Todos son lindos cuando empieza

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(Por: Chloe)

—Tiene cara de lagarto —Concluye Giselle después de deambular por varios minutos por el Facebook de Lucas.

—¡Oye! —Reclamo—, se supone que eres mi mejor amiga.

—Estoy intentando ser sincera contigo.

—¿Gracias? —Pregunto con sarcasmo.

—¿Un lindo lagarto? —Intenta ella—. Oye, pienso que Benedict Cumberbatch también tiene algo de lagarto en su cara y me encanta.

Quiero quejarme, pero la sinceridad de Giselle es aplastante, junto a su miedo porque esté molesta con ella.

—Vale, vale, quizás un poco. Pero...no sé, me gusta, y hace tiempo que no me gustaba nadie.

Giselle me da golpecitos de simpatía en la cabeza.

—Es bueno verte feliz, para variar.

—¿Crees que pase algo entre nosotros? O sea, creo que me dijo que le gustaba hace un rato, pero su mamá lo llamó y el momento se rompió.

Giselle rueda los ojos y me saca lengua.

—¿Cómo podrías no gustarle? Eres divertida, inteligente, te vistes increíble y eres hermosa. Dame una sola razón por la que no caería rendido a tus pies.

—¿Quizás no soy su tipo? Él es músico, y yo no sé mucho sobre música.

Giselle se echa a reír con ganas, saca su celular y lo apunta hacia mí.

—Oh por todos los dioses, te sientes insegura con un chico. Esto tengo que grabarlo para la posteridad. ¿Puedes repetirlo?

Aparto su cámara y me derrumbo sobre el centenar de almohadones que tiene en su cama.

—Es en serio. Además, no tenemos futuro, ¿cierto? Va a terminar el colegio, y todos saben que esas parejas no duran.

—Tú irás a la escuela de arte mientras eres contratada oficialmente en la casa de diseño de tu mamá, él probablemente vaya a la universidad, todo en esta misma ciudad, siendo las mismas personas de siempre. Nosotras no nos vamos a separar solo porque vayamos a cambiar de lugar de estudios.

—Claro que no, tú vas a ser la encargada de peinado y maquillaje en todos mis desfiles.

—¿Lo ves? Ya está planeado. Él puede poner la música y todos felices por siempre.

La miro empezar a debatir con su peluche de unicornio sobre nuestras futuras vidas perfectas y no puedo evitar sentir que tiene razón. La verdad es que tenemos vidas bastante fáciles siendo hijas de quienes somos, lo cual hace que a veces me sienta mal por todos los privilegios.

Y ahí descubro qué es lo que me da miedo: ¿y si soy demasiado privilegiada para él? Por mucho que trate de evitarlo, crecer como una rica niña mimada debe haber tenido algún tipo de impacto en mí, y eso podría arruinarlo todo.

Pero no se lo digo a Giselle, porque ella sigue fantaseando acerca del mundo de la moda y cómo será mi primer desfile.

Su celular nos hace saltar a ambas.

—Oh, ya llegaron Lindsay y Karla —anuncia—. Justo a tiempo.

—¿Justo a tiempo para qué?

—Tengo un cóctel más tarde, y esperaba que me ayudaran a estar presentable.

—¿Presentable? ¿Quién te crees que somos? Vas a ser la mujer más deseada de la fiesta.

Giselle parece incómoda por eso, y tengo que reprocharme mi elección de palabras.

Camina al INFIERNO en mis zapatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora