Capitulo 43: Infierno

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Capítulo 43: Infierno

El cálido relato de un buen libro añejo, supo servirme de fiel acompañante durante este tiempo tan largo, tan solitario. Penas ahogadas en palabras mezcladas, creando en su camino leyendas mudas, audaces sobrevivientes entre susurros y suspiros, cobarde guía de un mundo perdido.

Sus lagrimas se derramaron por su rostro, sus mejillas se humedecian al paso de aquel atrevido río, envuelta con una pequeño pedazo de papel, sollozo. ¿Que deberia hacer?. Y si mis palabras se volvieran dagas las cuales haría mas grande su herida, ¿que harás Chase?.

La dama ocultaba su rostro con sus patas delanteras, mientras por cobardía o simple impresión me quede atónito al seguir viendo como el chillido agudo de sus llantos, aclamaron por el tacto suave y cálido que solo otra persona o cachorro podría dar.

Solo suspire y sin quitar mi vista dije.

— Everest no tienes por que pensar eso de ti — sin respuesta alguna de su parte, continúe —; se que temes por tus errores, temes por quien eres, en especial por tu futuro, intentaste y te esforzaste pero  fracasaste, y se que ello es algo de lo cual te va a doler. Pero cree en mi, en mis palabras, los errores son parte de nosotros, de nuestra historia, de nuestra existencia. Sin errores no llegaríamos a aprender, por que aquel que teme a un simple raspón, volverá a su hogar limpio pero sin haber tenido la osadia de vivir su vida.

Al fin detuvo su llanto, y el silenció se hizo presencial en la habitación, por unos cuantos segundos llegue a creer que ella llegaría a mi lado. Pero se quedo aun ahí, inmóvil.

Volví a suspirar, el lugar se volvía tenso, supe que si continuaba así, perdería su atención, una pequeña sensación punzante en mi pecho llego de repente, algunas imágenes borrosas volvieron a mi mente, el aire poco a poco comenzaba a escasear.

Volvía mis ojos a la Husky, la cual aun se mantenia en su posición algo para mi opinión incomoda. Y suspire una vez más, sabia lo que debia hacer.

— Cuando era mas pequeño también vi morir a alguien que quise — ella movió su cabeza, esta vez pude volver a observar sus ojos, los cuales se habían enrojecido, yo solo me quede unos segundos callado, bajando mi cabeza, seguí —  Hay veces que el recordarlo me logra alejar de esta realidad, por que por mas que no quisiera, aun siento su latido sobre mi oreja, y el calor de su cuerpo rodearme.

Volvia a callar, todo se envolvió en un manto silencioso, y el chillido agudo de una tabla llamo mi atención, no obstante preferí ignorarlo.

— Aun recuerdo sus ojos, envuelto en lagrimas, cruzarse con los míos, tomando mi pata, me aferro a ella, la lluvia rodeó su cuerpo y un charco a su lado se teñía de un color que a la luz de la noche, era casi imperceptible a ojos ciegos — esta vez era yo el que comenzaba a soltar algunas lágrimas — su respiración se agitaba, jamas me aparte de sus ojos. Por dios sus ojos.
Tan inocentes y simples, pero que aquella noche temieron, y aun asi de alguna forma intentó parecer que se encontraba en paz, pero esa mentira solo fue para ella misma.
A los minutos los humanos llegaron, pero ya era demasiado tarde, quite mi pata de su estomago dejando a la vista un agujero pequeño, el cual no dejaba de expulsar sangre.

Otra vez se oyó ese chillido agudo de madera, solo preferí ignorarlo intentando calmarme y que aquellas lágrimas se detuvieran, de repente sentí como alguien causaba presión a mi lado, lo había logrado pero, ¿a que costo?. Solo sentía como la sensación punzante empeoraba en mi, y mi cuerpo poco a poco empezaba a fallar, tenía que terminar.

Detrás De Una Bala (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora