INSOMNIO

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Nota: A continuación los siguientes capítulos serán desde la perspectiva de Ethan.

5:34 AM.

En una oportunidad escuché a alguien decir que mientras más oscura era la noche, más luminosa sería la salida del sol. Una frase vacía, una mentira que me repetía cada mañana para engañarme. Un nuevo día se asomaba, inexorable, y con él, la pesadilla de mi conciencia.

El insomnio me había convertido en un fantasma de mi mismo, vagando por un departamento que cada vez se sentía más ajeno. El gimnasio era mi santuario, un lugar donde podía descargar la frustración y la rabia que me consumían. Con cada repetición, con cada gota de sudor, me acercaba un poco más a la nada.

En el espejo empañado del gimnasio, solía ver mi reflejo y era el de un extraño. Mis músculos tensos, la mirada perdida en la ira, el ceño fruncido. Cada flexión, cada respiración profunda era una lucha contra mis demonios internos que me atormentaban.

El sudor resbalaba por mi frente, mezclándose con mi agonia que se hacía más grande con cada amanecer. La soledad era una prostituta que sin previo aviso extendía su presencia en mi cama, había un vacío que nada parecía llenar.

—Señor. Su desayuno está servido.—La voz de Jeanette me sacó de mi trance. Siempre tan puntual, siempre tan amable. Su presencia era una constante en mi vida caótica, al igual que Eugene, ellos eran un ancla en medio de la tempestad. Pero incluso, ellos con sus sonrisas cálida y sus miradas comprensivas, no podían alcanzar las profundidades de mi oscuridad.

El aroma a café recién hecho se mezclaba con el olor a flores que me traía recuerdos indeseados. April. Su imagen se materializaba en mi mente, vívida y dolorosa. La recordaba riendo, con ese aroma sin igual, su piel delicada y sedosa. Y luego la recordaba en mi cama, entregada a sus deseos y los míos, jadeante y seductora... Había sido un error, una equivocación que había marcado mi vida de una manera que nunca imaginé.

Los celos habían sido mi perdición. La había empujado lejos con mis palabras hirientes, mis acciones impulsivas. Ahora, la distancia que nos separaba era insalvable. Y aunque una parte de mí anhelaba volver a sentir su calor, otra parte sabía que eso sería lo peor que podría hacer.

Me levanté y me dirigí a la ducha, dejando que el agua fría me despertara. Miré mi reflejo una vez más y noté una expresión de eterno desencanto. ¿Quién era este hombre? ¿Cuándo había dejado de ser el Ethan seguro de sí mismo, el conquistador implacable?

En la galería de mi teléfono, parecía estar la razon. Guardaba una foto de ella. Sonreía, radiante, mientras olía unas orquideas que le había enviado, justo antes de cagarla en grande.

April me dió a probar del manjar que albergaba entre sus piernas y de una atención genuina que me descolocó desde el primer momento, el desearla cada día más era la señal correcta para alejarme, antes de que fuese demasiado tarde.

Por un instante creí volver a sentir esa conexión que habíamos tenido. Pero era solo una ilusión, un espejismo en el desierto de mi alma.

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora