(8) Jace Wayland

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Decido dejarte

Era otro día contemplando la misma maldita escena. Mi novio tumbado en el piso llorando por su depresión y la falta que le hacía Clary Fray, su ex.

Y ahí estaba Alec, con esa mirada de irritabilidad, teniendo que ver una vez más a su parabatai haciendo eso.

Siempre que esto pasaba, ahí estaba yo, apoyándolo y tratando de sacarlo de su depresión, sin darme cuenta de que al empujar su barco, el mío se hundía.

— Jace — dije tratando de no alzar la voz —, por favor, levántate del piso. —Miré a Izzy, la cual estaba igual o peor que Alec.

El rubio natural me miró con sus ojos llenos de lágrimas.

— No puedo ayudarte si no te dejas, Jace. ¡Por favor! — El único ruido que se escuchaba en la sala era el de los sollozos de Jace.

Me acerqué para extenderle la mano, pero la puerta de madera se abrió rápido, dejando ver a una pelirroja nada bien recibida por los presentes. Esta no se molestó en mirar a nadie, más que solo salir corriendo hacia donde estaba Jace para luego abrazarlo y acariciarlo. Llegué a mi límite cuando él le correspondió aquel "afecto".

Si no mal recordaba, esa maldita perra había sido la causa de la desgracia de Jace, la causa de su depresión constante.

Alec miró a Magnus, y este regresó la mirada como tratando de hacer que el peli negro no dijera nada, pero Alec, al igual que yo y todos, ya estaba cansado de la situación.

Dirigió una mirada de decepción a su amigo y arrojó: 

—No puedo creer que hagas eso, Jace, sin importarte a quien tienes enfrente.

Izzy hizo lo segundo dirigiéndose a la pelirroja: 

—Tú sabes bien que aquí ya no eres bien recibida.

—Traidora — susurró Magnus.

— Jace — exclamó con voz chillona la pelirroja —, ¿vas a dejar que me traten así?

Él me miró molesto

 — ¿Por qué se meten? Ella solo quiere ayudarme, está aquí por mí. Deberían entenderme y apoyarme como ella. Deberías ser más comprensiva.

Luchando conmigo misma por no llorar, porque yo sí amaba a Jace Wayland, lo había dado todo por él, por verlo bien, por hacerlo feliz, y nunca nada iba a ser suficiente, porque no importaba todo lo que hiciera, yo no era Clary. No lograba entender cómo seguía amando a la persona que más daño le hizo, mientras conmigo hacía y deshacía a su antojo. Ya no lo permitiría.

Con el nudo que aún se mantenía aferrado a mi garganta, miré a Jace directo a los ojos:

— ¿Sabes qué, Jace? — él me miró atento, y los demás también para escuchar lo que tenía que decir, mientras Clary torcía los ojos —. Tú y ella son tal para cual. Tú, Jace Wayland, y Clary Fray váyanse a la mierda. — Dije haciendo énfasis en las últimas palabras.

Di la vuelta para salir de la sala, pero me detuve al escuchar una pregunta.

— "¿Eso qué significa?" — una que ya estaba contestada, aun así, giré para responder:

— Significa que eres libre. Tú y ella son una excelente pareja. ¡Terminamos!

Dicho eso, salí pronto de la sala. No sabía cuánto tiempo más aguantaría contener todo el dolor que estaba sintiendo.

La sala permanecía en silencio; todos estaban callados después de escuchar aquello.

Izzy rompió el silencio con unas palabras que él rubio no olvidaría:

— Te dije que estabas jugando con fuego, Jace, y que si no parabas, ibas a quemarla a ella. — dijo para imitar la acción de su amiga y salir de la sala, seguida de Alec, Magnus y los demás presentes.

El rubio había cometido uno de los peores errores de su vida. Su castigo por su arrogancia había sido perder a la única mujer que realmente lo amaba.

Corría lo más rápido que podía por el pasillo del instituto hacia la salida. Quería estar sola. Salí rápidamente, que sin darme cuenta choqué con alguien.

— Lo lamento — dije recogiendo unos papeles de la otra persona —. En verdad, yo... — dije para luego mirar con quién me había chocado.

— No hay problema, no te preocupes — sonrió sinceramente el chico que se encontraba al frente de mí. Y por un momento me dediqué a observarlo con detenimiento; era guapo y rubio. Oh no puede ser, otro rubio.

El chico seguía mirándome: — Disculpa — dijo sacándome de mis pensamientos.

— Oh, sí. Lo lamento — estiré mis manos dándole sus papeles —. ¿Vienes de visita? ¿Quizás a dejar algún mensaje? Es que no recuerdo haberte visto antes por aquí.

— Ahora soy yo el que debe disculparse. Qué modales, lo siento — extendió la mano —. Sebastian Verlac, mucho gusto.

Correspondí su saludo y me presenté: 

— Maddie Black.

— Un gusto conocerte, Maddie.

— El gusto es mío — él sonrió y puso una mano en su nuca mientras la movía apenado.

— ¿Crees que... ¿Te gustaría ir a tomar un café conmigo cuando termine?

Lo miré y una sonrisa se marcó en mi rostro. Sí, acababa de romper con Jace, pero él jamás me valoró. ¿Por qué no conocer nuevas personas? Además, solo era un café, y él era amable.

— Estaría encantada.

— Perfecto, te veo mas tarde  entonces — dicho esto, entró al instituto.

Sí, quizás no todos los hombres eran iguales, y de ser así, confirmaría mi teoría de que todos los rubios eran unos rompe corazones.

Pero ahora solo debía correr a mi habitación y pensar en qué ponerme.

|𝖮𝖭𝖤 𝖲𝖧𝖮𝖳𝖲| 𝖬𝗎𝗅𝗍𝗂𝖿𝖺𝗇𝖽𝗈𝗆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora