Victoria's Secret

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(Marissa)


—Elegir ropa adecuada.

—Armar carta de bebidas.

—Limpieza después de la fiesta.

—Elegir la música

—Cómo mantener el orden

—Y el ruido, así nadie llama a la policía.

—Tener una lectura sobre primeros auxilios, por si acaso.

—Cómo correr la voz sobre la fiesta.

—Saber a quién derivar las preguntas.

—Maquillaje y peinado.

—Movimientos de baile.

Oh dioses. ¿Cómo diablos baila Lindsay? ¿Debo preguntarle?

Me tumbo sobre mi cama, totalmente exhausta. Planificar una fiesta es algo tan complicado que deberían considerarlo en las habilidades para aplicar a la universidad. ¡En serio!

Tengo tanto miedo de que sea una de esas cosas donde la teoría puede salir a la perfección pero en la práctica podría ser un desastre.

Doblo el papel cuidadosamente y lo guardo en el bolsillo trasero de mis jeans, antes de tocar el timbre de la puerta. Giselle nos ha invitado hoy para contarle nuestras ideas para la fiesta, y la primera cosa que quiero decirle es que me muero de miedo.

Un guardia verifica mi identidad mediante una cámara y finalmente me dejan pasar. Nunca he puesto los pies en una casa como la de Giselle. De hecho, "casa" es una palabra horrible y ordinaria para describirla. Cuando Lindsay me llevó a la de Bruno, pensé que era impresionante, pero ahora puedo ver que no es nada comparada con esta.

Hay un amplio y colorido jardín que te da la bienvenida a una gigantesca estructura de mármol blanco cuyas ventanas reflejan el sol en todo su esplendor. Es como si la casa en sí misma fuera una rara y misteriosa joya. Intento calcular cuánto cuesta y me detengo cuando sobrepaso los cinco millones. De alguna forma paso el mal trago de aceptar que jamás tendré una casa así.

Casi estoy esperando que un mayordomo me abra la puerta, cuando una mujer increíblemente hermosa sale de alguna parte de los arbustos y, sin preocuparse por dejar manchas de tierra sobre el inmaculado suelo, se lanza contra la manija, que también deja llena de barro.

—¡Buenas tardes, querida! —exclama como si fuera la presentadora de un show—. Tú debes ser Marissa.

—Sí, mucho gusto.

No sé si mi siguiente gesto debe ser una reverencia, un beso en la mejilla o extenderle la mano para que también me la embarre. Ella es la imagen que yo usaría para convencer a cualquiera de que acuda a mi tienda de flores. Lleva un overol suelto, una camiseta blanca llena de manchas que casi parecen artísticamente diseñadas y una sonrisa que hace que sus ojos brillen. Son los mismos ojos de Giselle, así que no es difícil adivinar que tengo delante a su madre.

—¡Bienvenida! —vuelve a exclamar—. Adelante, ella los está esperando a todos en la sala oeste.

Intento no reírme ante la diferenciación entre una "sala este" y "sala oeste". ¿Cuántas salas necesita una familia de tres personas?

Ella me pone una rosa en la mano y señala el camino. Me ordeno cerrar la boca y avanzo intentando no hacer evidente que estoy tomando nota de todos los detalles de su mansión por si me gano la lotería algún día.

No es difícil encontrar el lugar, porque hay un pasillo principal que conecta todo. "La sala oeste" es un espacio construido bajo el nivel del suelo, parece un pequeño pedazo de sótano sin techo. Giselle está con las piernas cruzadas sobre un sillón blanco, tarareando una canción. Su vestido amarillo contrasta hermosamente y si yo tuviera un celular con una cámara decente, ya hubiera conseguido hacerme famosa en instagram fotografiando esto.

Camina al INFIERNO en mis zapatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora