(55) Serafín

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Visualizó aquel distintivo coche por la vereda. La ciudad de Los Ángeles permanecía tranquila, sin gente andando por aquí y por allá, ni carros circulando a altas horas de la madrugada. Todo se mantenía en un silencio sepulcral, salvo por el coche que estacionó cerca de donde estaba la castaña, quien mantenía su vista impasible, fija en un solo punto, como si pudiera mirar detrás de esos vidrios oscuros.

No podía saber con exactitud si él estaría solo o vendría con su grupo de infernis, pero la castaña supuso que no cuando vio la puerta del piloto abrirse sola, sin la típica compañía de un copiloto bajando al mismo tiempo.

Al ver sus lustrados zapatos, su mirada impasible cambió a un semblante de ira, su ceño se frunció ligeramente y su boca se curvó en una mueca de desagrado.

Y ahí estaba él, justo frente a ella a un metro de distancia.

"Él", aquel hombre que fue culpable de que su vida se fuera por la borda.

Aquel hombre que, a pesar de ser un elfo, se veía cambiado, pues ahora la bondad que llevaba cuando estaban juntos no se veía por ningún lado, al igual que su look sin rastro de la larga cabellera negra que llegó a lucir en el pasado.

—Ve al grano. Dime qué es lo que quieres antes de que me arrepienta de haber venido hasta aquí —inició la castaña, en su tono no se podía descifrar alguna emoción. Serafín resopló para dar unos cuantos pasos más hacia donde se encontraba ella. La mujer no se movió ni un centímetro, aún cuando lo miró quedar a escasa distancia.

—Creo que sabes perfectamente a lo que he venido— comenzó a decir mientras quitaba uno de sus guantes de cuero negros, tan relucientes como sus zapatos, y luego repitió la acción con la otra mano—, Celine.

La castaña soltó un gruñido por lo bajo cuando escuchó esto último; no le agradaba que le hablara por su nombre, pero lo dejó pasar por alto.

—¡Correcto! —afirmó.

—Entonces, dime... —calculó su acercamiento y levantó una mano tratando de llevarla a la mejilla de la mujer, la cual logró esquivar su movimiento—. Dime dónde está Tikka —su voz salió fría y alejó su mano de ella, aceptando que su vago intento por tocar su piel había fracasado.

—A ver, si quisiera saber dónde está tu jefa, ¿me lo dirías? —Serafín negó de inmediato mientras sus ojos se entrecerraban viendo a la mujer frente a él—. Entonces, ¿cómo supones que te diré dónde está ella? Al contrario que tú, yo no soy una traidora —remarcó esto último con odio. Él se dio una vuelta de manera brusca y luego volvió a encararla acercándose toscamente a ella, haciéndola chocar contra la pared.

—Si sigues así, Leilah vendrá por ti. Sabes que si saliste ilesa la última vez, fue gracias a mí.

Celine soltó una carcajada amarga que molestó al elfo, quien apretó más su agarre en la muñeca de la mujer. Esta solo le lanzó una mirada de odio intentando zafarse bruscamente del agarre del contrario.

—¿Debería decirte gracias? Maldito traidor —ahora sus ojos estaban ligeramente cubiertos por las lágrimas, lágrimas de rencor—. Gracias a ti, mis padres están muertos. El grandioso Serafín, tu más grande hazaña ha sido enamorar a la hija de los líderes del Escudo de Luz, para acabar con ellos y dejarles el camino libre a los de tu tipo, "infiernis", para que pudieran continuar con su labor de revivir al señor oscuro —soltó con rabia. Ya harta de tenerlo tan cerca y con un ardor no solo en sus muñecas, sino también en su pecho.

Al elfo frente a ella, por un momento, se le estrujó el corazón al verla en ese estado, lagrimosa, con aquella mueca de dolor. Él había vuelto a provocarlo, como la vez que entregó a los padres de la mujer, como cuando la había vuelto a ver hace dos años atrás y convenció a Leilah de que sería mejor si la dejaba con vida con la excusa de que viera su derrota cuando lograran traer de vuelta a su señor. Leilah no muy convencida aceptó.

—Volveré pronto— dijo, soltando a la mujer y alejándose entre la noche.

|𝖮𝖭𝖤 𝖲𝖧𝖮𝖳𝖲| 𝖬𝗎𝗅𝗍𝗂𝖿𝖺𝗇𝖽𝗈𝗆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora