Capítulo 10

1.2K 106 20
                                    

-Muy bien, señores.-La música se detuvo-. Otra vez, desde el inicio.

Los quejidos se escucharon hasta el cielo, los rostros de cada miembro de la banda estaban exhaustos y el sudor bañó cada parte de su cuerpo hasta brillar como una preciosa perla.

-Por favor, Jonh Dory -aclaró el divertido del grupo-. Llevamos horas practicando, ¿no podemos descansar?

-Lo siento, hermanito -dijo con tono serio-, pero tenemos que seguir practicando si queremos que este concierto sea perfecto.

En efecto, era el primer concierto de aquel grupo de ilusionados trolls luego de cursar por un difícil y agotador camino. Uno de sus mayores sueños se volvía realidad, pero nunca contaron con que uno de sus hermanos se volvería un despreciable y frustrante dictador. Había sufrido un cambio brutal desde la llegada de crear una boyband; tal vez era por ser el hermano mayor, o por el simple hecho de que sufría una dosis de fama que todos los artistas tienen cuando se acercan a la cima, olvidando sus orígenes, sus raíces.

Jonh Dory volvió a reproducir la música, todos se colocaron de inmediato en sus posiciones y mostraron la mejor sonrisa que sus cansados músculos faciales podían expresar, pero una figura materna interrumpió aquel ensayo. La salvación que el resto de la banda agradecería por el resto del día.

-Se ven increíbles, mis niños-aclaró-. Lo harán excelente está noche.

-Eso espero-comentó John Dory.

-¡Abuela!-dijo Floyd, acercándose con lentitud-¿Dónde está Ramón?

-Por eso vine-agregó con la misma sonrisa de siempre-. Necesito hacer las compras de la semana, pero alguien debe quedarse con Ramón y el resto ayudarme con las bolsas.

La abuela miró con paciencia a los pequeños niños que evitaban con la mirada realizar cualquiera de las dos actividades. Era cierto que la llegada de su nuevo hermano era un gran regalo de la vida, pero resultó ser un verdadero desafío cuando llegaba la hora de cuidarlo, era como vigilar a una serpiente escurridiza. Por otro lado, el cansancio mental y físico no podía soportar la sola idea de cargar con unas pequeñas, pero muy pesadas bolsas del mandado.
Ninguno dijo ninguna palabra, un gesto que comenzó a molestar a cada inidviduo. Floyd miró a cada uno de sus hermano con seriedad, los hombros caídos y un mohín de irritación.

-Yo puedo quedarme con él -inquirió Floyd con una sonrisa nerviosa.

-Bien-dijo, mirando al resto de sus nietos-Vamonos, chicos.

Los hermanos no querían acompañar a su abuela, o más bien, sus cuerpos ya no querían realizar ningún movimiento, pero les pareció más sencillo cargar con bolsas pesadas que estar atrás de un astuto diablillo. La familia se fue después de unos segundos, dejando a Floyd y a Ramón en un capullo demasiado grande para ellos dos.

Floyd se acercó al coral naranja y verde que la abuela tenía en medio de la sala. A simple vista se pudo apreciar a un pequeño troll jugando con peluches de diferentes criaturas y uno que otro cubo con diseños para niños.

-Muy bien, Ramoncito. ¿Qué es lo que quieres hacer?

Ramón vio a su hermano con unos enormes y purificados ojos. Sonreía con cada palabra que tenían sus oraciones, pues para él no eran más que chistes.

-¿Tienes hambre?

El pequeño sólo balbuceo con entusiasmo mientras se acercó a la pared donde la puerta se hallaba cerrada. Empujaba con todas las fuerzas que sus pequeños brazos le permitían, pero no conseguía abrir sus salida. Esto último le causó una breve carcajada al mayor.

Lo Siento [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora