1. Yuwon

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La gente seguía llegando al andén. Algunos corrían pensando que el sonido del tren yéndose era el suyo y no el de la dirección contraria, que acababa de cerrar sus puertas. Otros simplemente iban hablando con alguien, ya fuera en persona o por teléfono. Y como yo, escuchando música a un par de metros de las vías, había muchísimos. Si tuviera que poner un porcentaje,  seguramente el 68% estaban ensimismados con su música.

Lo que más odiaba de aquel subterráneo no era el olor, a veces a humedad y otras a humanidad, si no la gente. Empujaban, gritaban y se ponían delante como si fuera una carrera entrar al tren —¿acaso sabían que antes de entrar la gente iba a salir? Ponerse en frente a unos centímetros de la puerta no serviría de nada—.

Como era habitual, me quedé de pie apoyada en la pared. Sentarse en el metro era una misión imposible que pocos conseguían. Algunos tras una pelea a voces con señoras histéricas.

Por suerte, no eran muchas paradas. Llegaría a casa en menos de 20 minutos y eso significaba que cenaría un buen cuenco de ramen en menos de una hora. Mi tripa ya rugía imaginándoselo. Y aunque mi madre había salido esa mañana sugiriéndome de una manera bastante amenazante que comiera más sano, nada iba a impedirme zamparme ese cuenco. Ni siquiera la señora que andaba dándome codazos ni los múltiples mensajes que me estaban llegando, seguramente de mi grupo de amigos.

—<<Atención, debido a un problema en la línea 2, se suspende el servicio de la estación 'Delicias' a '...>>

—¡Me cago en la puta!—grité.

Todo el vagón quedó en silencio. Me quité los auriculares rezando por haber escuchado mal el aviso. La línea en la que estaba se había quedado sin servicio, y desgraciadamente mi parada estaba entre las averiadas en esos momentos. Maldije en todos los idiomas que sabía, de todas las formas posibles y no golpeé a nadie porque ellos solitos se habían alejado de mí.

Normalmente no era así de irascible, pero no llevaba un buen día. Mi madre se levantaba temprano para trabajar y me despertó al hacerse el café. No hubo leche para el desayuno, a la hora de comer tuve que bajar a por aceite para cocinar y me cayó la lluvia del siglo, después llegué tarde al centro comercial con mis amigos porque había tráfico, me perdí 15 minutos de película, se me cayó la bebida en el Foster Hollywood y no contentos con eso, volvió a llover mientras me dirigía al metro.

—Con que esas tenemos...eh...

Se abrieron las puertas obligando a salir a todos los pasajeros. Salí respirando hondo.

—Vida...no me vas a joder mi único momento de paz hoy...—señalé hacia el techo, como una lunática—¡VOY A CENARME EL RAMEN!

—Que aproveche.

Miré sorprendida a mi derecha. Un señor con bastón me sonrió antes de seguir su lento camino hacia la salida. Posiblemente el único de aquella estación que no creyó que estaba mal de la cabeza.

Caminé rápido por las calles, con cuidado de no resbalar por las mojadas aceras y no chocarme con la multitud de gente, que a pesar de ser las once de la noche y estar chispeando, estaban en la calle. Mi único consuelo en esos momentos era escuchar la batería de Josh y el rap de Tyler a todo volumen. Echaba en falta el paraguas que voló debido al viento hacía unos días. No solo no era mi día, simplemente no era mi semana.

Lo primero que hice al llegar a casa fue tirarme al sofá y gritar contra un cojín. Necesitaba soltar esa rabia que había contenido durante el día entero.

Como bien había jurado, metí el ramen en la olla y sonreí viendo las burbujitas del agua hirviendo. Llevaba el día entero pensando en esos fideos. Me senté en la encimera para no perder de vista la olla y comencé a hacer mi revisión de bandeja. Se habían vuelto locos mandando fotos de ese día, tardé un buen rato en ver y comentar todas. El cine fue bastante normal, pero luego ir a los recreativos fue sin duda la mejor idea de Daraen en mucho tiempo.

Part Of Me -YeonjunWhere stories live. Discover now