(Por: Christopher)
—Hola señor Ponce, ¿está Adrian?
—No, sigue en la escuela. El chico que interpreta en ese...proyecto tiene un taller después de clases.
Un pequeño flash de Marissa contándonos sobre Lindsay y el taller de teatro aparece en mi cabeza pero el señor Ponce ni siquiera me deja preguntar si puedo esperarlo. Me da la espalda y sube las escaleras directo al segundo piso, de vuelta a su estudio.
Paso tanto tiempo aquí que los vecinos deben creer que tiene dos hijos.
Me pongo los audífonos en caso de que coloque música lacrimógena (¿ven? luego Marissa dice que no uso palabras complicadas). El tiempo ha pasado, pero dudo que en esta casa suene una canción alegre hasta el siguiente milenio.
Han pasado cinco años y todavía me parece una situación irreal. Antes, jamás hubiera podido decir que un lugar se veía triste, pero desde entonces, cada centímetro de esta casa se ve exactamente así.
Mientras me encamino al cuarto de Adrian, sigo la conversación en whatsapp que he dejado pendiente con la asistente de mi papá sobre las bebidas para la gran fiesta de Giselle.
***
Sé que no soy el único en esta mesa preguntándose sobre cómo diablos la gente es invitada a las fiestas de Giselle. Nunca he recibido una invitación a nada. Adrian a veces es requerido con la banda para tocar un rato, pero luego todos vuelven a casa porque es imposible soportar un montón de niños ricos borrachos y arrogantes.
Giselle nos sigue mirando, todavía dolida por las palabras de Lydia. Cuando veo asomar una pequeña sonrisa de satisfacción en la odiosa Myrtle, decido que no la dejaré ganar:
—Tienes razón, te ayudaremos. ¿Cuándo piensas hacerla?
Gracias a los dioses, eso la convierte en una animada planificadora. Regina es nombrada anfitriona, Marissa y Adrian los encargados de supervisar decoración de la fiesta y objetos perdidos. Marcos dirigirá el evento en facebook y responderá las preguntas de la gente. Lydia va a cargo de la música. Y yo...
—Sergio siempre nos arma las bebidas. Tuvo un verano loco en Las Vegas y aprendió a ser barman. Solo decide algunas opciones y le diré al servicio que compre todo.
—¿Y arruinarme la diversión? —reclamo—. No te preocupes, puedo encargarme de costear esto por ti.
Sé que he hecho algo bueno porque Giselle resplandece. Honestamente, hacerla feliz se siente como si Dios te diera su aprobación. Al instante, me pregunto si eso me ganará puntos con Darla.
***
Después de un largo rato de googlear cómo hacer jelly shots y bebidas llenas de colores, me he tirado un rato a escuchar música.
Afortunadamente, la asistente de mamá, no hizo preguntas sobre por qué necesitaba un contacto para comprar gigantescas cantidades de licor. Seguramente tuvo algo que ver con que le escribí el correo a mamá.
"Estoy copiando a Sandra para que me ayude por si estás muy ocupada. Te quiero, Chris"
Ese final había sido un golpe maestro. Cuando mamá tuviera tiempo para leer un correo mío, probablemente ya sería mayor de edad.
Después de una hora, solo falta decidir si vale la pena incluir una buena cosecha de vinos en la carta para una fiesta de adolescentes que ni siquiera pueden pronunciar Cabernet Sauvignon.
ESTÁS LEYENDO
Camina al INFIERNO en mis zapatos
Teen Fiction"El nombre que han sacado en el sorteo, es el nombre del compañero que les ha tocado en este proyecto. ¿Han escuchado que antes de criticar a alguien deben caminar una milla en sus zapatos? No, no es un trabajo en parejas. Por un trimestre entero, t...