Capítulo 11

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Los chicos se levantaron de la cama a primera hora de la mañana. Dejaron las nuevas prendas que les regalaron y volvieron a sus antiguos trajes que, a pesar de sonar tonto, les brindaba una sensación de seguridad y confianza tan grande que no cabía dudas de quienes eran.

Salieron de la habitación con paso apresurado, tenían las mochilas colgadas y un rostros cansados; Jonh Dory, Spruce y Clay no podían abrir sus ojos por completo y en sus cuerpos se compartía la misma señal de agotamiento. Sin embargo, Floyd y Poppy los guiaban por los corredores como madre con sus hijos en medio de una densa oscuridad.
Los pasillos eran muy diferentes en la mañana: pocos trolls caminaron entre los niveles del castillo, el olor a frutos rojos y pan tostada embriagaba por completo el lugar; sus estómagos eran tentados por aquellos aromas que no paraban de brotar de la cocina, y el deseo de probarlos crecía con rapidez. No obstante, sus piernas seguían moviéndose, siendo conscientes de que el desayuno no era uno de sus temas principales. Las luciérnagas seguían brillando a pesar de los rayos del sol entrando por las ventanas de forma violenta. Era como si no tuvieran necesidades y fueran simples robots que deben obedecer. Esto inquieto un poco a Floyd, pero no le dio mucha importancia, o más bien, no quería enfocarse en ellos.

John Dory tocó la puerta de la sala principal. Las puertas se abrieron con un fuerte ruido y una rapidez impresionante. La luz de las luciérnagas seguía iluminando la habitación, como si la noche estuviera encerrada en el lugar. Los tres insectos colocados en el techo no se movían y parecían no tener ni una pizca de vida.
Todo era igual a la primera vez que entraron, sólo que la reina se encontró sentada en el trono con un aire pensativo mientras jugaba con la pequeña esmeralda que colgaba de su cuello. Su vestimenta era la misma, pero se notaba un poco descolorido, como si el brillo de la noche anterior se hubiera quedado atrapado en el pasado.

-Buenos días, su majestad-dijo Jonh Dory, haciendo una torpe reverencia-. Esperamos no interrumpir nada.
La reina enfocó su vista al gigantesco grupo, soltó su collar en un instante y se acercó con la misma expresión alegre de antes.

-Por supuesto que no-aclaró, quedando a unos metros del grupo. Su mirada examinó a cada uno, una actitud muy diferente en comparación con su llegada y su sonrisa se notaba algo forzada. Una sensación extraña recorrió la espalda baja del pequeño troll de shorts negros hasta llegar a sus hombros y acariciar su nuca. El pelo en pecho de Spruce se levantó en una señal de peligro, pero tal vez era por el gélido viento que los acompañó al abrir las puertas.

-Espero que en el siguiente reino tengan más suerte en encontrar a su hermano.

-También nosotros-agregó Spruce con un aire fatigado.
-Bueno, ya saben lo que dicen: <<al que madruga, un troll lo ayuda>>-agregó con sus hombros levantados y una sonrisa más larga de lo habitual.

Se formó un silencio incómodo entre ellos. Unas sonrisas nerviosas fueron la única respuesta de los hermanos y Poppy ante ese comentario. La reina se acercó con un aire sereno y una cálida expresión en sus ojos al hermano menor del grupo. Se detuvo para mirarlo con más atención; esto inquietó un poco a Floyd, desvío la mirada unos segundos en busca de ayuda, pero sus hermanos gritaban algo como: <<No hagas nada estúpido>>. Era reconfortante ver cómo tenía el apoyo de sus hermanos.

Sus ojos volvieron a enfocarse en el rostro pálido de la reina. Esta acomodó el fleco del pequeño troll, dejando a la vista los dos ojos de Floyd y una sensación de agresión a su espacio personal. La reina Poppy notó esto, pues había vivido algo familiar con su hermana cuando la interrogó en medio del cambio de minigolf.

-Gracias por todo.-Se colocó al lado de Floyd con una sonrisa nerviosa-. Espero que podamos contar con su ayuda en otra ocasión.

La reina se alejó sin titubear; miró unos segundos a Poppy con un aire neutral, pero volvió a sonreír unos segundos después.

Lo Siento [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora