Una canción de amor

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(Por: Marissa)

—¿Qué estoy viendo?

—Un video de una actuación de Adrian en una fiesta hace unos meses.

Una vez que me lo dice, parece obvio que eso es lo que es. Adrian está al frente, Lucas ligeramente detrás y los demás son chicos de la escuela que no están en nuestro grado.

—¿Quizás mi pregunta es por qué estoy viendo esto?

—Escucha.

Darla sube el volumen y me concentro en la canción. Es lenta pero suena con fuerza y la gente sigue el coro hipnotizada. Además, no debe ser la primera vez que la canta, porque ellos se saben la letra. La forma en la que Adrian toca la guitarra es fuera de serie. Quizás es porque soy una negada para la música, pero estoy segura de que nunca podría hacer algo parecido.

—Es bueno —murmuro a regañadientes.

—¿Es bueno? —Repite Darla, sonando indignada—. ¿Es que no estás escuchando?

—Sabes que no soy muy buena para la música, pero realmente pienso que suena bien.

Ella resopla, y devuelve el video al inicio.

—La letra, Marissa. La maldita canción se llama "Te extrañaré por siempre".

Esta vez me concentro en cada palabra y cuando el video llega al final me falla la voz. ¿Él compuso eso para su mamá?

"Extraño las cenas familiares

Y el suéter que usabas en navidad

Y te recuerdo diciendo

Que pronto todo iba a mejorar".

Yo no estoy llorando, tú estás llorando.

—Es bonita —consigo decir.

—¿Quién diablos es esa chica? Es obvio que la quería un montón, y que estaba súper metida con su familia y todo, ¿crees que te esté usando para superarla?

Me toma un minuto deducir qué es lo que piensa Darla, a pesar de mi inteligencia superior y todo eso.

—Claro que no.

Es la mejor frase neutral que consigo para responder sin contarle un secreto que no me corresponde contar. Tengo claro que es un secreto importante, o de otro modo Adrian ya lo habría comentado en la escuela.

—Los músicos pueden sacar canciones de cualquier cosa, no necesariamente de sus experiencias personales.

—Eso no parece inventado —murmura Darla una y otra vez mientras yo intento convencerla de hacer la tarea de Química.

—Lo que no tiene que parecer inventado son tus respuestas a las preguntas del examen —reclamo—, y eso no va a suceder si no practicas ahora mismo.

Al final se da por vencida, pero una parte de mí no deja de preguntarse por qué Adrian me lo contó en primer lugar. ¿Solo porque fui fatídicamente vergonzosa con mi charla de madres?

El día siguiente solo trae más interrogantes.

***

—Oye, tú.

Volteo para encontrarme a Lindsay evaluándome de pies a cabeza, y no puedo evitar hacer lo mismo. Se ve diferente usando solo jeans y un suéter, casi sin maquillaje y con el cabello atado en una cola alta. Me golpea el hecho de que de todos modos se ve muy bonita.

—Jamás usaría ese color, ¿vale? —Dice señalando mi blusa—. A ti no te queda tan mal, pero a mí no me sienta para nada. Solo...pídele al chico de Bruno su casaca y cúbrelo, él hace eso por mí.

Me entra una risita tonta.

—Después de los postres que te trae a diario, creo totalmente en ello.

—¿Los postres?

—Sí, ya sabes, en el almuerzo, te trae un postre diario.

Ni siquiera hace falta que lo niegue, su cara dice en Full HD que no tiene idea de lo que estoy hablando.

—Bruno no hace eso, estás loca —me mira de pies a cabeza—. No es que estés gorda, pero un postre al día puede causar estragos.

Casi le pregunto si "estragos" es su palabra del día, pero se va dejándome con una duda más grande: ¿por qué Adrian me trae postres?

Me encuentro con Darla en el baño y le cuento sobre ello.

—Eso es raro —dice ella—, porque Giselle está allí y te dijo que sí lo hace, ¿verdad?

—Sí, aunque ahora mismo no lo recuerdo...

—Hagamos algo, le pregunto a Christopher, quizás sabe algo.

—¿Así que ahora tiene un nombre y no es solo "el amigo del músico"? —Me burlo.

Darla parece avergonzada, lo que es nuevo en ella.

—Casi hago que nos matemos, y ni siquiera está molesto conmigo por eso. Lo hice chocar esa camioneta carísima, le pusieron puntos en el brazo, hasta ahora no se ha quejado, no me ha hecho sentir culpable, no ha tratado de sacar nada a su favor. Le he seguido hablando solo para que se moleste y nada, sigue igual.

Parece frustrada por todo el asunto.

—¿Eso no es bueno?

—Es amable —se queja como si fuera una mala palabra.

—Eso es genial, necesitas algo más que esos chicos universitarios que solo quieren anotarse puntos contigo. Deberías reclutarlo para la fiesta de promoción.

—No, gracias.

—Oh, vamos, se verían tan lindos.

—Voy con él si tú vas con Adrian. Eso de los postres me suena a que le gustas y lo hacía por ti, Ma—ri—ssa.

Estaba a punto de aceptar solo para verla avergonzada, pero su última oración me deja dudando. Felizmente me salva la campana de inicio de clases y tenemos que apurarnos para llegar a tiempo. Logro llegar junto a Giselle antes de que el profesor cierre la puerta. Saco mi cuaderno para tomar notas, pero él no parece muy interesado en debatir el tema de hoy.

—Chicos, por favor, silencio. Tengo un anuncio importante sobre el proyecto de intercambio.

Solo me hace falta ver su cara para saber que son malas noticias. 

Camina al INFIERNO en mis zapatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora