Capítulo 12

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Las puertas principales se abrieron con un enorme estruendo, dando la bienvenida a un mar de gritos y maldiciones. Los guardias empujaron a los hermanos con una fuerza impresionante para ser de la misma especie. Del otro lado, cerca del grupo, retrocedía una criatura que, a pesar de su enorme tamaño, no podía defenderse ante el filo de las lanzas que amenazaban su rostro cada segundo. Todos los miembros de la banda estaban cubiertos de tierra y de hojas secas, mas Floyd se levantó de inmediato, como si su cuerpo no hubiera sido afectado por la reciente agresión. Corrió con todas las fuerzas que le permitían sus adoloridas piernas, pero era demasiado tarde. Las puertas del reino fueron selladas para cualquier explicación.

-¡Esperen! ¡Por favor!-gritó- ¡Quiero hablar con mi hermano!

Golpeó la puerta con desesperación; no le importaba tener los pantalones y el rostro manchado de lodo, mucho menos sentir sus manos heladas. Sólo quería tener una respuesta.
El sonido de los golpes rebotaba en todos los árboles del lugar, formando un sentimiento de empatía y tristeza en todos los miembros del equipo.

-Por favor...

Cayó de rodillas ante la imponente estructura; las manos reposaron en sus piernas, su mirada estaba decaída, apretó sus párpados con fuerza en un intento de contener las lágrimas. El labio inferior temblaba, pues el cuerpo siempre encontrará el modo de expresar lo que tratamos de callar.

-Esto es un abuso de poder-comentó Clay -.Esto va en contra de las reglas que los miembros de la realeza deben seguir.

Todos miraron unos segundos al troll de cabello amarillo con seriedad; no era el momento de juzgar a la monarquía y su forma de liderazgo. Clay comprendió esto a la primera y decidió cerrar la boca con una mirada avergonzada.
El hermano mayor se acercó con lentitud a la derrumbadas imagen de su hermano menor. Tenía las cejas caídas y un dolor reflejado en su mirada. Colocó su mano en el hombro de Floyd, este levantó el rostro con unas pequeñas lágrimas. Jonh Dory no tenía las palabras correctos para animarlo (tampoco era el mejor en darlas), pero una pequeña sonrisa fue suficiente para traer la calma a la situación. Ayudó a su hermano a levantarse con cuidado y ambos se acercaron al grupo.

-¿Qué rayos fue lo que pasó?-preguntó Spruce. Tenía el chaleco manchado y la tierra cubriendo sus pies-. ¿Todo eran abrazos y risitas para luego convertirse en unos animales violentos? ¿Qué está pasando?

-No lo sé-respondió Jonh Dory-, pero es seguro que algo extraño está pasando.

-¡Wow!-exclamó Clay con una mirada serie-¿Lo descubriste tú solo?

Ambos hermanos lanzaron una mirada asesina, la tensión de ellos creció a un porcentaje considerable, sus hombros estaban tensos y sus puños se cerraron hasta que se tornaron blancos.

-¡Basta!-agregó Poppy, interponiendose entre ellos dos -.Este no es el momento. Debemos recuperar a Ramón.

Tenía una postura rígida y una mirada sería, no tenía la misma alegría que la caracterizaba. Se veía igual a una mujer que trata de buscar una solución a los problemas, pero todos sabían que por dentro deseaba llorar por el extraño comportamiento de su novio.

-Tiene razón -agregó Floyd-. Debemos buscar el modo de sacar a Ramón de ahí.

-¿Pero cómo? No existe ningún registro de este reino.

En efecto, no existía ningún registro sobre dicho reino. Los mapas no tenían clasificado esa parte del bosque, sólo contaba con un nombre extraño y bastante alejado de la realidad. Además, dudaban que los demás trolls supieran algo; tal vez la noticia de un reino que roba a trolls de otros reinos para llevarlo a lugar lindo y seguro en vez de torturarlos sonaría descabellado. Los hermanos pensaron entre el susurro de las hojas y los tenues rayos del sol. Floyd trató de recordar cada cualquier detalle del reino por más insignificante que fuera, pero no logró encontrar ningún defecto. Incluso la propia reina parecía no tener ningún error:su cabello dorado, el olor a fresas saliendo desu ropa, su piel sin ningún defecto. Aquello podía describirse con dos simples palabras: perfección perfecta.
Una parte de Floyd no podía encontrar ningúna señal, sin embargo, se obligó a seguir recordando y, tan rápido como un relampago, recordó el pequeño collar que la reina llevó todo el tiempo. Siempre tenía un brillo más fuerte que su propio ser, nunca lo soltó y, por experiencia personal, los accesorios no siempre son lo que parecen.

-¿Qué opinan del collar?

Todos miraron de forma incrédula al creador de dicha pregunta. El tono de la interrogante sonó incoherente. Era como si hubiera recitado cómo acabaría el fin del mundo.

-¿Qué tiene? Es sólo un collar-dijo Spruce.

-No, era diferente-agregó con aire serio, tratando de no temblar al recordar los dos meses que estuvo encerrado en una botella-. Tenía un brillo singular y la princesa lo cuidaba mucho, como si tuviera miedo de perderlo. Cada vez que veía a la reina tenía una mano cuidando su collar con un miedo iracional. Era como si lo más valioso del mundo estuviera dentro de él.

-Tiene razón -aclaró Poppy.

Las miradas de todos cambiaron de lugar. Ahora observaban el rostro neutro de la reina que, en un increíble esfuerzo, trataba de no llorar ante la reacción de verla otra vez, como si el momento que tanto esperó no se hizo realidad.

-Siempre cuidaba esa piedra como si su vida dependiera de ello, y creo saber quién puede tener una idea.

Todos sabían a quien se refería y, aunque les doliera, debían dejar el reino para encontrar más respuestas. Todos se subieron de inmediato a Rhonda y, aunque Floyd deseaba seguir ahí, no podía hacer mucho bajo esas circunstancias.

-<<Volveremos por tí, Ramón>>- pensó mientras miró por última vez las puertas.
Rhonda avanzó a rápido veloz, provocando un batido de lodo, hojas secas y nueces en el lugar.


La reina miró su reino desde el balcón de la torre con mucha serenidad. El viento jugaba con su cabello y el aroma a fresas despertó una alegría que brilló en sus ojos. Un guardía entró sin preguntar. Quedó a unos metros de la reina; tenía una postura firme y el rostro más amargado del mundo.

-Mi reina, hemos sacado a esos trolls.
-Excelente-dijo, sin dejar de ver el paisaje-. Por favor aseguren el sistema de vigilancia, quiero una mejor seguridad para el pueblo.

-Sí, mi reina

-Y asegúrate de que ellos no vuelvan a entrar en mis terrenos.

-Sí, majestad.

El soldado salió sin decir nada más.
La reina seguía contemplando el reino, mas un destello verde recorrió sus ojos. Expresó una sonrisa arrogante para adentrarse al hogar.

Lo Siento [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora