Capítulo 13

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La reina caminó por el noveno piso del castillo. Las luciérnagas iluminaron el corredor como si el día no entrara por las ventanas del lugar y el silencio rondaba por aquellas paredes hechas de madera. Avanzó con sigilo hasta llegar al final del corredor. Se detuvo en el marco de la puerta; estaba hecho de ramitas de un marrón pálido y uno que otro trébol acomodados en zig zag. Dentro de la habitación inundaba el color mandarina, una pequeña luciérnaga iluminaba el centro de la habitación, la cama hecha con algodón y sábanas de moho se hallaba del lado derecho. Era una habitación simple, pero su vista se concentró en un joven troll de piel celeste sentado en una mesa en el centro del lugar. Miró con mucha concentración unas hojas que parecían tener asuntos importantes, pues tenía una gigantesca concentración.

-¿Apenas llegaste y ya estás trabajando?- Se recargó en el margen de la entrada. Tenía los brazos cruzados y una ceja alzada.

-La seguridad del reino nunca descansa-dijo sin apartar la vista de los papeles- Y no después de que aquellos locos te gritaron.

-¿Creí que regresaban dentro de dos semanas?

-Así era, pero resulta que el lugar que exploramos no tenía muchas amenazas como creímos. Excelente para expandir el reino.

La reina se acercó despacio. Tenía un aura tranquilo y una sonrisa que transmitía cariño y seguridad.

-¿Te encuentras bien?

La vista de aquel troll se congeló ante tal pregunta. Alzó el rostro cansado y soltó los papeles irritado. Lanzó un fuerte suspiro, como si ya no pudiera ocultar lo que rondaba por su mente inquieta.

-Sí, es sólo que-su voz parecía dudar- fue demasiado extraño lo que dijeron esos trolls.

-No te preocupes por eso.- Caminó hasta quedar a la espalda del troll y sostener los tensos hombros de aquel troll. Tenía una sonrisa de oreja a oreja-. Es obvio que se equivocaron.

-Sí, pero-se detuvo, como si tuviera miedo de que las siguientes palabras fueran un detonante para acabar con su vida.

-Vamos, Suvan. Puedes confiar en mí.

El antes mencionado miró la cálida sonrisa de la reina. Los ojos de la reina parecían dos grandes lagos morados que, si no pisaba con cuidado, podía hundirse en una profunda oscuridad.
Era cierto que tenía un buen lazo con la reina al igual que un papel muy importante en el reino: primer general de la seguridad. Gracias a él muchos trolls dejaron de ser atacados por los animales del bosque: arañas gigantes, ardillas violentas, osos, entre otras criaturas amenazantes para su especie. También era más fácil de cocechar los productos con sus ingeniosas máquinas y los eventos nunca estuviera mejor organizados. Sin embargo, una sensación de alerta despertaba en él de vez en cuando, como si algo estuviera advirtiéndole del peligro. Era como una voz que gritaba, pero que no podía escuchar con exactitud.

Seguía mirando a la reina con un aire desconcertante, pero que supo disimular con un rostro cansado.

-No es nada importante-dijo-Quizás sólo necesite descansar.

-¿Qué te parece pasar un tiempo de hermanos en el reino?-exclamó estusiasmada-¡¿No suena divertido?!

Su mirada desprendía un brillo inocente y sus manos estaban abajo de su barbilla en espera de una respuesta. Para ser sinceros, ese troll no estaba convencido del todo, pero no podía recistirse a esa mirada que, por alguna extraña razón, se le hacía bastante familiar, como si la hubiera visto antes, sólo que no es la misma troll.

-Je-cerró los párpados ante la derrota-. De acuerdo.

De repente, al momento de levantarse un dolor punzante rondó por la cabeza del troll, como si una lanza hubiera atravesado su cráneo en un instante. Un ligero hormigueo recorrió sus brazos y piernas, y una sensación de mareo lo obligó a sentarse.

Lo Siento [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora