Experimento de amor

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T/n era una joven bruja de origen latino que había sido contratada como profesora de Herbología en Hogwarts. Era una chica alegre, optimista y divertida, que siempre tenía una sonrisa en los labios y una broma en la lengua. Le encantaba su trabajo y sus alumnos, y se llevaba bien con la mayoría de sus colegas. Sin embargo, había uno que le resultaba especialmente difícil de tratar: Severus Snape, el severo y amargado profesor de Pociones.

Snape era todo lo contrario a T/n: frío, sarcástico y solitario. No soportaba la risa ni la felicidad de los demás, y mucho menos la de T/n, a quien consideraba una inmadura y una irresponsable. Siempre la miraba con desprecio y le hacía comentarios ácidos sobre su forma de vestir, de hablar o de enseñar. T/n intentaba ignorarlo, pero a veces no podía evitar responderle con ironía o sarcasmo, lo que provocaba que Snape se enfadara aún más.

Un día, T/n tuvo que ir al despacho de Snape a buscar unos ingredientes para una práctica de Herbología. Al entrar, lo encontró sentado en su mesa, con el ceño fruncido y una poción humeante delante de él.

- Buenos días, profesor Snape -saludó T/N con una sonrisa-. Vengo a buscar unos bulbos de ajo mágico, unas hojas de menta y unas raíces de mandrágora. ¿Me los puede dar, por favor?

- ¿No puede esperar a que termine de preparar esta poción? -gruñó Snape, sin levantar la vista-. Estoy muy ocupado, y no tengo tiempo para sus tonterías.

- No son tonterías, son materiales para la clase de Herbología -replicó T/n, con paciencia-. Y no puedo esperar, porque tengo que empezar la práctica en diez minutos. Así que, si no le importa, me los da y me voy.

- Me importa, y mucho -dijo Snape, levantando la cabeza y mirándola con furia-. No pienso interrumpir mi trabajo por usted, que no tiene ni idea de lo que es la magia. Usted solo sabe de plantas, y de las más simples y vulgares. No tiene ni el talento ni el conocimiento para apreciar la complejidad y la belleza de las pociones.

- ¿Ah, no? -preguntó T/n, con una chispa de desafío en los ojos-. ¿Y usted cree que sabe más de plantas que yo? ¿Por qué no lo demostramos?

- ¿Qué quiere decir? -inquirió Snape, con recelo.

- Quiero decir que le reto a un duelo de Herbología -explicó t/n, con determinación-. Usted me hace una pregunta sobre plantas, y yo se la contesto. Si acierto, me da los ingredientes que necesito. Si fallo, me voy sin ellos. Luego, yo le hago una pregunta a usted, y si acierta, me voy. Si falla, me da los ingredientes y además me pide disculpas por haberme insultado. ¿Acepta el reto?

Snape se quedó pensativo por unos segundos. Por un lado, le parecía una estupidez jugar a ese juego con T/n, pero por otro, le picaba la curiosidad por ver si era capaz de derrotarla. Además, pensó que sería fácil hacerle una pregunta tan difícil que no pudiera responderla, y así librarse de ella de una vez por todas.

- Está bien, acepto -dijo Snape, con una sonrisa maliciosa-. Pero le advierto que no se lo pondré fácil. Prepárese para perder.

- Eso ya lo veremos -dijo T/n, con confianza-. Haga su pregunta.

- Muy bien -dijo Snape, pensando en la pregunta más complicada que se le ocurrió-. ¿Qué planta tiene la propiedad de absorber la luz y convertirla en energía mágica, y se utiliza para potenciar las pociones de fuerza y resistencia?

T/n se quedó pensativa por unos instantes. La pregunta era difícil, pero no imposible. Recordó haber leído algo sobre esa planta en uno de sus libros de Herbología, y trató de recordar su nombre.

- Creo que se llama... -dijo t/n, con voz dubitativa-. ...lumina.

- Correcto -admitió Snape, con sorpresa-. Ha tenido suerte. Ahora es mi turno. Haga su pregunta.

Fanfic cortos para leer antes de irte a dormir (Versión Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora