Capítulo 22

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—¡La perderemos!—gritó Clay, mirando con horror el camino que guiaba a las entrañas del bosque.

—No estés tan seguro.

El troll de cabello verde silbó con ayuda de dos dedos en su boca. De inmediato, Rhonda apareció a su lado lista para participar en un peligrosa persecución. Todos los trolls subieron al vehículo viviente sin esperar ninguna estrategia.

—¡Esperen!

—No, Poppy—ordenó Floyd, deteniendo a la reina y su herman en la entrada del trasporte—. Es muy peligroso. Es mejor que se queden y ayuden a los demás trolls. Pueden estar desorientados.

—Pero...

—Poppy, por favor.

La reina del Pop no quería obedecer esa orden; estaba harta de que la apartaran de las misiones para recuperar a su novio y eso se podía apreciar en su rostro comprimido.
Floyd quería calmarla, hacerla entender que no podía estar en peligro por el bien de su pueblo y de su hermano, pero la desesperación de su hermano mayor lo arrastró dentro del vehículo.
Rhonda rugió con fuerza, levantando las patas delanteras en una proclamación de una segunda batalla. Corrió siguiendo el rastro de la reina; creando una cortina de humo detrás de susdejó detras de sus pasos y, sin mencionar otra palabra, se adentraron a la boca del monstruo.





El rastro de la reina era tierra en su totalidad, pero en los lados no quedaba más que una profunda destrucción: los árboles estaban partidos a la mitad con las ramas caídas, las flores aplastadas y la hierba desapareció,  mas en los restos se podía apreciar un violento arrebato. Los miembros de la banda Bronzone miraraban de reojo la depuración que los rodeaba, haciendo que la preocupación creciera con cada metro que avanzaban.
Dejaron de lado las fatales condiciones en las que se encontraban: piernas adoloridos, labios agrietados, estómagos vacíos y rostros con leves arañazos. Alguien normal renunciaría a esas alturas, pero la posibilidad de tener a su hermano, la posibilidad de acabar con ese cruel juego que el destino les colocó, les daba las razones necesarias para seguir adelante.

La oscuridad se volvía más densa conforme se adentraba a la parte más íntima del bosque. El viento susurraba con un enorme pesar, igual a un alma sin descanso, los árboles parecerían no tener fin. Las sombras no existía en ese lugar y el color verde con marrón no eran posibles de identificar.
El hermano mayor forzó la vista para seguir adelante mientras los otros trataban de encontrar alguna pista entre ese desconfiado escenario.

De repente,  Rhonda se detuvo como si olvidara el por qué de su carrera. Los chicos bajaron despejados, pero sin apartarse uno del otro.
La luz lunar les brindó un poco de consuelo, mostrando un barranco demasiado alto—aunque para una criatura pequeña todo resulta grande—, unas raíces caían desde la parte superior de aquel precipicio y las estructuras que formaban tal construcción natural eran como pisos de diferentes estructuras y volumen.  Era similar a los niveles de un edificio abandonado.

—Aquí termina el rastro—dijo Jonh, acariciando a su amiga por el enorme esfuerzo.

Los hermanos buscaron con la mirada alguna señal de la maestra, pero lo único que vieron eran árboles abandonados y un olor a tierra mojada.

—¿Dónde demonios se metió?—cuestionó Clay, avanzando con pasos irritados.

—¿Cómo alguien tan grande pudo desaparecer?—cuestionó Spruce, entrecerrados los ojos para buscar mejor a la reina.

Floyd estaba por expresar su propio inquietud pero, de la nada, un grito largo se escuchó a lo lejos. Los chicos miraron a la dirección del ruido, encontrándose a su hermano menor cayendo por una de las paredes del barranco hasta aterrizar en uno de sus inestables niveles.

Lo Siento [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora