Capítulo 27

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Corrió por el bosque a pesar de dejar a una gran multitud de invitados en una fiesta dedicada a él. El aroma a pastel seguía en el aire y las sombras envolvieron el lugar.
Era como estar ante las sobras del mismo carnaval; tan triste y alegre.
Se detuvo frente a la entrada de su hogar con violencia. Controló su agitada respiración lo mejor que pudo, pero el gélido viento quemaba sus fosas nasales. Era como respirar el humo de un incendio.
Justo en la entrada estaba un troll de puntas rosas y raíces blancas con unas bolsas castaña de papel entre sus brazos. Cargaba aquel utensilios con extremo cuidado, como si tuviera miedo de desperdicias el contenido que tenía.
Levantó la mirada sorprendido por ver la figura desconcertada de su hermano menor.

-Oh, Ramón-Cerró la puerta del búnker con un pequeño ruido agudo. Llevaba dos bolsas de papel llena de botanas-. Sólo vine por más bocadillos. Los hijos de Spruce les gustan los

-¿Por qué no me dijiste?-interrumpió con extrema violencia.

Sus orejas se levantaron como si un ruido de peligro lo hubiera alertado del próximo peligro. Levantó la mirada hasta encontrar con la expresión desconcertada de su hermano. Tenía las cejas tan juntas que una arruga se formó en medio de ellos, la nariz arrugada y sus labios sellados por un notorio desprecio.

-Jhon ya me contó todo-añadió al no tener ninguna respuesta.
Era como estar enfrente de aquel espíritu del lago, pero el ambiente era más tenso, pues no se trataba de un simple troll. Sabía que, cualquier terrible ejecución de las palabras, podría terminar en una pelea. El estómago le dio vueltas de sólo imaginarlo.
Apretó las bolsas con más fuerza mientras su seriedad envolvía cada parte de su joven rostro

-No tenía que hacerlo.

Los grillos cantaron entre ellos. Un sonido que impedía la caída de ambas criaturas a una irreversible discusión.

-Entonces es cierto-sus hombros cayeron de golpe-. ¿Piensas dejar tu sueño por mi?

El tono empeoraba la conversación. Esas palabras atravesaban su corazón con un filo peor que el de las lanzas. Sabía que ese momento iba a llegar tarde o temprano, entonces ¿por qué no podía moverse? ¿Por qué le costaba tanto ejecutar las palabras? ¿Por qué tenían tanto miedo de verlo?

-Es algo que he estado pensando desde que estabas en el hospital-dijo-. Verte en ese estado

-¿Así que es mi culpa?-volvió a interrumpirlo. Esta vez con el volumen más elevado.

-Yo no dije eso

-Entonces ¿qué es lo qué tratas de decir, Floyd?-dio un paso con los hombros rígidos-¿Qué dejaran sus sueños atrás sólo por mí?-Abrió los brazos-¿Para qué? ¿Para que después me lo restriegues en la cara y me culpes por ser infeliz?

-No, claro que no-chilló.

-No tienes que hacerlo-dio otro paso-. Puedes volver a tu sueño de ser solista. No tienes que detenerte por mí, no tienes que-Los labios le comenzaron temblar.

Dejó las bolsas con rapidez y avanzó con pasos cautelosos. Conforme se acercaba podía ver el rostro de su hermano con másclaridad. Era uno a combinación de miedo, ira, confusión. Había de todo menos alegría. <<¿Acaso hice algo mal?>>-pensó, mas no entendía la tensión del momento.
Definitivamente no era lo que imaginó.

-Ramón.

-No quiero.

Se detuvo ante la fuerza de aquel deseo.
El troll de cabello oscuro apretó sus puños hasta dejar los nudillos blancos y unas pequeñas lágrimas mentaron el ovillo de sus ojos.
¿Acaso estaba dentro de una pesadilla? ¿volvió a sumergirse en las heladas profundidades del lago? No lo sabía, pero podía sentirse dentro de esas situaciones.

-No quiero que dejes todo lo que amas por mí, ¿de acuerdo?-dijo-. Lamento mucho lo que dije hace un año, no fue lo apropiado, pero no quiero que tomes una mala decisión por todo lo que pasó. Amas crear canciones y deseas viajar por el mundo con ellas. No puedes simplemente abandonarlo.

Algunos sollozos quebraron su voz.

-¿Ramón?

-No quiero...-cayó de rodillas.

-¡Ramón!-Corrió hasta tomar sus brazos con firmeza. Después de lo que vivió no podía tomarse ningún malestar a la ligera.

Observó a su hermano por unos segundos. Mantenía su rostro oculto, mas escuchaba los sollozos y sus infantiles intentos de no gritar o proclamar otra queja.
Ahora comprendía todo. Se sintió como un idiota por no entenderlo antes y, por un momento, el recuerdo de esa pelea lo envolvía con un sabor amargo.

Acarició los cabellos de aquel troll con la esperanza de calmar sus incertidumbre.

-No es tu culpa.

Hubo un corto silencio. Él seguía acariciando sus cabellos como la abuela lo hacía en su infancia mientras los momentos que vivieron ese año lo cubría como una suave manta.

-Es cierto-dijo-amo crear música y no podría vivir sin ella, pero mi lugar no está en los conciertos y fans.

Tomó una mano de su hermano y su mejilla, obligándolo a levantar su mirada.

-Está aquí contigo-Sonrió con una gran calidez-, y no quiero que te culpes por esa decisión.

-Pero yo

-No es tu culpa, ¿de acuerdo?-dijo con firmeza-. Jamás será tu culpa.

El troll de pelo oscuro guardó silencio por unos segundos. Se levantó y se alejó hasta llegar a la entrada del búnker.
Floyd creyó que había hecho algo mal, que todo se iba a volver un malentendido.

-Vamos-cargó una de las bolsas de papel -. Los demás se preguntaran en dónde estamos.

Un alivio relajó sus hombros.
Se levantó hasta cargar la otra bolsa con un gesto de tranquilidad.
Ambos hermanos desaparecieron en una conversación larga y algo incomoda, pero por alguna extraña razón estaban felices con eso. Tal vez todo había acabado.
No lo sabían con certeza, mas estaban seguros que el apoyo entre hermanos nunca terminaría.

Lo Siento [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora