Capítulo 21

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La puerta principal del reino se rompió con un enorme estruendo. El rugido de una enorme bestia se escuchó por todo el pueblo mientras sus pisadas sacudían el lugar. Una criatura peligrosamente adorable corrió entre los trolls del lugar; algunos quedaron noqueado y otros sólo se cayeron como piezas de dominó. La bestia siguió en línea recta hasta detenerse frente a los miembros de la banda Bronzone, mismo que tenía un brillo de alivio en sus rostros.

-¡Rhonda!-gritó Jonh Dory, acercándose a su miga en un profundo abrazo.

La puerta del gusano se abrió de un golpe, llamando la atención de todos.

-¿Necesitan ayuda?-agregó una voz femenina.
Aquella criatura saltó del transporte viviente con una sonrisa llena de confianza.

-¡Viva!-aclaró Clay, estando a un lado de ella con la emoción por los aires.

-Pero, ¿cómo supieron que...?

-Rhonda llegó al pueblo bien agitada-respondió otra voz femenina que, al salir del vehículo, todos abrieron sus ojos de par en par-. Sabíamos que algo andaba mal cuando no los vimos por ningún lado.

El troll de ojos rosados se alegró de ver a una figura femenina familiar, una que podía ver la esperanza en los momentos más difícil, misma que necesitaban en ese momento. El pequeño grupo se junto en una ola de agradecimientos, pero uno de piel celeste y cabello oscuro se quedó parado en el mismo lugar. Observó con desconsuelo su alrededor: parte del pueblo se había destruido por la llegada de Rhonda, los preparativos del lugar fueron destrozados por las ordenes de la reina, pero lo que le dio un vuelco en el corazón, era ver a los trolls tirados cual marionetas luego de un espectáculo: sin vida, sin propósito, sin libertad.
La impotencia lo rodeó como unas frías y pesadas cadenas, las palabras fueron reemplazados por quejidos, apretó sus puños con fuerza hasta dejar los nudillos blancos y la vergüenza maquilló sus apagados rasgos.
La reina del pop y el troll de short negros contemplaron aquello con un profundo disgusto. Era como ver el brillo de una estrella tambalear.
Estimaron su mano en un pequeño intento de consolar al general; hermano y novio en sus viejos recuerdos, pero antes de que pudieran brindarle algún consuelo, la tierra volvió a sacudirse en un descomunal gritó, simular al de una bestia sin humanidad.

Los tentáculos de la reina se tornaron oscuros como las profundidades del propio océano, su piel se envolvió en un tonalidad plateada y sus manos fueron reemplazados por oscuras garras similares al de un despiadado dragón.

-¡Esto se está poniendo raro!-chilló Spruce sin soltar la lanza.

El grupo retrocedió sin dejar de ver al monstruo que los cubría con su simple sombra.

-¡¿Pero qué diablos es eso?!-reclamó Viva con los brazos arriba, como si estuviera en medio de una pelea callejera.

Los siniestros ojos de la reina miraron al pequeño grupo que se llenaba de un sincero pavor, como si esos ojos les trajera sus peores pecados.

-Chicos-dijo el general -. Necesito que distraigan a los residentes mientras trato de quitarle el collar a Ayla.

-¡¿Estás loco?!-gritó Spruce-¡Te va a hacer papilla!

-Si no le quitamos el collar seguirá lastimando a estos trolls y muy pronto a su reino-afirmó, señalando a las dos chicas.

Todos compartieron miradas de desconfianza ante tal propuesta, sobre todo la reina de cabello y piel rosada, pero las circunstancias no les daba tiempo para buscar una solución menos arriesgada.

-¡Traten de llevarme con ella!-Trepó hasta el lomo de Rhonda-. Yo haré el resto-Preparó su lanza.

No había duda.
En ningún momento mostró vacilación en su plan, en sus órdenes, en sus estrategias. Siempre estaba decidido, siempre con un rostro frío y calculador. Sin duda, llevaba la sangre de un líder.
Esto hizo sentir un gran orgullo al troll de cabello rosado, mismo sentimiento que se reflejó en una pequeña sonrisa.

Lo Siento [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora