(11) Diaval

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Lindo pájaro

Acomodé mi cabello negro y seguí mi camino. Buscaba a mi amiga Aurora, a quien había conocido en el bosque.

Sabía perfectamente dónde la encontraría; seguramente estaría cerca, admirando e imaginando cómo era el páramo. Y no me equivoqué; ahí estaba ella, pero no estaba sola. Estaba hablando con, ¡oh no!, cualquiera que conociera la historia sabría perfectamente que aquella mujer era maléfica, pero al parecer, mi amiga no.

Ambas charlaban tan pacíficamente que no podía imaginarme que esa mujer fuera la cruel persona que decían, que el mismo rey había descrito.

No quise interrumpir, pero tampoco seguir espiando, así que retrocedí rogando que mis pies no pisaran alguna rama. Tuve suerte, pero al darme la vuelta, sentí una mirada penetrante.

Miré a todos lados y lo único que vi fue un cuervo. Sus ojos estaban fijos en mí, me dio escalofríos y seguí mi camino. Era el mismo cuervo que siempre estaba cuando Aurora y yo salíamos a pasear. O no, qué tontería, hay muchos cuervos, no puede ser el mismo.

Llegué a un pequeño arroyo y me senté a descansar y esperar a Aurora. Quité mis sandalias y sumergí mis pies en el agua.

De nuevo esa mirada, otra vez ese cuervo. Me estaba cansando esa mirada en mí, llamadme loca, pero aún siendo un animal, me incomodaba.

Me levanté e imité al cuervo. No se ahuyentaba, no hacía nada, simplemente me miraba.

—Oye ya, puedes dejar de verme, pájaro. ¡Osh, vete de acá!

Seguía quieto mientras yo me comenzaba a inquietar.

—Es en serio cuervo, me incomoda que me veas —mire a ambos lados ya cansada—. O que estoy haciendo solo es un cuervo.

Iba a sentarme de nuevo, pero cuando levanté la mirada, el cuervo ya no estaba.

—Uff, me alegra tanto —dije hablando sola.

Después de 30 minutos, escuché al fin pasos. Debía ser Aurora, menos mal, ya me estaba quedando dormida.

Me di la vuelta, pero detrás de mí había un hombre totalmente vestido de negro. Lo primero que noté fueron unas marcas en su piel. Pero luego me concentré en él; estaba sola en el bosque con un hombre desconocido.

—Pensé que ya te habías ido —dijo el hombre, dejándome sorprendida. ¿Me había estado espiando?

—¿Y quién eres tú? ¿Te conozco? —pregunté segura. Era obvio que no lo conocía, pero bueno.

—Algo así —se acercó a mí y yo retrocedí—. Tranquila, no te haré daño. Te conozco porque tú eres amiga de Aurora, lo sé.

—¿Y cómo sabes que yo soy amiga de Aurora? ¿Eres familiar de ella? —Él hizo una mueca que no supe interpretar.

—Nunca lo había considerado, pero soy como el tío de Aurora —dudó por un momento y luego alzó su mirada—. El punto es que aunque suene loco, soy el cuervo que siempre está en todos lados a donde Aurora va —hizo gesto de seguir hablando, pero lo interrumpí haciendo una señal con la mano; era mucho que procesar, pero opté por soltar una carcajada. Seguro era una broma de Aurora.

Él me miró confundido, tratando de entender por qué me reía, esperando respuesta.

—Lo siento, lo siento. Es que suena absurdo. Ya puedes decirle a Aurora que salga de donde esté, no caí.

—Eylül —me miró serio y yo chasqué la lengua para luego mirarlo asustada.

—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté, ya cansada de esto.

—No te estoy mintiendo, me sé tu nombre perfectamente. He estado con Aurora y contigo siempre.

—¿Qué idiota soy? Aurora debió habértelo dicho —solté una risita.

—Tu cumpleaños es el 7 de abril. Vienes a diario con Aurora porque tus padres pelean siempre. Amas la naturaleza, también te carcome la curiosidad de ver el páramo y, por último, siempre has admirado a Maléfica. No le temes a esa mujer —quise hablar, pero no pude. Estaba atónita—. Y ahora querías acercarte a hablar con Maléfica, pero no lo creíste correcto.

—Todo eso que dijiste —hablé temblorosa—, ¿cómo lo sabes?

—Ya te lo dije —negué con la cabeza—. Vamos, Eylül, créeme.

Por primera vez dentro de nuestra pequeña charla, me dediqué a mirarlo a los ojos. Se veía sincero; además, esos ojos...

—Lindo pájaro —dije en tono apenas audible, y él esbozó una sonrisa.

—Así es. Sé que es demasiada información, pero ya era momento.

—¿Momento de qué? —dije saliendo de mi trance. Él se acercó más a mí y tocó mis manos.

—De acercarme a ti, de hablar contigo —a pesar de ser un cuervo, era joven y atractivo. Ahora entendía por qué tenía esas cicatrices en su cuerpo.

—¿A mí? ¿Por qué?

—Porque me pareces hermosa y misteriosa a la vez. Sé que no me conoces, pero yo me he ido enamorando de ti. No sé ni cómo es posible, pero sí puedo enamorarme.

—¿Y cómo te llamas? —traté de evitar mi sonrojo. Sentía mis mejillas arder; al parecer, lo notó y rió por lo bajo.

—Me llamo Diaval. Así me puso Maléfica.

—Bien, Diaval. Mucho gusto —extendí mi mano, y él no entendió por qué—. Amm, es un saludo, solo estrechar la mano.

—Oh, sí —dijo apenado para luego estrechar su mano con la mía.

Ya era momento, quizás, de irme a casa. La verdad, no tenía ganas de ir, pero ya era tarde.

—Disculpa, Diaval. ¿Te parece si te veo mañana? Creo que debo volver a casa —hice una mueca de disgusto; no era muy lindo regresar para ver a mis padres pelear.

Le sonreí y me di la vuelta, esperaba verlo mañana.

—Emmm —giré para verlo—, ¿quieres venir al páramo conmigo? Ahí estará Aurora.

Mis ojos brillaron, no podía creer lo que escuchaba. Sonreí como estúpida.

—Me encantaría.

—Bien, señorita. Entonces, vamos —extendió su mano, y yo la tomé. Este día, sin duda, sería uno de los mejores de toda mi vida.



|𝖮𝖭𝖤 𝖲𝖧𝖮𝖳𝖲| 𝖬𝗎𝗅𝗍𝗂𝖿𝖺𝗇𝖽𝗈𝗆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora