Capítulo 8

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Si el castillo era grande en el exterior, en el interior parecía una pista atlética. El primer nivel los recibió con un suelo conformado por pequeñas piedras grises colocadas con una perfecta simetría, la madera de las paredes se veía más trabajada, con un color claro a diferencia del natural. Dos jarrones (que en realidad eran dos rocas con forma de jarrón) tenían hojas de palmera para decorar cada costado de la escalera; mismos escalones viejos que se hallaban tapizados con un moho de verde fuerte.
Había dos pasillos por ambos lados que guiaban a diferentes habitaciones, pero los soldados no tenían tiempo de explicar su funcionamiento, mucho menos para realizar un tour detallado. Los hermanos subieron de mala gana las escaleras de zigzag mientras por dentro no podían dejar de sentir una sensación desagradable ante la probabilidad de sentir otro ataque.

Cada pasillo era un mundo distinto; el tercer corredor estaba disponible para temas de agricultura; había numerosas salas donde algunos trolls acomodaban y limpiaban las herramientas para tratar con la tierra, al igual que clasificaban algunas semillas de flores y frutas simples. El quinto piso tenía un especie de enfermería; varias camas se hallaban alineadas como si fueran soldados preparados para ir a la guerra. Dos enfermeras revisan sus recursos, ya que nunca se sabe que peligro se puede presentar en el pueblo.
En el septimo piso había una enorme biblioteca; era más grande que la habitación de Floyd en el búnker. Sin embargo, parecía no ser muy consultado por los demás trolls, pues el polvo que las señoras de limpieza sacaban no dejaba de crecer. Floyd sabía que a su hermano le fascinaría tener una biblioteca así de enorme dentro del búnker, aunque recordar la imágen de Ramón lo trajo a la realidad.
Las habitaciones para visitantes estaban en el octavo nivel que, a simple vista y basándose en la experiencia de todos, era un cuarto que no se llenaba a menudo.
La iluminación de todo el castillo se generaba gracias a unas luciernagas dentro de lámparas delgadas y cada nivel habitaba una flor distinta, mostrando los niveles que tenía cada habitación y cuál era más importante; había lirios, orquídeas y gardenias. Eran diferentes a las del pueblo, más hermosas, más elegantes, más poderosas.

Muchos trolls subían y bajaban esas escaleras con una incrédula facilidad. Los miembros de la banda estaban apunto de perder el aire y sus abrigos no ayudaban para seguir con ese cansado e infinito ejercicio. Floyd le echó una mirada a cada habitación, lo mejor que pudo hacer considerando que tenía al "señor amable" detrás de él. Tenía la esperanza de encontrarse con su hermano, pero ningún troll tenía las características de Ramón. Una enorme desesperación aumentaba con cada nivel que subían, con cada cuarto vacío, con cada segundo sin saber de su hermano.

-¿Alguno ha visto a Ramón por aquí?-susurró Floyd.

-Eso mismo te iba a preguntar-aclaró Clay sin voltear.

El guardía de adelante se detuvo de golpe, llamando la atención de todos. La imágen de dos puertas de madera grotesca desprendía una vibra espeluznante. Tenían su margen decorado con raíces entrelazados entre sí, como los colores del día y la noche en medio de un atardecer.
El guardia tocó con mucho respeto y cuidado, muy diferente a la actitud que ofreció a la banda.

-Adelante.

Todo el grupo entró en silencio.
La sala era de un color canela, su alfombra era una larga línea de moho que conducía al trono, y del lado derecho estaba el balcón que todos habían visto en el primer piso.

-Su majestad, lamento molestarla-aclaró el general atrás de Floyd, pero es algo urgente.

La reina se encontró en medio de la sala firmando documentos importantes, al menos eso pudieron percibir todo dentro de la sala. Alzó la vista ante aquella noticia, sus ojos morados destellaban una serenidad agradable, misma que fue reemplazada por una extrema preocupación.

Lo Siento [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora