(Por: Marissa)
—Odio este día —dice Darla cuando llegamos al colegio la mañana siguiente a la cancelación del proyecto.
Me siento extraña caminando nuevamente en zapatillas, sin el colgante de Lindsay en mi cuello y con el cabello desordenado.
Darla lleva jeans y una sudadera, y dada la temperatura que hace no considero que sea siquiera saludable.
—Se siente raro —admito—, a pesar de que hemos sido nosotros por años, y el proyecto apenas duró dos meses.
—Exacto. Ni siquiera podía ponerme un escote hoy, he desenterrado esto del fondo de mi armario. ¿Crees que me llamen la atención?
—¿Cómo diablos te van a llamar la atención por venir vestida dentro del código de vestimenta por primera vez en años? No estoy contando lo de Regina, obviamente.
—Ja, ja, ja —difícilmente he visto a Darla tan decaída, ni siquiera cuando fue su primer día como Regina.
Siento que todo es más bullicioso, que la gente nos mira y nos señala, pero que toda mi clase no presta atención, caminando con la misma expresión perdida de Darla.
En clase el mundo se invierte, el silencio es casi agobiante y los alumnos echan miradas furtivas hacia quien solían interpretar. Yo misma estoy viendo con envidia de las notas que se pasan Lindsay y Bruno, dándome cuenta que no llegue a hacer eso con Adrian.
—¿Quién me dice dos exámenes usados para detectar TBC?
Por otro lado, es relajante ser libre de alzar la mano nuevamente.
Doy un vistazo alrededor de mis antiguos aliados nerds, pero mi mirada se queda donde está la del resto de la clase. Incluso la profesora se queda sorprendida de ver a Fernandez intentando conseguir la respuesta.
La mitad del salón está en silencio mientras la profesora tiene la boca abierta ante su mano alzada. Yo me sentiría ofendida.
Él se da cuenta y lentamente empieza a bajarla.
—Perdone, olvidé...
—No, señor Fernandez, está bien. Por favor, su respuesta.
Y acierta. Hay muchas risitas alrededor, pero él ciertamente se ve satisfecho. Siempre pensé que los chicos vagos no daban una mierda por los estudios y estaban felices con ello, pero nunca imaginé que ellos mismos no habían considerado la idea de que podrían ser algo más.
No es la primera ni la última vez que sucede durante el día. Muchos siguen olvidando que ya no son otra persona e intervienen en cosas que solo hacían por el proyecto.
—¿Lo ves, no? —Pregunta Darla cuando vamos al almuerzo—, los profesores se están dando cuenta de que el proyecto era importante.
—No creo que eso ayude a reponerlo.
Darla se encoge de hombros.
—No se puede perder la esperanza, ¿cierto?
De vuelta a mí misma, me doy cuenta que he perdido el rastro en algunos cursos, con la idea de que sería Lindsay hasta el final del año.
Darla se apunta a estudiar en mi casa esa tarde, y antes de que llegue estoy terminando un programa de lo que falta para estar al día.
—¿Estás bien, Marissa?
Mamá se acerca con Max dormido en sus brazos y pasea la mirada por mis esquemas de estudio.
—Sí, ¿por qué?
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Camina al INFIERNO en mis zapatos
Teen Fiction"El nombre que han sacado en el sorteo, es el nombre del compañero que les ha tocado en este proyecto. ¿Han escuchado que antes de criticar a alguien deben caminar una milla en sus zapatos? No, no es un trabajo en parejas. Por un trimestre entero, t...