(57) Tom Riddle

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El cabello azabache de Millan Black se movía con cada paso que daba. Llevaba prisa; la joven bruja era consciente de que andar vagando por los pasillos de Hogwarts en la noche no era seguro. No cuando ella sospechaba que la cámara de los secretos existía, que alguien había descubierto cómo abrirla. Por otra parte, estaba el hecho de que los prefectos estarían dando sus rondas nocturnas, entre ellos el misterioso chico de Slytherin, "Tom Riddle"; no es como si Millan le tuviese miedo a aquel chico extraño, pero sí era preferible mil veces toparse con un basilisco a toparse con Tom.

Todavía recordaba la última vez que lo vio, no pudo caminar bien en todo el día siguiente. Por eso quería mantenerse alejada de su compañero de clase y amante hormonal; sí, así le llamaba, pues no podía decir que estaban en una relación sentimental. Tom parecía no tener sentimientos; cosa que a la chica Black poco le importaba. En su hogar nunca había recibido amor realmente, así que no es como si le interesara recibirlo de cualquiera que se cruzara en su camino. Para ella y su familia, la grandeza era lo único que importaba. ¿Para qué casarse por amor? Millan sabía perfectamente que sus padres arreglarían un matrimonio con su primo, y eso bastaba.

Resopló y se mordió el labio cuando sintió unas manos en su cadera. Simplemente con que el olor de aquel perfume inundara sus fosas nasales, sabía de quién se trataba.

— ¿Pasa algo, Riddle? —preguntó con voz aterciopelada. Siempre sabía cómo provocarlo.

— No deberías estar rondando por aquí a esta hora, Black. —la azabache volteó topándose con esos ojos que le parecían lindos.

— ¿Me delatará el señor prefecto?

— Está en mi deber. —posó una mano en la espalda de la chica, acercándola más a él—. Pero podría ser piadoso por esta vez. O te reporto, o te vas directo a la sala común y esperas por mí. —propuso.

Millan aceptó con un asentimiento de cabeza que le indicó a Tom que estaba bien. Entonces él la soltó, dejándola ir.

La bruja agradeció que no hubiera nadie en la sala común, pues todos debían estar dormidos a esta hora. Se sentó en uno de los sillones de cuero negros justo frente a la chimenea que se alzaba por una de las paredes tallada en piedra, donde había una serpiente adornando.

Concentró su vista en el fuego; no sabía si su ausencia de sueño estaba jugándole una mala pasada, pero era como si figuras se formaran desde las llamas y danzaran.

El tiempo fue ausente para Millan; cuando menos pensó, oyó un carraspeo detrás de ella. Inmediatamente se paró del sofá y fue directo hacia donde él se encontraba. Sujetó la corbata del joven mago y lo vio directo a los ojos.

— ¿Has terminado ya, Tom?

— Sí, Millan.

— Entonces podríamos subir a mi habitación. —sugirió. Pero esta vez él negó.

— No, quiero llevarte a un lugar especial que descubrí.

Los ojos de la azabache desprendían curiosidad. ¿Ahora qué mosca le había picado? ¿Llevarla a un lugar especial?

Dudosa, tomó la mano que el joven le extendía y se dejó guiar entre los pasillos de Hogwarts. ¿Entonces para qué lo esperó en la sala común? Otra cuestión era, ¿por qué le estaba tomando la mano?

Pronto llegaron a una pared entre los pasillos de Hogwarts.

— ¿Me estás tomando el pelo? —preguntó Millan con el ceño fruncido.

— No. Ahora verás.

Frente a ellos apareció una puerta, la azabache quedó boquiabierta.

— Es..., es la sala de menesteres.

— Así es, Black. La descubrí la semana pasada, quería que la vieras. —sus ojos tenían un brillo peculiar que la bruja omitió, sintiéndose sumamente extraña de la manera de comportarse de él.

Si llevaban saliendo hace meses, pero lo de ellos era solo sexo y alguna que otra cosa de las asignaturas.

Una vez dentro pudo ver todo lo que se hacía a su comodidad, pero lo que más llamó su atención fue una enorme cama, donde apostaría fácilmente que cabrían 5 personas.

Volteó para mirar a su acompañante, quien se acercó a ella lentamente y la tomó de la

cintura, llevando una de sus manos al mentón de la bruja.

— Dime Millan, ¿son ciertos los rumores? —preguntó con voz neutral. La bruja no podía deducir si estaba molesto, curioso, o simplemente buscaba burlarse de ella.

Resopló antes de hablar.

— Sí, Tom. Es verdad. —vio la mirada de él ensombrecerse un poco, ¿qué le pasaba?—. Mis padres han decidido que lo ideal para cuando acabe mis estudios en Hogwarts sea unirme a mi primo. Así preservarían la pureza de sangre. —Tom hizo una mueca.

— ¿Y tú lo quieres?

Ella soltó una risa amarga.

— Claro que no. Pero no importa lo que yo quiera.

Esta vez él la besó, fue un beso extraño para Millan, sus labios se sentían fríos al roce, pero le gustaba esa sensación.

— ¿Pasa algo?

— No sé qué me pasa, no sé nada de sentimientos, de amar a alguien, solo sé que algo raro me ocurre cuando estoy contigo. —dijo de manera fría al no tener idea de cómo expresarse.

— Tom...

— Lo único que quiero es que no te cases con él, no lo hagas porque eres mía y de nadie más.

— Habérmelo dicho antes, Tom. Creo que también siento algo por ti. —confesó.

Él hizo una leve mueca que fue un intento de sonrisa, Millan sonrió para él y se abalanzó a los brazos del chico, besándolo con más intensidad.

Quizás ambos estaban hechos el uno para el otro.

|𝖮𝖭𝖤 𝖲𝖧𝖮𝖳𝖲| 𝖬𝗎𝗅𝗍𝗂𝖿𝖺𝗇𝖽𝗈𝗆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora