequeña sala, al verme despierta comienza a hablar.

— Buenos días, señorita — me dice y yo intento moverme, pero esta se me acerca lo más rápido que puede para que yo no lo haga —no se mueva por favor, sabemos que debe de estar muy confundida, ya va a venir el doctor para que la revise — me dice y al no ver respuesta de mi parte vuelve a hablar — ¿me escucha? Si me escucha por favor parpadee dos veces.

— Si, la escucho — le digo en casi un susurro, mi garganta duele por la falta de hidratación y esa pequeña frase desgasta mis cuerdas vocales, pero hago el intento de hablar no sin antes intentar pasarme el mensaje mental de que quiero agua al darme cuenta de que mis poderes son inexistentes le digo — quiero agua — antes de terminar la frase veo a una figura muy masculina y conocida entrar a la habitación.

Thomas entra vestido de negro como si de la santa muerte se tratase, pero no me fijo mucho en su ropa verlo allá me ayuda a comprender un poco más lo ocurre, este se acerca y puedo ver como su rostro se relaja al darse cuenta que me encuentro despierta.

— ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? ¿Qué te duele? — me bombardea de preguntas las cuales no puedo responder porque lo único que pasa por mi cabeza adolorida es que tengo sed.

— Quiero agua — digo las palabras de forma más clara y la expresión en su rostro cambia, este voltea a ver a la pobre mujer como si hubiera cometido el más atroz de los delitos, pero esta no se inmuta y se queda de pie mirando por otros segundos más, hasta que Thomas habla.

— No escuchaste, necesitamos agua — le dice en forma de orden, esta se da cuenta que es con ella la conversación entonces sale del pequeño cuarto en búsqueda del líquido.

— El servicio aquí es tan nefasto, costoso, pero nefasto, dos cosas que nunca deberían estar juntas, como odio este hospital — su comentario de indignación me hace que suelte una sonrisa, pero la enfermera vuelve a entrar antes de que él pueda seguir quejándose , le entrega el vaso de agua a él y eso hace que me detenga a mirar mis manos, las dos se encuentran cubiertas por un vendaje no muy grueso, pero si dificultaría realizar ciertas actividades.

Secretos que asfixianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora